La obesidad es una de las grandes epidemias del siglo XXI. Desde la década de los 70 su prevalencia no ha dejado de crecer. De hecho, se ha duplicado o triplicado, según los países, en los últimos 30 años. El aumento de la ingesta calórica unido a estilos de vida actuales inadecuados, como el sedentarismo, potencian los efectos de las alteraciones genéticas que caracterizan a la obesidad. Una enfermedad crónica que se produce por una alteración en el sistema de regulación del apetito y del funcionamiento de la grasa.
Hoy, todavía una persona con obesidad vive rodeada de estigmas y prejuicios que acaban minando su calidad de vida. «Las barreras empiezan con el día y es que vestirse ya es un problema. Las tiendas de ropa ofrecen prendas para personas con normopeso, pero encontrar tallas grandes -sobre todo para personas jóvenes- que queden bien y nos hagan sentir a gusto es muy complicado», explica Victoria Buiza, paciente y presidenta de la Asociación Bariátrica Híspalis Nacional, que trabaja en la sensibilización de los problemas de la obesidad y el sobrepeso. Y sigue: «a las personas con obesidad les cuesta más encontrar (y mantener) trabajo e, incluso, viajar en avión o sentarse en el autobús».
Además, de los estilos de vida sedentarios y la predisposición genética, el doctor Javier Salvador, profesor emérito de Endocrinología de la Universidad de Navarra, añade también a la lista el entorno obesogénico, aspectos socioeconómicos, como la desigualdad, factores psicológicos, como el estrés mental, y algunas enfermedades y tratamientos que contribuyen significativamente al aumento de la prevalencia de obesidad.
En realidad, la obesidad, define el doctor, es «una enfermedad compleja en la que interaccionan entre sí causas genéticas, ambientales, biológicas y conductuales». Todas ellas facilitan el excesivo acúmulo y alteración funcional del tejido adiposo. Esto genera una respuesta inflamatoria. El experto asegura que esta inflamación constituye una de las bases más importantes para el desarrollo de complicaciones en forma de enfermedades metabólicas, cardiovasculares y cáncer, entre otras.
MÁS DE 200 ENFERMEDADES ASOCIADAS
Y es que la obesidad sigue siendo, por ejemplo, la principal causa de diabetes tipo 2 y es causa directa de 11 tipos diferentes de cáncer. Además, «se han descrito más de 200 complicaciones atribuibles a la obesidad, que se constituyen como enfermedades propias. Entre ellas, problemas cardiovasculares como hipertensión, insuficiencia cardiaca, fibrilación auricular, infarto de miocardio y accidente cerebrovascular o enfermedades con base metabólica como diabetes tipo 2, hígado graso y diversos tipos de cáncer. La obesidad también puede generar enfermedades endocrinológicas como el ovario poliquístico, infertilidad e hipogonadismo», resume el doctor Salvador.
«A los pacientes nos genera mucho desanimo el ir de consulta en consulta. Es complicado que se nos diga claramente que padecemos una enfermedad crónica multifactorial que conlleva el riesgo asociado de tener otras muchas patologías asociadas», cuenta Victoria Buiza.
Para ella, las consecuencias y el impacto psicológico de esta enfermedad en la salud mental de los pacientes es muy grave. «En muchísimos casos, los enfermos desconocen el motivo de la obesidad. Esto -unido a los prejuicios externos de la sociedad que hacen que se sientan culpables de su patología- provoca síntomas depresivos», argumenta.
Buiza recalca, además, que estos problemas mentales se agravan aún más en la infancia y juventud, porque «los niños y jóvenes aún no cuentan con suficientes recursos para sobrellevar esta enfermedad a nivel mental».
DIETA Y EJERCICIO ¿ES SUFICIENTE?
Hasta no hace mucho tiempo, se creía que la obesidad se debía a una falta de voluntad del paciente, por lo que se tiende a verter la culpa sobre la propia persona. Hoy en día, la ciencia ha demostrado que se trata de una enfermedad crónica, donde existe un desbalance energético, producido por una alteración en el sistema de regulación del apetito y del funcionamiento del tejido adiposo, que está condicionada por factores biológicos, genéticos y ambientales, entre otros, y no por la falta de voluntad del paciente.
En consecuencia, explica Javier Salvador, «la antigua propuesta de tratamiento basada en ‘menos plato y más zapato’ no es eficaz para tratar la obesidad y mantener el resultado a largo plazo». Es cierto que, en general, la dieta y el ejercicio pueden alcanzar una pérdida de peso máxima del 5-8%. Pero, en realidad, las complicaciones más graves de la obesidad requieren pérdidas de peso superiores al 15-20%.
Por lo tanto, el doctor expone que la dieta y el ejercicio, aun siendo beneficiosos y necesarios, no resuelven las alteraciones genéticas ni las alteraciones en la regulación del balance energético que inducen, «por lo que se consigue perder peso a corto plazo, pero se recupera a continuación, revirtiendo los beneficios conseguidos».
EL PAPEL MÉDICO EN EL MANEJO DE LA OBESIDAD
Ante tal contexto, la comunidad médica tiene la necesidad de individualizar el tratamiento para mejorar la adherencia al mismo. Eso cree el doctor Salvador quien añade otro factor clave: la educación de las personas que viven con obesidad, de los profesionales sanitarios y de la sociedad en general.
Este conocimiento facilitaría, según el experto, «la comprensión acerca de que la obesidad como una enfermedad crónica, progresiva, recidivante y multifactorial, lo que mejoraría a su vez el rendimiento terapéutico y ayudaría a evitar la tan perjudicial estigmatización».
Unos prejuicios que son necesarios destruir. La presidenta de la Asociación Bariátrica Híspalis Nacional reclama que se trate a las personas con obesidad igual que a todos los pacientes con otros tipos de enfermedades crónicas. «Pocas veces se dictamina como juicio clínico claro que padecemos obesidad. Se nos trata por otras causas como hipertensión o diabetes o se nos dan dietas fotocopiadas, pero sin trato personalizado y sin una unidad multidisciplinar detrás».
El tratamiento de las obesidades, que es diferente en cada persona, requiere, por lo tanto, de un abordaje multidisciplinar para atender los diferentes factores causales y las complicaciones derivadas de la obesidad en cada individuo. Por ello, el especialista en Endocrinología, el doctor Salvador, considera que hay que «mejorar el acceso a los recursos terapéuticos -incluyendo una mayor disponibilidad de nutricionistas, de especialistas en prescripción de ejercicio físico individualizado, de psicólogos del empleo del tratamiento farmacológico y quirúrgico cuando se encuentren indicados y de la facilitación de un adecuado seguimiento crónico a largo plazo.
Fuente:https://www.elmundo.es/uestudio/2023/12/20/6582c4defc6c83d87a8b4588.html
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