Massa y el embajador de China en la Argentina, Zou Xiaol, durante la firma de un nuevo acuerdo por el swap.NA
Un informe privado analizó la relación comercial y financiera de Argentina con China.
La relación comercial y financiera de Argentina con China se ha desarrollado fuertemente en el último tiempo, ubicándose en el centro de la escena el swap acordado entre los bancos centrales de ambos países que trae consigo diferentes implicancias, riesgos e impactos.
Un informe de la consultora Ecolatina analizó las condiciones del swap, entendido como “un intercambio de monedas entre bancos centrales”, explicando que “el Banco Central de la República Argentina (BCRA) registra los yuanes en su activo (aumenta las reservas) y en su pasivo (no son propios), es por esto que suelen restarse para calcular las reservas netas”.
Asimismo, el informe resaltó que “los renminbis no son de libre disponibilidad”, ya que “su uso requiere previamente de una “activación” que debe acordarse con el Banco Popular de China (BPC). En este sentido, si el BCRA utiliza los yuanes (o los canjea por dólares), al término del contrato -generalmente al año- debe devolverlos, abonando un interés”.
En ese sentido, el análisis detalló que “la utilización del monto negociado impacta en ambos lados de la hoja de balance del BCRA: cae tanto el activo vía menores reservas (pago de importaciones) y el pasivo vía menor Base Monetaria (se absorben pesos que venden los importadores a cambio de yuanes), disminuyendo como consecuencia tanto las reservas brutas como las netas”.
La consultora explicó que “la dificultad para realizar un monitoreo pormenorizado de su utilización radica en que no existen datos públicos con los detalles de estas operaciones producto de la confidencialidad de los acuerdos”. Aunque puntualiza en que “según trascendidos, las aprobaciones de SIRAs cuyas importaciones se realicen en yuanes cobraron un carácter más fluido desde la negociación del nuevo acuerdo”.
El swap chino cuenta con un período de duración de 3 años y puede prorrogarse. Al presente, se han celebrado diversos acuerdos y extensiones de forma ininterrumpida desde 2009, con negociaciones que fueron modificando el contrato original. El informe recordó que “hasta antes del actual acuerdo era muy limitado el monto que el Gobierno podía utilizar de los casi US$19.000 millones (130.000 millones de yuanes) disponibles: por caso, el uso directo de yuanes fue en 2020 y 2021 de sólo el 0,2% del acuerdo”.
En cuanto a los riesgos que trae aparejado el acuerdo, la consultora señaló que “las consecuencias de los diferentes usos y aplicaciones del swap son las relativamente elevadas y desconocidas tasas de interés que deben abonarse a posteriori».
En esa línea, desde Ecolatina indican que “como contrapartida, y si bien la información no es de índole pública, existen dos riesgos asociados”:
- Riesgo de tasa: la activación implica endeudarse a una tasa con un componente variable Shibor, lo que implica estar sujeto a subidas repentinas por decisiones del BPC. De todos modos, la buena noticia es que viene retrocediendo y ya acumula una caída 0,3 p.p. en 2023, ubicándose en la zona de 2,5% anual.
- Riesgo cambiario: como cualquier endeudamiento en moneda extranjera, eventuales apreciaciones en la divisa en cuya deuda se incurre implica un peso mayor de los compromisos asumidos. En este sentido, la cotización del futuro de CNH para junio 2024 -moneda de referencia de la plaza de Hong Kong- marcó hoy un valor de 6,9 USD/CNH, lo que implica una apreciación del 2,6%. Esto significaría que, sobre el préstamo de USD 10.000 M, se incurriría en una salida extra de divisas próxima a los USD 300 M, equivalente a dos días de liquidación del “dólar soja/agro”. Por último, el crawling peg y eventuales saltos disruptivos del tipo de cambio implican/rían un peso mayor en la posición deudora del país.
Las implicancias del swap
El informe sostiene que “teniendo en cuenta que las importaciones realizadas por Argentina desde China cayeron durante el primer cuatrimestre un 27% interanual, la oportunidad para el país asiático se presenta como un win-win: revitaliza el comercio bilateral, abona a un objetivo más general en la difusión del yuan y gana influencia en la región. Además, medidas de este estilo permitirían aliviar las operaciones de las empresas de origen asiático que se encuentran operando en el mercado local”.
En tanto, “desde el punto de vista de Argentina, la activación del swap (así como la potencial llegada de las inversiones anunciadas) le permite al Gobierno obtener aire en la compleja coyuntura de escasez de divisas que se encuentra transitando: la activación le permite al BCRA otorgar yuanes a importadores que antes no estaban disponibles, “liberando” divisas para otros fines”, aportó el documento.
A su vez, la consultora destacó que “las compras externas de origen chino explican el 20% de nuestras importaciones, por lo que la utilización del yuan permitiría aliviar las restricciones a las importaciones en un volumen para nada despreciable y afectar de forma positiva a la actividad”.
Además, resaltó que “no debe perderse de vista que la relación diplomática constituye una política de estado que trasciende el signo político de los gobiernos, que de forma ininterrumpida han sostenido el acuerdo y dieron pasos hacia adelante en la profundización del comercio”.
Cronología del swap
1) 2009 – Precautorio y poder de fuego: en medio de la crisis internacional 2008/09, durante abril de 2009 se firma el acuerdo original, con un plazo de 3 años de duración y por un monto de 70.000 millones de yuanes – 10.000 millones de dólares. El elevado nivel de reservas con el que se contaba (US$46.500 millones) permitió sortear la crisis sin necesidad de hacer uso efectivo del mismo y, por lo tanto, registrar dicho acuerdo en el balance del BCRA.
En contraste, durante 2014 las reservas brutas se encontraban US$20.000 millones por debajo de aquel entonces, y el ingreso de divisas era menor fruto de la finalización del boom de precio de las commodities y de una política de comercio exterior con sesgo anti-exportador. En este contexto, la renovación implicó la incorporación efectiva del swap a las arcas del BCRA a través de diferentes tramos. Como resultado, las reservas brutas crecieron aproximadamente US$11.000 millones, permitiéndole al BCRA mostrarse con “mayor poder de fuego” -en parte, debido a la opacidad del swap, que no permitía saber con exactitud si podía usarse para intervenir el MULC.
2) 2015 – Levantamiento del cepo: durante el cambio de gestión producido en diciembre de 2015 y la liberación del mercado cambiario, se produjo una modificación en el acuerdo que permitió la conversión de 20.000 millones de yuanes a dólares -alrededor de US$3.000 millones y la posibilidad de utilizar estas divisas para la intervención en el MULC. Sin embargo, los dólares no fueron utilizados en aquella oportunidad.
3) 2023 – Importaciones: el BCRA se encuentra en una delicada situación, alcanzando una pérdida acumulada de Reservas Netas (sin DEG) -según nuestra metodología- que supera los US$3.100 millones en lo que va de 2023, ubicándose en terreno negativo desde finales de marzo. A raíz de este drenaje, la relevancia del swap alcanzó un récord y ya representa cerca del 60% de las Reservas Brutas.
Aparejado a ello, en la búsqueda por la obtención de fuentes de financiamiento el BCRA y Economía llegaron a un acuerdo a inicios de 2023 y en su reciente visita a China para la utilización de 70.000 millones de yuanes -cerca de 10.000 millones de dólares-, representando la totalidad del tramo original 2009-14, y renovaron el acuerdo cuyo vencimiento operaba entre julio y agosto. La novedad es que estas recientes negociaciones permitirán realizar el pago de importaciones en yuanes y funcionarán en la práctica como un crédito comercial.
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