El futbol argentino es un milagro. Puede dotar al mundo de tres de los más grandes futbolistas de la historia como Di Stéfano, Maradona y Messi, y al mismo tiempo entregarnos una incorrección como el estadio de Liniers en Buenos Aires. El Club Social y Deportivo Liniers es una de esas instituciones que se forjan a pulmón.
Fundada en 1931 sufrió todas las crisis posibles para un club de barrio. Cambio de nombre, fusiones y cierres temporarios. En los años ’70 pierde su cancha y su sede social. En la Asociación del Futbol Argentino se lo conocía como “el club del cordón de la vereda” y sus reuniones de comisión directiva se realizaban en bares. A mediados de los ’80, con el aporte de sus socios más seguidores, compra un inmueble para una nueva sede social.
Pero tuvo una primavera corta, la AFA lanza una amenaza: “Los clubes que no posean estadio propio, serán desafiliados”. ¿Como hace un club que subsiste con mucho amor y con monedas para comprar una manzana en la Ciudad de Buenos Aires? A través de rifas, festivales, colectas y mangazos se logra comprar unas tierras fiscales en San Justo, a 8 kilómetros de su ex sede social. El 12 de diciembre de 1987 inaugura orgulloso el humilde estadio Juan Antonio Arias con capacidad para 3 mil espectadores. Menos de los soñados, más de lo necesario, pero justo para mantener la pasión por La Topadora (su apodo).
Durante los siguientes 30 años, Liniers disputó más de 500 encuentros en su estadio y nadie se dio cuenta que encerraba un secreto. En el año 2016, un trasnochador aficionado al futbol, haciendo un recorrido con el Google Maps hace un descubrimiento desopilante. El campo de juego del club Liniers no era un rectángulo, era un… en realidad no se sabe bien que era. Parece un paralelogramo, pero ni eso, es más grave, se trata de un trapezoide oscilante. Desafiando las leyes de la geometría y el reglamento del futbol, una mitad del campo posee 48 metros de longitud de un lateral mientras que del otro llega a los 54. Un área es 2 metros más ancha que la otra y ninguno de sus ángulos es 90 grados. Como las líneas de fondo no son paralelas, si un arquero hace un saque de meta potente y recto, el balón no se dirigirá hacia el arco contrario, saldrá por la línea de fondo contraria a 4 metros del palo más cercano. Por fin se explica por qué es la cancha donde se concretan más goles olímpicos. Como si la historia de Liniers no tuviera suficientes problemas, su estadio fue clausurado y debió invertir el doble de su presupuesto anual para arreglarlo. Esta vez, contrataron a un agrimensor.
El club argentino que tenía su cancha de fútbol torcida la enderezó en 2016 después de casi 30 años y podrá volver a jugar como local.
«Nos da un poco de nostalgia a mí y a todos los hinchas que nuestra cancha no esté más en falsa escuadra», declaró el presidente de Liniers, Marcelo Gómez, al deportivo Olé del miércoles. «Era un símbolo de nuestro club, característico de la institución».
Las anomalías eran ignoradas por la mayoría de los aficionados al fútbol, pero conocidas en el balompié del ascenso. ¡Ningún club jamás alzó una protesta, hasta que sí lo hizo la AFA y por observaciones de un tercero!
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut
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