En el corazón de la provincia del Chubut (por acá decimos “del” porque es la provincia del rio Chubut) está “El Escorial”, una localidad o comuna rural distante de Puerto Madryn donde vivo, cuenta con algunas particularidades. Son solo 89 habitantes (Indec, 2010), así y todo representa un incremento del 74% frente a los 51 habitantes (Indec, 2001) del censo anterior.
Cercano esta el establecimiento rural; “La Nueva Alicantina” propiedad de José Oroquieta, conocido también como “Cuna de los dinosaurios más grandes del mundo” es el hogar del Mega Dino Patagotitan mayorum. También tiene agua mineral de manantial. Lugar de una belleza natural única que se dedica al agroturismo. Lo que dio lugar a una inusual designación de la Legislatura que ratificó por ley -de forma unánime- el convenio de Custodio Rural al propietario del establecimiento para la preservación de los restos fósiles y arqueológicos. También permite el aprovechamiento con fines turísticos del recurso, posibilitando la llegada de turistas y dar a conocer los hallazgos. La figura de custodio rural de atractivos naturales y culturales, responde a una necesidad por parte del Estado provincial de delegar determinadas facultades al superficiario donde se encuentren recursos fósiles y además restos arqueológicos que revistan alguna importancia.
Pero ahora lo que quiero contarles es que Caterina Solange Torres, conocida por todos como «Caty», fue la única alumna de “El Escorial” de cuarto grado de la Escuela N° 212 de este pueblito chubutense en prometer a la bandera.
El día de la promesa a la bandera fue un evento más que especial para la pequeña comunidad, donde se cuidó cada detalle y participaron los 53 habitantes del pueblo (el resto vive en zona rural). La mamá de Caty contó los detalles del emotivo acto. No solo fue un día especial para ella y su familia, sino también para toda la comunidad que se organizó para acompañarla en ese día.
Allí solo hay 13 alumnos en la escuela: uno en jardín de infantes, seis en primaria y seis en secundaria. Caty comparte el aula con tres compañeros de primer grado, uno de tercer grado y uno de quinto grado.
Carlos Rodríguez, llegado desde Santiago del Estero es el director de la escuela y es quien se encarga de organizar la clase para cada uno de sus alumnos. «Caterina es una muy buena alumna, le gusta estudiar y siempre ayuda a los más chicos», contó.
Valeria Torres, mamá de Caty, reconoció que la pequeña de 9 años estaba muy emocionada por prometer a la bandera, al igual que su familia. “Ser madre soltera no es fácil, y ver a mi hija que promete a la bandera es un orgullo”, afirmó.
El día de la promesa a la bandera fue un evento que se preparó cuidadosamente en cada detalle y donde todos colaboraron: Las mamás de la escuela prepararon empanadas y pizzas, mientras que Élida, una de las vecinas más antiguas del lugar, preparó una enorme torta de crema, dulce de leche, frutilla y duraznos.
La señorita Noelia, el director y otras madres decoraron el salón donde recibieron a los invitados. Mientras la tía peinó a Caty, su mamá preparó el guardapolvo, y la pequeña repasó unas veces más lo que tenía que leer y salieron todos juntos caminando hacia la escuela bajo los 0 grados de esa mañana helada.
Fueron recibidos con un aplauso, que la niña respondió con sonrisas mientras se preparaba para ser escolta de la bandera provincial. Luego llegaría el momento más importante: Sebastián Sánchez, el director, leyó la promesa y Caty respondió con un fuerte “¡sí, prometo!”. Todos aplaudieron.
Una vez terminado el acto formal, y de sacarse fotos con todos los asistentes, Caty junto a los invitados disfrutaron del almuerzo preparado con tanto amor y de la torta decorada con los colores patrios, la cual tenía escrito el nombre de la homenajeada.
¿Me queda decir lo que pienso…? Tal vez no importa!
¡Esta gente es la que hace Patria cada día de su vida!
Y me pregunto si nosotros “los citadinos” hacemos lo propio.
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.
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