Agustín Rossi, Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Kirchner, en la inauguración del gasoducto Néstor KirchnerCaptura
Cómo dejará el país el paso del cuarto kirchnerismo y qué desafíos se le abre a la próxima administración
El análisis de la “pesada herencia” cierra con un camino que se describe como “inevitable”. El nuevo gobierno que asuma desde el año que viene deberá –dicen- impulsar tres decisiones imposibles de eludir: un salto en el tipo de cambio oficial (una devaluación), un significativo ajuste de las cuentas fiscales y un nuevo acuerdo con el FMI.
El documento de la Fundación Capital deja luego una pregunta flotando, esta vez, más política que económica. ¿Contarán los programas de estabilización con el soporte político necesario dados los escenarios de “tres tercios”? El interrogante económico, claro, no puede faltar. ¿De dónde saldrán los dólares necesarios para implementar el plan?
Carlos Melconian se hará cargo la semana que viene en Córdoba de la vocería económica de Juntos por el Cambio. Es el ministro de Economía en el que piensa Patricia Bullrich. De viaje por Estados Unidos, fue inubicable para LA NACION. El economista viene trabajando hace meses con la Fundación Mediterránea en un plan. Dicen cerca de él que recalca permanentemente que es un programa integral. Cree que hay que hay que bajar el déficit fiscal cerca de 3,5 o 4 puntos del PBI. Quiere salir del cepo, pero el timing dependerá de la herencia. A la larga se convergerá a un esquema de regulaciones macro como las que hay en la región. La charla con el Fondo es algo que el economista ya comenzó en estos días.
Sergio Massa no coincide con el pronóstico para el próximo presidente. “No necesitás un salto, porque vas a tener un ingreso de dólares en 2024 que este año no tuviste. Al contrario, vas a tener vas a tener responsabilidad en la administración de la brecha”, dicen en el quinto piso del Palacio de Hacienda. Massa se prepara para enviar su proyecto de presupuesto con “déficit cero” gracias a una “separata” -como hizo el año pasado- en la que pide al Congreso que debata los beneficios fiscales que tienen las empresas. “¿Se requerirá un nuevo acuerdo con el Fondo?”, preguntó LA NACION. “Claramente. Hay que juntarse con todos los sectores políticos y con el FMI, y proponer un nuevo programa”, dijeron.
Más allá de esos tres primeros pasos, surgen tres preguntas. ¿Cómo será la herencia que recibirá el próximo gobierno?, ¿qué elementos debe contemplar un plan de estabilización para ser exitoso? Y, ¿en qué contexto político se desarrollará?
La Fundación Capital ya comenzó a analizar la trágica herencia que dejarán de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El próximo gobierno recibirá una economía en estanflación. La inflación esperada hasta el 10 de diciembre –dice el documento- es de entre 154% hasta un 180%. La actividad, estiman, caerá 3,3%. Es un pronóstico más oscuro del que publicó meses atrás el Fondo Monetario (-2,5%). “En detalle, el PBI se encontraría un 2,7% por debajo de 2015, con un consumo e inversión en el mismo nivel que hace ocho años. Además, el desafío social resulta muy preocupante”, alertaron.
El salario del sector privado registrado, caería un 4,1% interanual en 2023 en términos reales, ubicándose 5,3% por debajo del ingreso de 2019 y 18,5% de 2015. Además, el salario mínimo, proxy de ingreso del sector informal, quedaría 11,3% por debajo de 2019 y un 34,8% por debajo de 2015. La pobreza estará cerca del 40% (más de 60% entre los chicos).
El dólar no dará tregua. “Hasta julio, se ubicaba un 25% por debajo del nivel de diciembre de 2019 y la devaluación reciente no implicará una mejora del mismo con un pass through que será rápido y del 100%. El déficit fiscal primario alcanzaría el 2,6% del PBI, resultando muy superior al que las autoridades heredaron de la administración previa (-0,4% del PBI en 2019). Aún más, los subsidios energéticos concluirían el año en torno al 1,9% del PBI, 0,9 puntos por encima de 2019″, indicaron en la Fundación Capital. Las reservas netas estimadas el 10 de diciembre quedarían en –US$9000 millones. La deuda comercial de las empresas por importaciones realizadas y no pagadas llegaría hasta los US$15.000 millones.
