San Rafael, Mendoza miércoles 27 de noviembre de 2024

Taxidermista poco ortodoxo – Por:.Beatriz Genchi

Cuando el pequeño Gerald McGrew personaje recurrente del libro visitó por primera vez un zoológico, se sintió profundamente decepcionado. Los animales no le parecieron “lo suficientemente buenos” y expresó su intención de buscar otros nuevos, los más extraños y exóticos que su imaginación se atreviera a concebir.

Pero la alucinante fauna que desfila por las páginas de “Si yo dirigiera el zoológico” (1950) brotó de la mente y de la pluma de su verdadero protagonista, Theodor Seuss Geisel. Sin duda se trataba de su obra más autobiográfica: su padre trabajaba como encargado del antiguo zoológico de Springfield (Massachusetts) y el pequeño Ted solía pasarse las tardes reproduciendo en su cuaderno a las fieras.

En cuanto se hizo adulto y viajó a Nueva York para iniciar una fulgurante carrera como escritor y caricaturista, su padre continuó enviándole por correo picos, cuernos y astas procedentes de los animales que iban muriendo en el parque por causas naturales. Y del mismo modo que los taxidermistas de antaño perfeccionaron su técnica con el propósito de exhibir especies salvajes y exóticas de los rincones más remotos del mundo, para educar y concienciar acerca de su preservación, el Dr. Seuss aspiraba a convertirse en “la mayor autoridad mundial en animales inauditos” para la revista Look. Le daría nueva vida a cada parte de animal que su padre le enviaba, creando criaturas encantadoras de un mundo de fantasía.

El autor de “El gato ensombrerado” y “Cómo el Grinch robó la Navidad” utilizó dientes de león y orejas de conejo para dar vida a gamusinos, arenques de fuego y morsas carbónicas. Incorporando elementos de animales auténticos sobre armazones de madera cubiertos de papel maché y arcilla pintados a mano, cada escultura pretende otorgar visos de realidad a sus sueños. Según certificaba su primera esposa en una entrevista para el Saturday Evening Post en 1957, Geisel “nunca aprendió a dibujar”. Ignoraba deliberadamente la anatomía realista y las normas artísticas tradicionales, lo que le permitía expresar una creatividad fuera de lo convencional. “Pone las articulaciones donde cree que deben estar. Los codos y las rodillas siempre le han costado especialmente. Horton es el mejor elefante que puede dibujar, pero si se parase a pensar cómo funcionan sus rodillas, no podría ni mantenerse en pie”.

Las esculturas le acompañaron durante décadas e incluso las utilizó para presentar su primer libro para niños. Estuvieron expuestas en una librería de Nueva York durante semanas y atrajeron tanto la atención que Geisel decidió venderlas poniendo un anuncio, en la publicación donde trabajaba como caricaturista, anunciándolas como “trofeos raros y sorprendentes para las paredes de su sala de juegos, guardería o bar”. En 1997, seis años después de la muerte de Theodore, su segunda mujer, Audrey Stone, decidió dar a conocer el peculiar catálogo de esculturas respetando las últimas voluntades de su esposo. Dado que las piezas originales presentaban desperfectos, recientemente se han elaborado nuevas réplicas en resina para coleccionistas.

Yyy me da por pensar porque no crear a nuestro alrededor un mundo posible?
¡Si que podemos!

Gentileza:

Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.

bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

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