Massa viaja a Washington para la reunión del Directorio Ejecutivo, una visita atípica en medio de la campaña, mientras el staff empieza a medir el pulso de las intenciones de Javier Milei y Patricia Bullrich
La caótica semana que dejaron las primarias mostró los primeros reacomodamientos políticos y económicos en el camino que aún resta recorrer hasta las elecciones generales de octubre, y, después, hasta el cambio de gobierno. Fue el inicio de la transición. La primera parada crucial en ese camino ocurrirá en Washington esta semana, cuando el Fondo Monetario Internacional (FMI) apruebe –salvo algún imprevisto– el giro por US$7500 millones, el último desembolso antes de la votación, que el organismo liberará ya con la mente puesta en la próxima negociación con el ganador de la elección.
El Gobierno guardó bajo siete llaves la devaluación hasta que terminó el escrutinio, una movida siempre rechazada por el oficialismo y finalmente avalada para poder acceder al giro del Fondo. El salto del dólar oficial, sin un plan detrás, marcó el puntapié de una nueva corrida cambiaria que llegó a colocar al dólar blue, ajustado por inflación, arriba del que dejó la renuncia de Martín Guzmán. Este nuevo azote y la incertidumbre del escenario político de “tres tercios” que dejaron las primarias empujan al país hacia una inflación mensual de dos dígitos mensuales, y una crisis mucho más aguda.
El viaje del ministro, que se ha preocupado por cultivar sus vínculos en Estados Unidos, es ciertamente atípico para la cita: desde que la Argentina volvió al Fondo durante el gobierno de Mauricio Macri, ningún ministro de Economía o funcionario viajó a Washington exclusivamente para una reunión del board, ampliamente vista como una mera formalidad para aprobar un acuerdo. A esa altura, los directores ya suelen haber tenido reuniones informales con el staff para empaparse de los detalles de lo que se arregló, y ya se han tejido los pactos políticos necesarios para conseguir el visto bueno definitivo. Nadie llega a esa instancia arriesgándose a imprevistos. Pese a ese historial, Massa decidió viajar en medio de la campaña, un testimonio de la importancia vital que ese desembolso tiene para evitar un descarrilamiento mayor de la economía antes de octubre, y, también, para sus posibilidades de entrar en el ballotage que decidirá quién sucederá a Alberto Fernández.
La reunión del board tiene, sí, un matiz singular: llega apenas diez días después de las primarias que cambiaron el tablero político en la Argentina. Rodrigo Valdés y Luis Cubeddu, los dos funcionarios que informarán sobre el acuerdo y la coyuntura argentina a los directores antes de la decisión final, podrán ofrecer, por primera vez, un análisis de primera mano sobre los planes de Javier Milei y Patricia Bullrich, los dos principales candidatos opositores al Gobierno. Ambos se reunieron esta semana, virtualmente, con Luciano Laspina, referente de Bullrich, y con Javier Milei y su equipo económico. Hubo un tercer encuentro con Carlos Melconian, coordinado por Laspina. Melconian, un líbero que trabaja desde hace tiempo en un plan económico, parece más cerca de sumarse al equipo de Bullrich. Un portavoz del Fondo dijo que estas reuniones eran una oportunidad “para intercambiar puntos de vista sobre las perspectivas económicas actuales de la Argentina y entender sus prioridades de política económica”.
A diferencia de Milei y su equipo, los economistas de Juntos por el Cambio, que ya mantenían un diálogo bastante fluido con el staff, evitaron dar precisiones o detalles sobre la charla, sumidos por ahora en el hermetismo. El espacio aún no reaccionó del todo al resultado de las primarias y está a la espera de que Bullrich termine de definir su mensaje de campaña y de ensamblar su equipo económico.
Pese a la turbulencia en la que aparece encerrada la Argentina, las definiciones que han dejado hasta ahora los candidatos, sus economistas, y algunos movimientos de Massa y su equipo empiezan a dibujar algunos consensos que el Fondo siempre buscó y que, ahora, finalmente, en el prólogo de la transición, parecen comenzar a arraigarse. El primero y principal: la necesidad de bajar subsidios, profundizar el ajuste fiscal y llevar a la Argentina al “déficit cero”. El segundo: levantar el cepo y unificar el mercado cambiario, una corrección en la cual el staff del Fondo ha insistido mucho porque la considera imprescindible para acumular reservas, una de sus prioridades. Las diferencias aparecen a la hora de discutir métodos y velocidades. Estos primeros consensos deberían ayudar a despejar dudas remanentes sobre la aprobación del giro, aunque hay, aún, quienes esperan para ver la firma final del directorio.
Una vez que el board apruebe el acuerdo técnico, el Fondo difundirá un comunicado que incluirá seguramente declaraciones de Kristalina Georgieva sobre la Argentina. Luego se difundirá el staff report, el informe con la mirada de los funcionarios del organismo, que suele mechar elogios con críticas y advertencias, y ofrecerá una imagen completa del acuerdo y las negociaciones. Allí quedará plasmado, también, el primer análisis del staff sobre el panorama político del país y el futuro del programa. El desembolso será un nuevo espaldarazo –¿y último?– del Fondo al “plan llegar”. Lo que venga después dependerá del resultado de octubre.
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