Ricardo Pristupluk
Según el economista, el país se encuentra frente a un cambio cultural en el que ya no se cuestiona que el déficit fiscal es perjudicial; además, analiza qué pasará con el dólar y explica cuál es para él la verdad sobre la nueva fórmula jubilatoria
El gobierno de Javier Milei cumplió sus primeros 100 días y la economía es uno de los ejes principales que, según las últimas encuestas, le valora la mayoría de la opinión pública local. Esto, en el marco de un ajuste anunciado en campaña que supone “licuadora” y “motosierra”, según los líderes libertarios.
Carlos Melconian fue durante la última campaña el referente económico del PRO de cara a una eventual presidencia de Patricia Bullrich. Junto a un equipo de 80 economistas, había trabajado en su propio plan de recuperación para la economía. Un plan que varía en el instrumental y coincide en gran parte de las cuestiones de fondo. “Imaginate que nosotros hacíamos un programa que el título era el respeto a la propiedad privada, que es el punto uno del pacto de mayo que ahora se propone”, admite Melconian en una entrevista con LA NACION. Y agrega: “Quiero seguir haciendo gala de la coherencia”. Aunque advierte desde su rol de economista profesional: “Creo que tiene que solucionarse la cuestión institucional, porque la Argentina es una democracia que tiene tres poderes”.
–El Gobierno lleva 100 días y está en un camino de emergencia donde cualquier sensato que arribara al poder iba a tener que modificar cosas que hoy se están modificando. Después, podemos hablar del rumbo, de la “instrumentalidad”. Lo que está claro es que como estaba no podía seguir y que aguantaba justamente porque había una elección y porque alguno iba a ganar; incluso el gobierno que se fue, que dio pelea hasta último minuto. Pero como estaba no iba más y ahora está en un período de emergencia (después podemos discutir por qué se da). Es decir, se supone que como el ganador no ha sido el gobierno que estaba, requiere un cambio de rumbo y en eso se está trabajando.
– El área fiscal fue un poco de motosierrita, licuadora y bicicleta. La motosierra tuvo su plenitud en 100 días e imagino que tendrá rendimientos decrecientes. La licuadora funcionó excepcionalmente, pero en algún momento fundirá biela. Y con la bicicleta hay que tener cuidado, porque termina siendo deuda.
–Antes había palabras prohibidas en materia económica y ahora dejaron de ser tabú.
–Yo soy anti-relato y anti-narrativa. Pero probablemente estemos frente a un cambio cultural en el que, por ejemplo, el emblema es que ya no se puede tener más déficit fiscal, o que para financiarlo no se puede emitir más, o no se puede tomar más deuda. Entonces, desde ese punto de vista, estamos frente a una buena noticia que es un cambio cultural positivo que se va a consolidar si sale bien. La economía es siempre más bilardista que menottista, porque jugar bien solo no alcanza. Cambio cultural no es relato ni narrativa, es bienvenido y bueno respecto a los fracasos anteriores.
–El Presidente dijo que, cuando asumió, los jubilados ganaban US$80 y hoy con el bono ganan US$200. ¿Cómo se analiza esto desde los pesos?
–No voy a hacer una alusión a las palabras del Presidente. Podemos hacer comparativas en dólares para la jubilación o para lo que quieras, pero siempre esas cosas van a estar influidas por el valor del dólar real en cada momento. Por ejemplo, el dólar libre del comienzo de esta gestión eran casi $2000 de hoy. Así que la comparación en dólares dejémosla, porque cada uno la usa a su gusto, así que vamos a hacerlo en pesos. En pesos las jubilaciones están por debajo. Tanto en cada jubilación en particular como en el monto del dinero jubilatorio o de la masa jubilatoria en general se han derrumbado. En 2024 su derrumbe o no va a depender de la cantidad de bonos adicionales que el Gobierno otorgue, porque la continuidad de la fórmula jubilatoria anterior la va a seguir haciendo caer y empalmar con la inflación desde abril la va a hacer caer también. El problema de cambiar la fórmula jubilatoria –que nadie lo dice y yo lo voy a decir porque no estoy en la función pública– es la explosión de la masa jubilatoria, porque como se va indexando con la inflación pasada, que en algún momento del año va a ser superior a la inflación futura, aunque no vayamos a una estabilidad sacrosanta. Entonces va a explotar el universo jubilatorio, no el salario del jubilado, sino la masa.
–Es una situación muy compleja.
