Un grupo de matemáticos ha recreado las condiciones ambientales que existían en Giza hace 4.500 años para tratar de dar respuesta a uno de los grandes enigmas que rodean a la civilización egipcia, cómo se contruyó la Gran Esfinge, uno de los monumentos más característicos y visitados de Egipto.
En en el experimento, los científicos han usado montículos de arcilla blanda con un material más duro y menos erosionable en su interior para tratar de reproducir el material en el que está esculpido la esfinge, algo que en la naturaleza recibe el nombre de yardang. Una vez hecho esto, sometieron la estructura a la fuerza de un túnel de agua para simular la erosión provocada por el viento y el resultado que dio es la forma de una esfinge.
Por ello, Leif Ristroph, uno de los profesores participantes en el estudio, ha afirmado que el origen de uno de los monumentos más emblemáticos de la antigueda puede ser natural, pese a que luego los humanos terminaran de darle forma.
«Nuestros hallazgos ofrecen una posible historia del origen de cómo las formaciones del tipo de la Gran Esfinge pueden surgir a partir de la erosión. Nuestros experimentos de laboratorio han demostrado que formas sorprendentemente parecidas a las de una esfinge pueden, de hecho, provenir de materiales erosionados por flujos rápidos», ha afirmado.
«Nuestros resultados aportan una teoría simple sobre cómo las formaciones del tipo de la Gran Esfinge pueden surgir a partir de la erosión. Hoy en día hay yardangs que parecen animales sentados o tumbados; eso respalda nuestras conclusiones. Este trabajo también puede resultar útil para los geólogos ya que revela factores que afectan a las formaciones rocosas, es decir, que no son homogéneas ni uniformes en su composición. Las formas inesperadas surgen de cómo se desvían los flujos hacia las partes más duras o menos erosionables», explica Ristroph.
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