San Rafael, Mendoza miércoles 27 de noviembre de 2024

Una plaga de gusanos devoradora de barcos convertida en superalimento con sabor a ostra

"Almejas desnudas" en el interior de un trozo de madera.«Almejas desnudas» en el interior de un trozo de madera.Universidad de Plymouth
Desde hace tres siglos hemos tratado de exterminarla para que no destruya muelles y flotas enteras, ahora los científicos la crían como marisco sostenible rico en vitamina B12 y omega-3

El gusano de barco o Terero navalis es una plaga. Una especie de termita marina devoradora de madera, en la que construye su hogar. Responsable de la destrucción de barcos, muelles y pilotes submarinos, decantando a través de sus túneles la historia de la navegación, poniendo en jaque ciudades, o a la Royal Navy en el siglo XVIII. Ahora los científicos acaban de descubrir que es un superalimento, y nos invitan a que nos las comamos.

Para ello le han dado primero un nombre más comercial: almejas desnudas. Y una carta de presentación de lo más nutritiva. Saben a ostra, y sus niveles de vitamina B12, fundamental para la salud de las neuronas y la sangre, es superior a la de la mayoría de bivalvos.

Investigadores de la Universidad de Cambridge se han puesto a criarlos, añadiendo a su dieta de madera un compuesto a base de algas, haciendo que los gusanos se enriquezcan con ácidos grasos poliinsaturados omega-3. Sus resultados acaban de publicarse en la revista Agricultura Sostenible.

«Nunca antes se había intentado la acuicultura de almejas desnudas. Los cultivamos utilizando madera que de otro modo acabaría en los vertederos o sería reciclada. Son ricas en proteínas y muy nutritivas, y pueden producirse con un impacto medioambiental muy bajo«, afirma el Dr. David Willer, investigador de Henslow en el Departamento de Zoología de la Universidad de Cambridge y primer autor del informe.

Varios ejemplares de almeja desnuda.
Varios ejemplares de almeja desnuda.Universidad de Plymouth

Estos gusanos crecen extraordinariamente rápido, más que cualquier otro bivalvo. Alcanzan los 30 centímetros en sólo seis meses. El motivo es que no tienen caparazón, pero sí una pequeña concha en un extremo que apenas crece, lo que les permite dedicar toda su energía al crecimiento del cuerpo, al revés que los mejillones o las ostras, que pueden tardar dos años en alcanzar un tamaño cosechable.

El Teredo navalis se encuentra en mares y océanos templados y tropicales de todo el mundo. Se cree que pudo originarse en noreste del océano Atlántico, pero ya es difícil establecerlo, debido a su expansión por el mundo a través de cualquier escombro de madera o casco de barco. En 1730 empezó a destruir los diques que protegían de inundaciones los Países Bajos. Poco después la Royal Navy tuvo que recubrir con cobre los fondos de sus barcos para no quedarse sin flota. En 1920 ya se estaba comiendo los muelles de la bahía de San Francisco, en el Océano Pacífico.

Ningún tratamiento puede con ella. Se ha intentado con aceite de linaza, pintura metálica, vidrio en polvo, con tratamientos de carbonización y biocidas como el arseniato de cobre cromado, y aunque se logra mitigar parcialmente la plaga, el gusano siempre vuelve. Quizá su exterminio en los océanos llegue ahora al revelarse como supermarisco.

Los investigadores desarrollaron un sistema de acuicultura completamente cerrado. Que además de eliminar los problemas de calidad del agua y seguridad alimentaria que a menudo se asocian con el cultivo de mejillones y ostras, permite que se pueda cultivar incluso en entornos urbanos, lejos del mar.

«Necesitamos urgentemente fuentes de alimentación alternativas que proporcionen el perfil rico en micronutrientes de la carne y el pescado, pero sin el costo ambiental que ellos supone. Nuestro sistema ofrece una solución sostenible», apunta el Dr. Reuben Shipway de la Facultad de Ciencias Biológicas y Marinas de la Universidad de Plymouth, autor del informe. Y añadió: «Pasar de comer hamburguesas de ternera a nuggets de almeja desnuda puede convertirse en una forma fantástica de reducir la huella de carbono». Incluso pueden ser un sustituto de la «carne blanca» en alimentos procesados como palitos de pescado y croquetas de pescado.

Comer estos gusanos no ha sido, sin embargo, una ocurrencia de los científicos británicos. Hace tiempo que los gusanos de barco se comen en Filipinas, ya sea crudos, rebozados o fritos como los calamares. En el plato tampoco se diferencia demasiado de un chanquete frito, o de un rabo de calamar. Al final seremos los comensales los que decidamos si acabar con una plaga comiéndola, haciendo buena aquella de Oscar Wilde: «Tengo gustos simples. Me satisfago con lo mejor».

Fuente;https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/medio-ambiente/2023/11/20/655b2b6fe4d4d8c72b8b456d.html

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