San Rafael, Mendoza 27 de julio de 2024

Sonrían (y aguanten) para la foto – Por:.Beatriz Genchi

¿Por qué antiguamente las personas siempre aparecían serias en las fotografías? ¿Acaso llevaban una vida sin alegría?

 Desarrollada por primera vez a finales de la década de 1820, la fotografía combinó el arte y la ciencia en un medio capaz de capturar una imagen en el momento. La innovación transformó la historia registrada en algo que podía documentarse tanto en imágenes como en texto. A medida que la tecnología avanzaba, el medio se hizo más popular, haciendo posible que las familias crearan instantáneas de sus recuerdos para que las generaciones futuras las apreciaran. Estos primeros retratos fotográficos nos transportan al pasado y nos muestran un modo de vida diferente: Las familias eran más numerosas, las ropas más voluminosas y las posturas más rígidas y formales. Pero quizá la diferencia más llamativa de todas sea que nadie parecía sonreír.

Las expresiones sombrías que se conservan en las primeras fotografías podrían hacernos suponer que las generaciones pasadas llevaban una vida austera y sin alegría. Sin embargo, la falta de jovialidad en estas instantáneas puede atribuirse a varios otros factores. He aquí la verdad que se esconde tras esas expresiones severas en las fotos antiguas.

En los primeros tiempos de la fotografía, los largos periodos de exposición hacían poco práctico fotografiar a las personas. Por ejemplo, la “Vista desde la ventana de Le Gras” del inventor francés Nicéphore Niépce, de 1826, considerada la fotografía más antigua que se conserva, requería un tiempo de exposición de ocho horas. Pasó más de una década antes de que Louis Daguerre inventara en 1839 el daguerrotipo, que hizo práctica la fotografía de retrato. Pero incluso entonces, era un proceso relativamente lento y meticuloso que requería que el sujeto permaneciera inmóvil durante 20 minutos.

A principios de la década de 1840, la tecnología fotográfica había avanzado aún más y las imágenes del daguerrotipo, que antes requerían una exposición de 20 minutos, sólo necesitaban 20 segundos para procesarse. Sin embargo, incluso los fotógrafos modernos comprenden la dificultad de mantener una sonrisa con la boca abierta durante mucho tiempo. Basta con unos instantes para que una sonrisa franca se convierta en algo más parecido a una mueca incómoda. Y cualquiera que haya tratado con un niño inquieto puede dar fe de que permanecer inmóvil durante más de unos segundos es un reto formidable. Para minimizar el movimiento y garantizar una imagen nítida, a veces se sujetaba a los niños durante toda la sesión fotográfica.

Además, hasta el siglo XX, el costo de los equipos fotográficos y los productos químicos tóxicos y peligrosos necesarios para procesar la película hacían que la mayoría de las fotografías fueran tomadas por fotógrafos profesionales que trabajaban en estudios o viajaban con sus equipos. Una sesión fotográfica requería mucho tiempo y dinero; costaba a una persona media hasta tres o más meses de sueldo, y una persona sólo podía ser fotografiada unas pocas veces en su vida. La exigencia de quietud, combinada con la novedad y el costo de posar para un fotógrafo profesional, creaba una atmósfera en la que era sencillamente más fácil mantener una expresión neutra o seria. Pero incluso una vez que existió la tecnología para captar expresiones más relajadas, pasó mucho tiempo antes de que sonreír en las fotos se convirtiera en la norma.

¡Entonces paciencia! ¡Y pensa que no es que no seas fotogénico, es que todos somos “fotógrafos”! 😊

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

 

 

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