El dólar sigue imparable y crece la preocupación
En una jornada caliente, el BCRA y Economía dieron la orden de intervenir para controlar la brecha
Primero fue Aracre. Después, Max Capital. Ahora, “la derecha”. Sin mirarse nunca al espejo, el Gobierno revolea culpables, pero no encuentra respuestas a la corrida cambiaria que llevó al dólar blue al borde de los $500, a la economía a un estado de paralización y que dejó en los últimos días una creciente sensación de vacío de poder.
En el mercado sí existe letra para la canción. La sequía adelantó las consecuencias de las distorsiones que propuso el kirchnerismo. “La macro no resiste mucho más. El timing y el gatillo de la cobertura es la combinación de la altísima nominalidad, la imposibilidad de recomponer reservas e incluso los rumores de dolarización”, analizó un trader. Traducción: la inflación se acelera, el dólar soja no arranca con fuerza y el crecimiento de Javier Milei asusta.
El ministro de Economía, Sergio Massa, vio cómo ayer volvía a dispararse la brecha cambiaria hasta un 124% haciendo imposible el funcionamiento de la economía y tomó una decisión: intervenir en el mercado cambiario, algo que había acordado no hacer con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Massa fue quien hizo el llamado a Washington. No consiguió un aval. Avisó “de las restricciones que pesaban sobre la Argentina” –como mencionó por Twitter– y actuó. Estaba al mediodía acompañado por parte del equipo que viajará el viernes a EE.UU. para intentar “rebalancear” el programa con el FMI. Surgieron entonces rumores de que el acuerdo con el Fondo estaba caído. Su equipo logró del organismo un escueto comunicado. “El staff técnico [del FMI] continúa trabajando con las autoridades argentinas”.
El ministro de Economía confía ahora en que “el derrumbe de los financieros” va a terminar arrastrando al dólar paralelo.
La mesa del Banco Central (BCRA) operó fuerte con bonos –y dólares– para contener los precios de las cotizaciones financieras (el contado con liquidación y el MEP). En Economía afirmaron que su hombre en el Central, Lisandro Cleri, se había “cargado al hombro” ese trabajo porque a Miguel Pesce, presidente de la entidad monetaria, “le habían tomado el pulso”. En el BCRA negaron esas versiones, dijeron que la mesa responde siempre al presidente del BCRA y ratificaron la intervención. Hasta citaron el artículo 10 de la carta orgánica que habla de las atribuciones del titular de la entidad. Hace tiempo que Massa busca avanzar sobre el Central y Pesce, el último hombre de Alberto Fernández. Pesce fue ratificado por el Presidente el lunes. La interna del Frente de Todos no descansa ni siquiera en medio del incendio.
En Economía se multiplicaron los lamentos sobre el pasado y el “despilfarro” de reservas de Pesce, Martín Guzmán y Matías Kulfas. Es la letra también de Cristina Kirchner para deslindar responsabilidades sobre el presente. “Se fumaron todas las reservas y ahora no tenemos granos”, se quejaron allí.
La brecha a este nivel desincentiva la liquidación del poco stock de granos en manos de los productores, que ya dudaban de vender al precio que pagaban los exportadores. Además, empuja a los importadores a hacerse de dólares oficiales inflando los pedidos de SIRAs. Esas expectativas sobre la dinámica serán difíciles de desactivar incluso con nueva deuda en dólares, como el préstamo del BID de US$75 millones anunciado esta noche por Massa. “Si hay ruido político no liquidan nada”, dijeron además en Economía luego de que el propio Gobierno hubiera sugerido que la oposición opera contra las negociaciones con el Fondo para que los desembolsos de todo el año se adelanten a junio.
En la desesperación, además de la intervención, apareció el garrote o –en homenaje a Aníbal Fernández– “la sensación” de mano dura. En su hilo de tuits, Massa amenazó con mandar a la UIF y a la CNV contra los operadores. La CNV confirmó a LA NACION “procedimientos en el marco de investigaciones”. Este medio consultó a cinco operadores: ninguno sabía de esos procedimientos.
Massa o el caos
“Va a intentar ordenar”, dijeron en Economía sobre Massa y el dólar. Allí consideraron que es el único con el apoyo de EE.UU. para solucionar el tema con el Fondo. No nombraron al Presidente. “Está tomando cada vez más poder político”, se envalentonaron. Traducido: es Massa o el caos.
El FMI adaptará su programa a un sólo fin: que Gobierno termine su mandato. ¿frontloading [adelanto de fondos]? ¿Dólares frescos? “Todo está sobre la mesa”, dicen. ¿Pedirán devaluar? Massa lo tiene vedado por Cristina Kirchner. Pero además, sin un plan integral, sólo llevaría a un fogonazo inflacionario. El Gobierno ya no tiene tiempo. Massa pudo haber esbozado un plan integral a su llegada. Cristina no avaló la propuesta de Gabriel Rubinstein. El Gobierno ya no tiene la confianza del mercado para tomar ese camino. Con el apoyo de la Casa Blanca, Massa ahora tironea al Fondo, cuyo único objetivo es que el país no entre en default. “El actual programa ya no es un ancla”, admiten en Economía y van por cambios.
Sin dólares y con muchos pesos, el desorden se acelera. Una vez terminada la jornada cambiaria, Massa trabajó en la licitación de deuda de este miércoles. Vencerán casi un billón de pesos. Más específicamente, $566.000 millones de Ledes y $401.900 millones de dólar linked. A esos posibles pesos sueltos, se suman los del dólar agro ($281.335 millones) y que las subas de tasas del BCRA multiplican el crecimiento de la “bola de Leliq” en mano de los bancos. Las dudas ya arrecian sobre los mortales. Un plazo fijo pagó 26,4% en el año; el dólar blue ofreció, en cambio, 44,5%.
El dólar paralelo es la temperatura de la demanda de pesos. La economía está paralizada en medio de una corrida cambiaria. Hay ya productos y servicios sin precios. La inflación de abril, un mes estacionalmente tranquilo, podría orillar las dos cifras. El Presidente puede colgar fotos de la oposición, pero el blue subió 619% en su gestión y la inflación, un 406%. El informal sigue, sin embargo, abajo de los picos críticos del pasado reciente en el kirchnerismo, aunque los economistas privados ya comenzaron a hablar de “un dólar de crisis”.
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