Después de casi un siglo a la vista y una batalla legal que se extendió por más de una década, una escultura de Constantin Brancusi que había sido una de las principales atracciones en el cementerio de Montparnasse de París puede ser retirada de ese su antiguo hogar.
El artista en cuestión fue un escultor, pintor y fotógrafo rumano, considerado pionero del arte moderno. Sus obras se encuentran en museos de Francia, Estados Unidos, Rumanía y Australia. En 1952, obtuvo la nacionalidad francesa y donó al Museo de Arte Moderno de París su taller, con casi cien esculturas. Él además tenía una amplia gama de intereses, desde la ciencia hasta la música. De hecho, era un buen violinista y solía tocar canciones populares rumanas. Inspirándose en el arte escultórico prehistórico y africano, intentó mostrar la naturaleza subyacente al desnudo mediante una simplificación extrema de la forma. Trabajó el mármol, piedra caliza, bronce y la madera. Predomina en sus obras dos formas simples: el huevo y el cilindro alargado.
En 1907 Brancusi realiza “El Beso”, una obra escultórica realizada en bulto redondo a base de formas sencillas. El escultor representa las figuras de un hombre y una mujer fundidos en un profundo beso. Él y ella apenas son discernibles, la figura femenina está diferenciada por el ligero abultamiento de su vientre y el pecho que invade el espacio de la figura masculina. Los dos personajes parecen simétricos, el pelo de ambos se traza con líneas ondulantes, sus ojos son pequeños y ligeramente almendrados y sus labios sobresalen para fundirse como si sólo fueran uno. Los brazos son demasiado largos y delgados y se enroscan en el cuerpo del otro sin poder distinguir con claridad cual pertenece a cada uno de los dos amantes.
Brancusi concibe la escultura como un bloque, de hecho, las figuras apenas están perfiladas ni trabajadas. La tosquedad del bloque contrasta con la sencillez de las formas de los personajes vinculándose así a las formas escultóricas más primitivas. La sencillez de la obra tiene así un correlato en el sentimiento de los amantes: dos personas diferentes que a través de un sencillo acto de amor comienzan a ser una sola, de la misma manera en la que el artista es capaz de plasmar a los dos personajes en un solo bloque de mármol.
Rudolf Wittkower, reconocido historiador del Instituto Warburg de Londres, señaló que esta obra probablemente es una respuesta adversa a “El beso” de Rodin ya que tenían cierta disputa sobre la forma de trabajar el mármol. En efecto, Brancusi no buscó la forma exacta y sensual de los cuerpos abrazados que vemos en la pieza de aquél. Baso la expresividad de la obra en la riqueza de su condición primaria: en la escultura como forma, como materia. De allí su apariencia simple y arcaica, que sin duda es intencional.
Brancusi, como otros artistas vanguardistas, se interesó por las culturas originarias, especialmente las de África. Era asiduo visitante de museos etnográficos en París, razón por la que no buscaba modelos formales en la tradición occidental. Tomó en consideración estas expresiones arcaicas u originarias y, en cierto modo, captó de ellas la manera de sustraer lo esencial de las formas. Por esta vía llegó en poco tiempo a la abstracción en la escultura. Bueno hasta aquí el autor, pero sigo con el relato antes de que se me note … mucho la admiración que tengo por Brancusi.
El medio francés Le Monde informa que en diciembre de 2021 que un tribunal francés se puso del lado de los herederos de la persona enterrada debajo de la lápida en la que se encuentra el Brancusi, lo que significa que la familia puede reclamar la obra.
Pero la disputa legal sobre la obra, la escultura de 1909 titulada “El beso” que muestra a dos amantes abstraídos en un abrazo, aún no ha terminado. Cuando los herederos fueron a la tumba a hacerse con la obra en diciembre, el Ayuntamiento de París se negó a que se la llevaran. Los herederos luchan ahora una vez más por obtenerlo.
La escultura de mármol se colocó sobre la tumba de Tatiana Rachevskaïa, una estudiante rusa que se suicidó en 1910. Su amante, un médico rumano llamado Solomon Marbais, compró la obra a Brancusi y la colocó en su tumba alrededor de 1910 o 1911. Versiones similares de “El beso” se encuentran en el Museo Nacional de Arte de Bucarest y en el Museo de Arte de Filadelfia.
La versión de Montparnasse había sido durante mucho tiempo un lugar de peregrinaje para los fanáticos de Brancusi y un elemento querido en el cementerio para los miles de visitantes que vienen cada año. Se convirtió en fuente de intriga en 2018, cuando fue tapada misteriosamente con una caja. El cementerio afirmó en ese momento no saber por qué estaba oculta a la vista del público, aunque se supo en 2019, a través de un informe en L’Express , que la escultura estaba sujeta a un reclamo legal.
Las raíces de esa pelea se remontan a 2005, cuando el mercado de Brancusi comenzó a expandirse rápidamente, gracias a la venta de Bird in Space (1922–23) en Christie’s en Nueva York. En ese momento, la venta convirtió esa obra de 27 millones de dólares en la escultura más cara jamás subastada públicamente. The Telegraph informó que Leon Black era su comprador.
Ese mismo año, seis personas afirmaron poseer los derechos de la versión de El beso en el cementerio de Montparnasse, y el marchante Guillaume Duhamel y la casa de subastas francesa Millon iniciaron una búsqueda para encontrar a los descendientes de Rachevskaïa, a quienes localizaron en Ucrania.
En 2006, Duhamel afirmó que debería poder asegurar la obra de los herederos, despertando temores de que pronto podría estar a la venta. La ciudad de París declinó esa solicitud, alegando que era un monumento cultural y, por lo tanto, era inamovible.
Los procedimientos actuales se basan en detalles técnicos sobre el trabajo, ya sea que The Kiss se haya diseñado específicamente con la tumba en mente, por ejemplo. Por ahora, Duhamel y Millon están tratando de demostrar que no tienen mala intención al retirar la obra. “Deben dejar de presentarnos como ladrones de tumbas”, dijo Duhamel.
Me pregunto si le habrán sacado la caja…por si alguno de nosotros quisiera ir ¿??!!!
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
bgenchi50@gmail.com
Puerto Madryn – Chubut
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