–Por supuesto. Entonces ningún gobierno de los que pasó ni este lo puede decir así. Pero cambiar la fórmula jubilatoria hoy es evitar esa explosión de fondos públicos, que sería impagable. La recuperación del poder adquisitivo del jubilado va a depender del paliativo que se le vaya dando vía bonos. El propio ministro [de Economía, Luis Caputo], cuando presentó su versión original de cómo llegaba a cinco puntos del PBI en términos de ajuste fiscal, tenía un número equivocado, porque se hicieron los cálculos de 0,4 de PBI a la baja. Por supuesto, todos los que hacemos números hicimos ese número y daba mucho más. Y ahora sigue dando un número muy superior, porque, hablándole de frente a la gente, como le gusta al Presidente, cinco puntos del PBI es imposible sin tocar el gasto jubilatorio, que es más de la mitad del gasto público.
–¿Cómo se soluciona entonces?
–El problema jubilatorio no lo creó ni este Gobierno ni este Presidente, pero no tiene más remedio, porque dado lo que ha ocurrido en los últimos 20 años en la Argentina, explotó el gasto jubilatorio por meter más jubilados sin generar los recursos necesarios; y, además, con tanta informalidad laboral. Esta es la verdad completa que hay que decirle a la gente. Cuando se paran tres políticos o tres funcionarios de distinto nivel y de distinta camiseta y dicen que van a poner en práctica algo para mejorar [las jubilaciones], eso no es cierto, no las van a subir ni mejorar. En estos escenarios inflacionarios, con un rubro del gasto público que es más del 60%, teniendo que ajustar la economía y buscar equilibrio fiscal, es imposible. Entonces, tenés que ir compensando con paliativos y acompañando con los famosos bonos, que no son de este gobierno, sino que ya venían de antes; y, dependiendo de esa compensación, irás equilibrando. Pero que el gasto jubilatorio ayude a bajar cinco puntos del PBI para cerrar las cuentas públicas y, simultáneamente, que mejoren las jubilaciones, ni David Copperfield lo logra.
–¿Qué está pasando con el dólar? El Presidente tiene la teoría de que con emisión monetaria al mínimo no hace falta una devaluación mayor. ¿Qué opina?
–Bueno, son dos temas diferentes. Todo lo vinculado al equilibrio del fisco, a su contracara de dejar de emitir y demás, es un camino que se ha iniciado. Todo el mundo está tratando de ver a futuro la sostenibilidad tanto del equilibrio del fisco como de no emitir. Esto no es ni optimismo, ni pesimismo, ni oficialismo, ni antioficialismo. Y todo eso está en juego. Por supuesto, después hay obviedades económicas que uno las aprende en primer año: que, si emitís, tenés un problema de exceso de dinero, y no emitir también tiene consecuencias. Se refleja en el nivel de actividad, en la tasa de inflación y en el valor del dólar.
–¿Por qué se mantiene el valor del dólar?
–Coyunturalmente hablando, más que un exceso de ingreso de capitales, más que un exceso de inversión, más que un exceso de confianza, la caída en el valor real del dólar, la brecha y demás, obedece a un factor instrumental concreto que lo ha tenido que tomar el equipo económico y el Banco Central como parte de una estrategia inicial en la emergencia y que consistió en dotar de oferta a los mercados alternativos y cercenar demanda en el mercado oficial.
–¿Cómo lo hizo?
–En la demanda la parte más importante pasa por el bono para el stock de las importaciones impagas [Bopreal] y que el nuevo flujo importador se paga en cuotas. El resto de la demanda de personas y empresas es igual al cepo del dólar preexistente. Por eso la oferta de dólares es superior, porque la demanda está acotada. No lo critico, solo lo describo.
–¿A qué se refiere concretamente?
–Es decir, 80% se liquida al dólar oficial y 20% se va a los mercados que eventualmente subían. El anterior gobierno compraba el 100 y luego vendía al día siguiente, hasta que también inventó un día el dólar blend.
–¿Para qué?
–Bueno, para nutrir de oferta a esos mercados. Simultáneamente, continúa el cepo en todos los rubros y en materia importadora está mucho más flexible y con menos necesidad de corrupción en el sistema. Entonces, entre una cosa y la otra, lo que han hecho es generar una oferta excedente en el mercado, que fue saludable en el sentido de que hizo comprar dólares al Banco Central y ayuda simultáneamente a bajar la brecha.
–¿Qué debería hacer a futuro?
