Se dice que Marzo es el mes de la mujer, pensamos que no es algo fortuito, que este mes sea dedicado a la feminidad, puesto que es un tiempo muy singular para quienes vivimos en Mendoza. Se trata de algo tan genuinamente nuestro como es la cosecha, época en que se recogen los frutos maduros que tan rico hace nuestro suelo mendocino. En donde se ven las viñas rebosantes de generosos racimos, los juguetones ciruelos con sus ramas dobladas por la pesada carga de sus dulces niñas, los esbeltos durazneros con sus brazos recubiertos de frutos exquisitos y entre otros; los curtidos membrillos que entre las ramas enmarañadas, se perfuman con sus flores maduras ya cuajadas.
Es así como se siente en aire el preludio de un cercano tiempo otoñal: que se alegra con las madres, que presurosas llevan a sus niños a la escuela; que se aquieta en el hogar acogedor del mediodía, cuyas amas de casa siempre atentas a las necesidades y artistas culinarias, nos ofrecen un almuerzo exquisito y que también se recuesta en el horizonte rojizo con una cálida merienda de mates con tortitas. De esta y otras maneras, durante este tiempo especial, muchas mujeres con ese su toque tan singular, llevan adelante sus vidas, dejando en cada sitio que recorren su delicado “toque femenino”. Desde que el mundo es mundo, siempre ha sido así, pues su existencia imprescindible para que haya vida, las eleva y enaltece. Es por ello que nosotros también la queremos honrar, destacar y valorar porque las mujeres son tan esenciales como el agua para vivir, tan sublimes como nuestra imponente cordillera y tan preciosas e incomparables como nuestro querido y añorado paisaje mendocino.
Profesora Marisa Rodríguez
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