Los analistas consideran que el tipo de cambio oficial deberá acelerar su ritmo de devaluaciones para evitar que se atrase en términos reales; de seguir con un crawling peg del 2%, para abril se borraría toda la competitividad ganada en diciembre
Esta misma lectura dejó el staff report que publicó ayer el Fondo Monetario Internacional (FMI), documento que contiene la “letra chica” del acuerdo firmado con la Argentina y que liberó para el país US$4700 millones. Si bien el equipo técnico ponderó la devaluación y resaltaron que el crawling peg (microdevaluación) del 2% ayudó a “anclar la inflación” tras el impacto inicial que generó esta medida, advirtieron que en los próximos meses el BCRA deberá adoptar una “nueva política monetaria” que evite una “rápida erosión de la ganancia de competitividad inicial”.
Actualmente, el tipo de cambio oficial cotiza a $826,90. Es decir, subió $26,90 en los últimos 50 días, equivalente a un avance del 3,3%. A modo de comparación, al ajustar por la inflación que hubo durante ese mismo período, los $800 alcanzados el día de la devaluación serían equivalentes a $1130 de hoy, según estimaciones del Grupo SBS.
“Cuando el dólar pegó un salto de $365 a $800, el tipo de cambio real se encontraba a niveles similares a la salida de la convertibilidad, cuando sucedió el famoso $1 a $4 y después vino una apreciación real. Pero el escenario actual es un poco lo contrario, porque empieza a haber un atraso cambiario y se está perdiendo competitividad, no están pudiendo sostener ese tipo de cambio real. Era previsible que, con el salto cambiario, deje un índice de precios muy volado con respecto a lo que había”, dijo Fernando Camusso, director de Rafaela Capital.
“Si bien desde los 2000 el promedio del tipo de cambio real fue de 120 y hoy está cercano a 118, seguirá apreciándose de seguir bajo este esquema. El BCRA está acumulando reservas por compras en el mercado de cambios, con alto nivel de restricciones mediante (cepo), pero estas compras han menguado y es una incógnita lo que vendrá en materia de política cambiaria. El mercado descuenta que habrá un ajuste más abrupto en abril para aprovechar el ingreso de la cosecha gruesa, pero también hay muchas dudas acerca de la estrategia del Central hasta ese entonces. Sobre lo que hay cierto grado de consenso es que este esquema no puede perpetuarse y deberá recalibrarse”, completó.
Algunas pistas sobre las expectativas que tiene el mercado se pueden observar en el segmento de dólar futuro, donde dos partes acuerdan a través de un contrato un precio del tipo de cambio mayorista para una fecha próxima. Uno se compromete a vender a ese precio y la otra a comprar, aunque las diferencias de valores se compensan en pesos. Si bien es un mercado de tasas y no de a cuánto estará el dólar, en tiempos de cepo cambiario se convirtió en una suerte de “termómetro”.
Hoy, los contratos con vencimiento al 29 de febrero se negocian a $849, por lo que el mercado considera que el crawling peg del 2% podría continuar un mes más (+2,6%). Pero, para finales de marzo, este valor aumenta a $899,50 (+5,9% frente al contrato anterior). Mientras que para abril, con la llegada de la cosecha gruesa, los contratos se ofrecen a $1014 (+12,7%).
“El mercado hoy no ve una devaluación, pero sí que considera que el crawling peg debería acelerarse. Es razonable para tener un dólar competitivo antes de que comience la liquidación de la cosecha gruesa. El problema de ajustar el dólar mayorista 2% en febrero, 6% en marzo y 12,7% en abril es que se volvería a un tipo de cambio real similar al obtenido el día después del ajuste efectuado por Sergio Massa. Sin dudas que puede llegar a ser un dólar que no tiente al campo para liquidar la soja a partir de mayo”, advirtió Walter Morales, presidente y estratega de Wise Capital.
A la misma conclusión llegaron los economistas de Grupo SBS, quienes resaltaron que el tipo de cambio real podría perder para abril toda la competitividad ganada en la devaluación de diciembre. “El mercado descuenta un tipo de cambio real más alto para entonces, aunque menor al actual y menor al de los $350 posPASO 2023″, señalaron.
Al observar las expectativas de inflación para los próximos meses, Camusso dijo que el crawling peg del 2% “no alcanza”. En tal caso, el Gobierno se encontraría ante un nuevo dilema: ir hacia un nuevo salto cambiario, con sus consecuencias en la inflación; o hacia un nuevo atraso cambiario, lo cual complicaría aún más el objetivo de tender hacia una unificación cambiaria, tal como quedó plasmado en el acuerdo con el FMI.
“Hay una enorme incertidumbre y el mercado espera una señal fiscal para anclar las expectativas. Por ahora, el crawling peg se mantiene demasiado bajo y se terminó la Serie 1 del Bopreal [bono importador]. Resta ver si se acelera la entrada de dólares para importaciones o qué sucederá con el blend 80-20 de los exportadores [80% liquidan al oficial y 20% al CCL; el staff report prevé que este esquema termine en junio]. Estamos ante un equilibrio sumamente inestable y, mientras tanto, la tensión cambiaria continuará. Si la tasa nominal permanece muy baja y el proceso de licuación continúa, creo que en el horizonte seguirá el proyecto de dolarización del Gobierno”, cerró Camusso.
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