–La cuestión a discutir en adelante es cuál es el mecanismo cuidadoso para evitar que el dólar se atrase y el peso se siga apreciando, porque, si no, los jubilados van a terminar cobrando US$1 millón por mes si seguís atrasando el dólar. Lo digo exagerado para que se entienda. Evitar que el dólar se atrase, una vez comido el colchón de los $800, porque hiciste un salto en demasía, fuiste al 2% mensual y la inflación te comió. Entonces tenés que ver cómo continúa esa historia, basada en la emergencia, pero todavía lejos del minuto 90.
–¿Cuándo hay que salir del cepo?
–Salir del cepo sirve, porque si no estamos en una economía trabada. Tiene trabas para que el exportador liquide, para que el importador importe bajo determinado formato, para que ingresen capitales y para que egrese capital. Entonces, si vos trabás el egreso de algo, tampoco habrá ingreso.
–¿Entonces?
–Entonces, más allá de que va en el buen sentido la liberación, estoy muy satisfecho de que haya quedado de lado la dolarización y que no se deje apurar el Presidente por este tema. Esto tiene que estar bien hecho. No hay ninguna cuenta para liberar el cepo que tenga que ver con que compré no sé cuántos dólares y tengo tanto de base monetaria.
–O sea no hay una conexión…
–No. No tiene absolutamente nada que ver eso. Acá hay que armar una agenda concreta en términos de la eliminación, no dándole bola a los locos que quieren el piletazo y donde hay que ir eliminando primero el blend; segundo, la capacidad de importar; tercero, toda la restricción que tiene la Comisión de Valores. Cuarto, comprar reservas, porque los que se fueron dejaron US$12.000 millones negativo. Si comprás diez, todavía estás dos abajo. También queda pendiente para el futuro eliminar el impuesto PAIS que se transformó más en un elemento recaudatorio que cambiario.
–¿Cuál es el rol del Banco Central?
–El Banco Central es un carro de bomberos que adentro no tiene agua. Es decir, frente a una eventualidad, si se incendia algo y tenés que tirar agua, hay que saber que abrís la canilla y no sale agua, porque si bien compraste diez, los que se fueron te dejaron doce negativo. Entonces los dólares que tiene el Banco Central todavía son de los encajes bancarios de la gente. Hay vencimientos y obligaciones que cumplir. Con el FMI está financiado, pero con los organismos internacionales no. Hay vencimientos de la moneda china de la otra irresponsabilidad del gobierno anterior. El escenario debe avanzar con prisa y sin pausa, pero ahuyentando las locuras de todos aquellos que ven que bajó la brecha, que compró reservas, que está cerca de la unificación… tranquilos.
–¿Y la dolarización?
–Es muy bienvenido el hecho de dejar de lado la dolarización, de la disminución drástica de los pasivos del Banco Central. Todo eso eran discusiones electorales, y me saco el sombrero que con eso generó votos. Pero, luego, cuando te toca, yo celebro la responsabilidad con la que se está trabajando en ese tema. Entonces no voy a aconsejar al Presidente, que además de economía entiende, pero que no se ceben con salir del cepo. Hay que distinguir entre macroeconomía y trading, entre macro y sector real. Está muy bien pensar en una bimonetariedad, y falta corregir que sea con convivencia y no con competencia de monedas. Los $800 del 10 de diciembre hoy son $1400. Eso mostró una fenomenal erosión cambiaria y esa dinámica no puede continuar. El problema del tipo de cambio de hoy en adelante es que no se deje de atrasar. La erosión cambiaria no puede continuar.
–¿Qué opina del llamado a la rebelión fiscal?
–Una autoridad no puede llamar a la rebelión fiscal.
Entre la macro, la política y la Academia
Carlos Melconian nació el 6 de noviembre de 1956, en Valentín Alsina, provincia de Buenos Aires. Está casado, tiene cuatro hijos y dos nietas. Estudió en la escuela pública y es licenciado en Economía por la Universidad de Buenos Aires y tiene un máster en Economía por la Universidad Torcuato Di Tella.
En 1991 fundó M&S Consultores, firma desde la cual asesoró a las principales empresas e instituciones argentinas y extranjeras. En abril de 2002 creó Fundación para el Cambio, entidad dedicada al estudio de la economía argentina y de Latinoamérica. También dirigió el Ieral de la Fundación Mediterránea entre 2022 y 2023. Fue presidente del Banco Nación y acompañó a Patricia Bullrich como su referente económico en la última elección. Hoy lidera MacroView, junto con su socio y amigo Rodolfo Santángelo, y sigue de cerca a Racing, el club de sus amores.
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