Los factores estacionales en el precio de los alimentos dejarán de colaborar con la reducción del índice inflacionario. REUTERS/Agustin Marcarian
La desaceleración registrada en mayo y junio no muestra un cambio firme de tendencia para los analistas. Para el BCRA, la pérdida que tuvieron los salarios en los últimos meses augura presión en la negociación salarial. El único alivio viene por las tarifas, que ya tuvieron sus aumentos más fuertes
La desaceleración del índice de inflación de mayo y junio trajo algo de alivio para el Gobierno antes de las PASO. El primer semestre tuvo el avance inflacionario más alto (51%) desde 1991 y un promedio mensual del 7,1 por ciento. Pero para la segunda mitad del año, que arrancará con los votos y terminará con un cambio de gobierno, las proyecciones están lejos de mostrar un descenso.
Según cálculos públicos y privados, aparecen tres factores que sostendrán la inflación en niveles elevados. El primero es la recuperación del dólar, que más allá de las restricciones seguirá buscando equipararse con el resto de los precios, dentro de un escenario de reservas muy delicado. El dólar libre subió 30 pesos en la última semana, una señal en ese sentido. El segundo son los salarios, que con paritarias cada vez más cortas también buscarán recuperar lo que vienen perdiendo. Por último, los precios estacionales, en particular de los alimentos, que si bien fueron el eje de la desaceleración de los últimos meses, tienen una dinámica que pegará en los próximos meses sobre el IPC.
“El salario registrado ha caído en términos reales en los primeros meses del año generando presiones al alza para las renegociaciones que se darán durante el segundo semestre” (Informe de Política Monetaria, BCRA)
“El mayor riesgo en materia inflacionaria provendrá por el lado cambiario”, señaló sin vueltas un informe de Equilibra. “No es sostenible el actual esquema caracterizado por atraso cambiario (de entre 10 y 25%, según técnicos del FMI); brecha rozando el 100% y reservas netas del BCRA cada vez más negativas. Todo indica que el 7% promedio mensual de suba para el tipo de cambio oficial actual es un piso”, señala el informe que espera una modificación del esquema cambiario actual incluso antes de que asuma el próximo presidente.
La dolarización propia de los tiempos preelectorales combinada con “el acotado poder de fuego del BCRA” no puede tener otro resultado que una suba de la inflación. “La relativa calma en la que nos encontramos podría llegar a su fin en septiembre/octubre y el cierre del año sería más inflacionario. Esto se acentuaría si se concreta una corrección del dólar oficial a comienzos de la nueva administración”, agregó el informe, que estima para el segundo semestre un índice inflacionario “similar o mayor al 7,1%” del primero.
Las paritarias también tendrán un rol clave, máxime en plena campaña. Quien lo asegura no es un consultor sino el propio Banco Central en su Informe de Política Monetaria publicado el viernes. “El ritmo de suba de los salarios nominales implícito en las paritarias acordadas recientemente por los principales gremios y la preservación de los márgenes de rentabilidad empresaria explican en parte la inercia inflacionaria en niveles que continuarían siendo elevados para lo que resta del año,”, auguró la entidad presidida por Miguel Pesce.
El BCRA destacó además que las negociaciones salariales están acortando los plazos y además hubo un aumento en la cantidad de tramos de incrementos otorgados. Y explica sin rodeos que los sindicatos vienen por el poder adquisitivo perdido: “El salario registrado ha caído en términos reales en los primeros meses del año generando presiones al alza para las renegociaciones que se darán durante el segundo semestre”.
Sobre los próximos meses, el Central apunta a “acotar la volatilidad financiera y reducir la incertidumbre cambiaria para contener la inflación”, a la vez que prevé “un período que no está exento de riesgos, con tensiones acentuadas por el contexto de sequía y el ciclo político”.
El informe oficial también aborda, en sintonía con los consultores, el tercer factor inflacionario: la suba de los precios estacionales, en particular en los alimentos, que ayudaron a contener el índice en junio con un 4,1%. Pero no hay que esperar lo mismo para lo que viene. “Sobre el nivel general (de inflación) incidirá también la típica volatilidad de los precios estacionales —los cuales tienden a acelerarse en septiembre y octubre— y de las carnes”, admite el BCRA.
Para Equilibra, los productos estacionales (frutas, verduras, prendas de vestir y hoteles, entre otros) “dejarían de contribuir a moderar la inflación en los próximos meses ya que julio, septiembre y octubre son meses con mayores subas estacionales.
También explica que la sequía aumentó la faena vacuna porque disminuyó la capacidad de retención del ganado, lo que amplió la oferta mayorista y estabilizó los precios de la hacienda. Eso tiró abajo el precio de las carnes pero en los próximos meses tiene a revertirse: “Hacia fines de año, con mayores lluvias que aumentarán las pasturas, se puede producir una fuerte recomposición del precio de la hacienda por la retención de ganado vacuno, como sucedió a principios de este año”.
De este modo, la previsión inflacionaria de la segunda mitad del año no trae buen pronóstico sin considerar, por fuera de los ejes ya comentados, otros como eventuales complicaciones en la contienda electoral o un desacuerdo aún más profundo con el FMI. El único rubro a favor para la inflación serán las tarifas de los servicios públicos. En lugar de haber atrasos, como en el caso del dólar, los aumentos fuertes ya ocurrieron.
“Se prevé una ligera desaceleración de la categoría Regulados, tras la significativa actualización de las tarifas de los servicios públicos más concentrada en el primer semestre”, dijo el Banco Central. El informe de Equilibra destacó que no se esperan subas significativas de tarifas energéticas en el segundo semestre y el cronograma de alzas en naftas y servicios telefónicos rondará el 5% mensual, por debajo del promedio.
Un punto de coincidencia en el análisis es que la desaceleración de mayo y junio no marca un cambio firme de tendencia. “La baja respondió principalmente a factores microeconómicos que juzgamos transitorios y lejos está de ser generalizada: la mediana de precios continúa moviéndose a un ritmo de 6,5%. Y aunque es posible que la moderación se extienda algunos meses más, los factores macroeconómicos que determinan la tendencia de mediano y largo plazo terminarán ganando la pulseada”, dijo el informe semanal de Consultatio.
En la misma línea, LCG señaló que “más allá de desaceleración puntual de los últimos meses, en junio particularmente influida por cuestiones estacionales, no esperamos un descenso mayor en la tasa de inflación en los próximos meses. Una economía cerrada, la inyección sostenida de pesos para financiar al Tesoro y las expectativas son todos factores que ponen un freno al descenso. Seguimos esperando una inflación en torno a 130% anual medida diciembre”.
Fuente:https://www.infobae.com/economia/2023/07/16/dolar-paritarias-y-alimentos-los-tres-factores-que-pueden-impulsar-la-inflacion-en-el-segundo-semestre/
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