Recientemente, un psicólogo amigo me dictó el título de una charla que daría en el hospital en el que trabajo. Parte de ese título me resultó revelador y por eso, con su consentimiento, lo tomé prestado para titular este artículo.
Hago esta aclaración que parece irrelevante por 2 motivos. Primero por un reconocimiento al autor de la frase y segundo, porque el autor es psicólogo y creo que los argentinos estamos necesitando algo de terapia para lograr entender que en la vida todos, absolutamente todos los actos humanos bien intencionados responden a esta lógica: “entre lo ideal y lo posible”.
Y la política no escapa a este axioma. A esto algunos le llaman cintura política, otros pragmatismo. Lo importante es que no confundamos esta sentencia con la afirmación de Groucho Marx tan propia de los inescrupulosos mercenarios que parasitan la cosa pública: “estos son mis principios, si no le gusta tengo otros”. Sobran en Argentina ejemplos de políticos, pensadores y periodistas cuyas convicciones son tan lábiles que avergonzarían al propio Groucho.
Sin duda el presidente Milei, su equipo de gobierno y sus políticas no llenan las expectativas de todos y cada uno de nosotros. Sin duda sus medidas no son las ideales, pero la pregunta es: estas medidas ¿son antagónicas a lo ideal?, ¿son incoherentes y nefastas?, ¿o son apenas las posibles?
Ahora bien, el creer que las medidas que se están tomando son las posibles no le otorga al gobierno un cheque en blanco, solo le da el beneficio de nuestra comprensiva pero no incondicional paciencia a la espera de una pronta y justa corrección de los errores que se cometan.
El gobierno ha mostrado honestidad intelectual en su accionar. Reconoce (un poco a regañadientes y con tirabuzón) sus errores, los corrige y pide la renuncia de los responsables. Al respecto, tengamos memoria y no olvidemos cual era la actitud de los gobiernos anteriores, negaban los errores, persistían en los mismos y a los responsables apenas si los cambiaban de cargo o ministerio.
Un tema extra no menor a tener en cuenta es “si lo posible es lo suficiente”. Si “lo posible resulta insuficiente” corremos el riesgo de “quemar” la idea correcta y de volver al derrotero decadente del último siglo. Debemos ser conscientes de este peligro y prepararnos para enfrentar y neutralizar el fatal intento populista de retorno al paternalismo estatal.
Creo que, como ciudadanos, más que dedicarnos a criticar debemos desarrollar y ejercer un espíritu crítico. Suena parecido, pero no lo es. La primera actitud es ciega, vacía e inconducente, la segunda representa un camino de superación, es la herramienta que nos ofrece la lógica para alcanzar la más alta expresión de nuestro ser.
Por último, hagamos un parangón entre el punto medio Aristotélico y el título de este artículo. Según es Estagirita la virtud se encuentra en el punto medio de dos extremos, el del defecto y el del exceso. Valga como ejemplo la cobardía como vicio por defecto, la temeridad como vicio por exceso y la valentía como la virtud del justo medio. Haciendo la analogía propuesta, podríamos decir que la inacción sería el vicio por defecto, lo ideal el vicio por exceso y lo posible la virtud del justo medio.
Gentileza;
Rogelio López Guillemain – fidias1967@gmail.com