San Rafael, Mendoza 19 de mayo de 2024

Grafitis de prisionero – Por:. Beatriz Genchi

 Omnipresentes en la historia de Florencia, los Médicis la gobernaron por casi tres siglos, desde 1434 hasta 1737, periodo durante el cual su dominio solo se vio interrumpido por dos breves interludios republicanos, el primero entre 1494 y 1512, y el segundo entre 1527 y 1530.

El artista Miguel Ángel había estado trabajando en la lujosa tumba de la familia, cuando en 1530 se desató el infierno en Florencia y se vio obligado a esconderse. Fue en una pequeña habitación secreta debajo de la Capilla de los Medici de la Basílica de San Lorenzo. Sin nada más que tiempo y un poco de carbón en las manos, cubrió las paredes desnudas con algunos grafitis … de prisionero. Dibujos de sí mismo, de Cristo e incluso, según creen algunos expertos, esbozó reproducciones de imágenes del techo de la Capilla Sixtina, que había completado en 1512.

Mientras escapaba nada menos que de la ira del propio Papa.

Miguel Ángel debía su carrera a los Medici, una de las familias más ricas y poderosas de Europa. Pero en 1529 se unió a las filas de otros florentinos que se habían cansado de su gobierno, esperando un sistema de gobierno más democrático. Desafiar a la formidable familia, y mucho menos al Papa (Clemente VII, que era un Medici), era más que un poco contradictorio para el artista, cuyo sustento dependía de ellos. Pero asumió el desafió y lo hizo, trabajando para ayudar a fortalecer las murallas de la ciudad contra las fuerzas amigas de Medici lideradas por el propio Papa. Después de diez meses de lucha, el Papa y su familia ganaron, y los simpatizantes republicanos fueron rápidamente castigados. Esto habría incluido a Miguel Ángel, si no se hubiera retirado durante esos tres meses a su escondite subterráneo para esperar.

En noviembre de 1530, después de que el Papa hiciera saber que Miguel Ángel podía volver a trabajar (¡qué buena onda!), impune, para completar la Capilla, resurgió. Todo fue perdonado entre el artista y sus patrocinadores, ansiosos por tener finalmente su tumba terminada.

Siempre tuvo una relación complicada con sus “empleadores”. La casa Médici obtuvo su fama gracias a sus ilustres banqueros, que amasaban una gran fortuna usada para el patrocinio de las artes. El primer contacto de Miguel Ángel «El Guerrero» con esta familia comenzó siendo él un aprendiz adolescente de 14 años del pintor florentino, Domenico Ghirlandaio. Siguiendo su trabajo inicial para Lorenzo Médici, las interacciones de Miguel Ángel con la familia continuó por décadas e incluyeron a los papas Médici, León X y Clemente VII.

A pesar de las pausas y las turbulencias en la relación entre Miguel Ángel y los Médici, eran las comisiones de los Papas pertenecientes a esta familia las cuales llegaron a ser sus mejores trabajos, incluyendo la finalización de la tumba del Papa Julio II con la monumental escultura de Moisés y el Juicio Final, un complejo y humanístico fresco que cubre la pared del altar de la Capilla Sixtina.

El artista nunca reveló dónde había estado escondido y durante casi 500 años su paradero permaneció en secreto. Durante este tiempo, algunos creyeron que se había estado quedando con un amigo o en el campanario de una iglesia.

La habitación/escondite y los dibujos no se descubrieron hasta 1976, cuando el director del Museo de la Capilla de los Medici los encontró. Desde entonces, dada su fragilidad, el espacio diminuto, oscuro y sin ventilación se ha abierto y cerrado al público alternativamente.

Imagínense pasar tres meses allí sin nada más que hacer garabatos para mantenerse ocupado.

Bueno, resulta que no es saludable que los dibujos tengan demasiados turistas respirando sobre ellos, por lo que la sala secreta actualmente está oficialmente cerrada al público.

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

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