Tras años de discusiones, y cuando la inteligencia artificial (IA) ya ha saltado de la ficción a la realidad y de los debates académicos a las conversaciones cotidianas, el Parlamento Europeo vota hoy el proyecto legislativo que, si todo va según lo previsto, se convertirá a partir de 2024 en la primera Ley que regulará la IA en el mundo. Previsiblemente, y como ha pasado con la protección de datos, en la que Europa también fue pionera, otros países se fijarán después en la norma para desarrollar su propia legislación.

La norma europea dividirá las tecnologías de IA en cuatro categorías de riesgo, desde el mínimo hasta el inaceptable. Por ejemplo, los sistemas que usen técnicas subliminales o engaños para intentar manipular la conducta, exploten vulnerabilidades de grupos y personas o puntúen la reputación social y la integridad de los ciudadanos estarán directamente prohibidos. Otros, según el nivel de riesgo, quedarán sometidos a auditorías o tendrán que aclarar qué clases de datos emplean. La intención es «asegurar un desarrollo ético y centrado en los humanos» de esta revolucionaria industria, resume el Parlamento Europeo.

«Es una norma compleja porque estamos ante una de las revoluciones tecnológicas de la historia de la humanidad», señala Sergio de Juan-Creix, profesor colaborador de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC. «Te puedes imaginar todos los intereses en juego: los procesos de consulta pública, distintas opiniones, los lobbies en Bruselas, la irrupción en todo este proceso de Chat GPT, que ha obligado al Parlamento a incluir enmiendas para regular también este tipo de IA generativa… En fin, más complicado no puede ser».

El punto que ha sido más debatido en los últimos días es el de la identificación biométrica remota: «Vas caminando por la calle, y las cámaras van reconociendo tu cara y te van siguiendo», describe Juan-Creix. En principio, este uso de la IA estará prohibido. Sin embargo, y según informó Euractiv, el Partido Popular Europeo quiere flexibilizar este punto para que, en caso de delitos graves o extrema necesidad, y con autorización judicial, pueda emplearse esta clase de sistema. Hasta que el texto se convierta al fin en Ley, continuarán este y otros debates.

La propuesta, en la que se lleva trabajando desde 2019 y ya ha pasado por la Comisión Europea y por las comisiones parlamentarias de Mercado Interior y Derechos Civiles, será hoy previsiblemente aprobada, salvo sorpresa. Aunque, siguiendo el complejo procedimiento europeo, deberá ser ahora sometida a nuevas negociaciones en el Consejo, donde participan los estados miembro. Según indican desde la Eurocámara, el objetivo es alcanzar un acuerdo provisional antes de que acabe 2023. Por último, el Parlamento y el Consejo tendrán que aprobarla formalmente antes de que se convierta en Ley.

Entretanto, la tecnología ha avanzado rápidamente. El ejemplo más claro son los sistemas generativos, como ChatGPT. La nueva norma obligará a los creadores de contenidos a informar si han usado alguna de estas herramientas, mientras que los desarrolladores deberán publicar los datos protegidos por derechos de autor que hayan empleado para entrenar al sistema.

«Se trata de que la IA tenga sus parámetros éticos, de riesgo, etcétera, para que aparezcan distintos negocios sobre un marco regulatorio seguro. Yo creo que esto beneficia a todos. Si no, jugamos al salvaje oeste», resume Juan-Creix. «Si la regulación está bien hecha, bien pensada y es tecnológicamente neutra, es decir, permita la supervivencia de una norma pese a los cambios tecnológicos que haya, dará un marco regulatorio y una seguridad jurídica; y qué mejor para atraer inversión que tener seguridad jurídica. Cuando hay inseguridad jurídica es cuando hay problemas de inversión», contrasta.

La norma ha pasado hasta ahora relativamente inadvertida, pero acaparará cada vez más el foco a medida que vaya acercándose a su forma final. Ayer, Amnistía Internacionalexpresó su temor de que se olviden por el camino algunas de las disposiciones de la actual propuesta, en particular las que protegen frente a «sistemas discriminatorios».

Por su parte, Sam Altman, CEO de ChatGPT, se mostró la semana pasada «optimista» ante la posibilidad de una coordinación mundial que regule esta tecnología, en línea con la reciente propuesta del premier británico, Rishi Sunak, de acoger una cumbre global en otoño. De un modo u otro, oiremos hablar mucho de IA los próximos meses.

Fuente:https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2023/06/14/6488ac93e4d4d830178b458b.html