Daniel Jayo – LA NACIÓN
El goleador marcó después de casi cinco meses y le dio al Xeneize una victoria muy celebrada
Yun día, cuando Boca más lo necesitaba, cuando el equipo de Diego Martínez no encontraba los caminos para doblegar a Belgrano y la Bombonera era una olla a presión a punto de explotar, Edinson Cavani se calzó, al fin, el traje de superhéroe. Con un triplete del Matador, ovacionado de principio a fin por las más de 55.000 almas que coparon el estadio Alberto J. Armando tras el celebrado empate en el Monumental, Boca volvió al triunfo en casa con una victoria por 3-2 y, de la mano del uruguayo, desató una verdadera fiesta en las tribunas. El Xeneize, así, se acercó a la zona de clasificación y, con el uruguayo en llamas, afrontará la etapa del campeonato con los ánimos renovados.
“Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir; los goles de Cavani que ya van a venir”, tronó fuerte en la previa del partido, mientras Edinson realizaba la entrada en calor y probaba a Chiquito Romero y Javi García en el arco que da espaldas a Casa Amarilla. “¡U-ru-guayo! ¡U-ru-guayo!”, remató la hinchada en apoyo al goleador, que llevaba ocho partidos sin anotar (desde el 15 de octubre del año pasado, frente a Talleres por la Copa Argentina). Edi sintió el respaldo, alzó los brazos en señal de agradecimiento y devolvió una sonrisa cómplice de cara a la popular. Era el momento de revertir la historia. De empezar a pagar con goles. De cumplir en la red. Y Cavani absorbió toda esa buena energía para recuperar la memoria y firmar su mejor actuación individual desde que es jugador de Boca.
Pese al muy buen partido del 10, el equipo de Martínez fue de mayor a menor en el primer tiempo ante el Pirata. Empujado por su gente, se plantó decididamente en campo contrario y doblegó a Belgrano por fuera con las incesantes trepadas de Lautaro Blanco (no siempre bien resueltas) y los muy buenos movimientos de Cavani, tanto dentro como fuera del área, mostrándose siempre como opción, entrando y saliendo de la zona de congestión para picar al vacío y quedar, eventualmente, en posición de gol. Un brillante cabezazo del charrúa tras un centro venenoso de Saralegui hizo lucir a Losada, que le ahogó el grito de manera espectacular, pero perdería sus próximos tres duelos ante el uruguayo de los 443 goles como profesional.
Como ante River, Cavani fue el más incisivo de los delanteros de Boca. Pero esta vez, a diferencia de otros partidos, fue él quien logró sacarse la mufa frente a los arqueros rivales. Porque Merentiel, el otro uruguayo, sigue con la pólvora mojada. Tuvo dos claritas, una de arranque y otra pegada al testazo de Cavani y sus remates, algo mordidos, salieron desviados. A esa altura, Belgrano ya había sacado diferencia gracias a una buena definición de Passerini y se abroquelaba en campo propio. Antes de eso, un mano a mano de Rolón, el 5 que Boca le prestó a Belgrano, había encendido las alarmas de una defensa azul y oro que se mostraba permeable en el retroceso y parecía extrañar la fiereza de Lema -lesionado- en el cuerpo a cuerpo con los atacantes.
Pero la del Sicario no fue la baja más sensible que tuvo Boca. Es que el desgarro de Equi Fernández le quitó al conjunto de Martínez un eslabón fundamental en el inicio de las jugadas. El socio predilecto de Medina, la figura del Xeneize en el Monumental, que no pudo repetir su buena actuación, pero que igual se la rebuscó para generar algo de fútbol y también la jugada del penal para el 1-1 parcial. Campuzano aportaba equilibrio en el mediocampo pero no el panorama y el primer pase que suele ofrecer el volante de la Sub 23. Medina, entonces, retrocedía hasta el círculo central para hacerse de la pelota. Y allí, bien rodeado por los hombres de Belgrano, no pesó. Le quedó lejos el arco. No tuvo cerca a Saralegui ni a Zenón. Y Boca, en consecuencia, se repitió en bochazos largos y centros al área desde los costados. Mientras todo eso ocurría, la temperatura en la Bombonera se elevaba cada vez más: “Movete, Xeneize movete…”.
Pero lo mejor para Boca estaba por venir. A los 9 minutos del complemento, el técnico mandó a la cancha a Blondel y a Langoni (por un flojo Advíncula y un irregular Saralegui). Y esta vez los cambios, tan criticados frente a River, surtieron el efecto esperado. En su primera intervención, la Langosta tiró una pared con Medina y, en la devolución, el volante fue derribado por Longo, al que no le quedó otra opción que tomarlo de la camiseta. Falta, penal y amarilla. Correcto Arasa, bien por los pibes y mejor por Cavani, que clavó el 1-1 con un bombazo a la derecha de Losada.
Ese desahogo, ese grito contenido, liberó a Edi y a todo Boca, que fue con todo en busca de la victoria. El empate ya era buen negocio para Belgrano, que aguantaba como podía. Pero no para Boca, que quedaba lejos de los punteros del grupo y sumaba un nuevo traspié. Sin embargo, la historia iba a ser distinta esta vez. Y Cavani fue el protagonista de un final a toda orquesta, que hizo vibrar a una Bombonera en estado de ebullición. Primero llegó el toquecito sutil para el 2-1 a los 29′, que se gritó dos veces por la revisión del VAR. Y un ratito más tarde, la definición a quemarropa desde la puerta del área chica. El descuento de Belgrano no empañó la noche mágica del 10, que se llevó la pelota y la inolvidable ovación de la Bombonera.
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