La deuda bruta, pese al relato kirchnerista, llegará a 85,9% del PBI (67% en moneda extranjera y 33% restante en moneda local), pero “con un gran porcentaje indexado al tipo de cambio o a la inflación (70% aproximadamente)”. El próximo gobierno deberá hacer frente a elevados vencimientos de la deuda pública en moneda extranjera con tenedores privados por más US$10.000 millones anuales desde 2025, tras la renegociación de Martín Guzmán.
El balance del Banco Central (BCRA) y el del sistema financiero, según el documento de la consultora privada, se han deteriorado. La suma de letras intransferibles, adelantos transitorios y otros títulos públicos alcanzaron el 70% del activo del BCRA, en niveles similares al de diciembre de 2015 y bien por encima del de diciembre de 2019 (en torno al 50%). Los pasivos remunerados como porcentaje del PBI totalizaron un 10,6%, frente a 5,4% del 2015 y 5% de 2019″, indicaron. La exposición del sistema financiero al sector público subió (48,9% contra el 23,6% a fines de 2019).
Un plan para el futuro y los riesgos
¿Qué rasgos debe tener un plan de estabilización para ser exitoso? Un profundo trabajo de Gabriel Palazzo, Martín Rapetti y Joaquín Waldman concluye lo siguiente. Las condiciones para la estabilización dependen “decisivamente del estado y la evolución de los fundamentos macroeconómicos”. A pesar de la incidencia muy significativa que puede tener un tipo de cambio utilizado como ancla (estable), los especialistas afirman que la “evidencia sugiere que partir de cuentas fiscales balanceadas y mantenerlas en el tiempo contribuye significativamente a una estabilización perdurable”.
Resaltan dos matices. “Partir de cuentas fiscales ordenadas, no garantiza el éxito”, dicen. Dan los casos de Ecuador (1988 y 1992) o de México en 1983. “El estado inicial y la evolución posterior de las cuentas externas juegan un rol igual de importante en el proceso de estabilización”, indicaron los investigadores. Cuentas ordenadas y más exportaciones.
Finalmente, estiman que los planes de estabilización se aplican casi siempre en contextos de incertidumbre, por lo que recomiendan que quien aplique el plan debe tener al tipo de cambio como “una variable objetivo clave”. Una apreciación del tipo de cambio, seguida de saltos bruscos del dólar, no contribuirán a la estabilización, pese a buenas condiciones macro. El tipo de cambio debe mantenerse estable si no quiere desperdiciarse capital político clave.
Con la radiografía de las PASO, ¿se puede aplicar un plan de estabilización? “Si este resultado se repite en octubre, dará lugar a un triángulo de gobernabilidad imposible: mientras el outsider Milei ocuparía la presidencia, un macrista (Jorge Macri, primo de Mauricio) gobernaría la ciudad de Buenos Aires y un kirchnerista (Axel Kicillof, hijo político de Cristina) haría lo propio en la provincia de Buenos Aires. Las dos Buenos Aires albergan al 45% de los argentinos y rodean al gobierno nacional”, analizó el politólogo Andrés Malamud para la consultora Abeceb.
“La coalición de Macri gobernó los tres territorios entre 2015 y 2019, y aun así enfrentó resistencia social y terminó en fracaso; la dispersión tripartita del control augura aún menos gobernabilidad”, rememoró.
Malamud cree improbable que gane Massa por el devenir económico. Sugiere que, con un triunfo de Bullrich, el desafío será “enfrentar la resistencia callejera del peronismo bonaerense contra el ajuste”. Una victoria de Milei, escribió, apunta al desenlace peruano, dice, en alusión a la inestabilidad que rodeó el corto y pedregoso camino de Pedro Castillo.
Sé el primero en comentar en «La trágica herencia de Alberto y Cristina, y los inevitables tres pasos del próximo presidente»