Un trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Cambridge no ha encontrado diferencias en el bienestar psicológico o la calidad de las relaciones familiares entre los niños que han sido concebidos por reproducción asistida de terceros (donación de óvulos, esperma o subrogación) y los nacidos naturalmente. La investigación, realizada a lo largo de dos décadas, sugiere, además, que informar a los niños sobre sus orígenes biológicos, antes de que comiencen la escuela, puede ser ventajoso para las relaciones familiares y una adaptación saludable.
El estudio, cuyos resultados se publican en Developmental Psychology, es el primero en examinar los efectos a largo plazo (se ha realizado a lo largo de 20 años) de los diferentes tipos de reproducción asistida por terceros en la crianza y la aceptación de los niños, así como el primero en investigar prospectivamente el efecto de la edad a la que se les dijo a los niños que fueron concebidos por donación de óvulos, de esperma o subrogación.
Los investigadores comprobaron que la ausencia de una conexión biológica entre hijos y padres en familias formadas por los nacidos por reproducción asistida por terceros no interfiere en el desarrollo de relaciones positivas entre ellos ni en el ajuste psicológico en la edad adulta. Estos resultados son acordes a las evaluaciones previas realizadas a la edad de uno, dos, tres, siete, diez y 14 años.
La investigación anula así las suposiciones ampliamente difundidas de que los niños nacidos por estos métodos están en desventaja en lo que respecta al bienestar y las relaciones familiares porque carecen de una conexión biológica con sus padres.
«A pesar de las preocupaciones de la gente, las familias con niños nacidos a través de reproducción asistida por terceros, ya sea un donante de óvulos, de esperma o un sustituto, están bien hasta la edad adulta», señala Susan Golombok, profesora emérita de Family Research y ex directora del Centro de Investigación Familiar de la Universidad de Cambridge, que ha dirigido el estudio.
Para llevar a cabo el trabajo, los investigadores hicieron un seguimiento a 65 familias del Reino Unido con niños nacidos por reproducción asistida (22 por subrogación, 17 por donación de óvulos y 26 por donación de esperma) desde la infancia hasta la edad adulta temprana (20 años). Compararon estas familias con otras 52, también del Reino Unido y durante el mismo tiempo, cuyos hijos habían nacido por concepción sin ayuda.
INFORMACIÓN TEMPRANA
La investigación encontró que las madres que comenzaron a contarles a sus hijos sus orígenes biológicos en los años preescolares tenían relaciones más positivas con ellos y mostraron niveles más bajos de ansiedad y depresión según lo evaluado en la entrevista a los 20 años. La mayoría de los padres que lo habían revelado lo hicieron a los cuatro años y descubrieron que el niño se tomó bien la noticia. Esto sugiere que es ventajoso ser abierto con los niños acerca de sus orígenes cuando son pequeños.
Además, en la fase final de este estudio de dos décadas, las madres que habían revelado los orígenes de sus hijos antes de los siete años obtuvieron una puntuación ligeramente más positiva en las preguntas del cuestionario de calidad de las relaciones familiares, aceptación parental (sentimientos de la madre hacia el adulto joven) y comunicación familiar. Por ejemplo, sólo el 7% de las madres que habían revelado el origen de su hijo antes de los 7 años reportaron algunos problemas en las relaciones familiares, en comparación con el 22% de las que lo habían hecho después de que el pequeño hubiera cumplido los 7 años.
En cuanto a los adultos jóvenes, también los que conocieron sus orígenes antes de esa edad obtuvieron puntuaciones más positivas en el cuestionario de aceptación de los padres (percepción sobre los sentimientos de la madre hacia ellos), comunicación (hasta qué punto se sienten escuchados, saben lo que sucede en su familia y reciben respuestas honestas a las preguntas), y el bienestar psicológico. Así eran menos propensos a reportar problemas sobre las relaciones familiares (12,5%); mientras que el 50% de los adultos jóvenes a los que se les dijo después de los 7 años sí reportaron tales problemas. «Parece haber un efecto positivo en ser abierto con los niños cuando son pequeños, antes de que vayan a la escuela, acerca de su concepción. Es algo que también han demostrado los estudios de familias adoptivas», apunta Golmobok.
CÓMO SE SIENTEN
Los jóvenes generalmente no mostraron preocupación sobre sus orígenes biológicos. Uno de estos jóvenes, nacido a través de subrogación señaló: «Realmente no me desconcierta; las personas nacen de diferentes maneras y si yo nací un poco diferente, está bien, lo entiendo».
Otro, nacido a través de la donación de esperma, dijo: «Mi papá es mi papá y mi mamá es mi mamá. Nunca he pensado realmente en cómo las cosas son diferentes, así que es difícil de decir, realmente no me importa». Incluso para algunos su método de concepción les hizo sentirse especiales: «Creo que fue increíble; todo es absolutamente increíble. No tengo nada negativo que decir al respecto en absoluto».
El equipo también encontró que los adultos jóvenes concebidos por donación de esperma reportaron una comunicación familiar más pobre que aquellos concebidos por donación de óvulos. Esto podría explicarse, sugiere el estudio, por el mayor secretismo en torno a la donación de esperma que a la donación de óvulos, a veces impulsado por una mayor renuencia de los padres que de las madres a revelar a sus hijos que no son sus padres genéticos , y una mayor renuencia a hablar de ello una vez que lo han revelado.
«Hoy en día hay tantas más familias creadas por reproducción asistida que parece bastante común», dijo Golombok. «Pero hace 20 años, cuando comenzamos este estudio, las actitudes eran muy diferentes. Se pensaba que tener un vínculo genético era muy importante y sin uno, las relaciones no funcionarían bien.
«Lo que significa esta investigación es que tener hijos de maneras diferentes o nuevas en realidad no interfiere con el funcionamiento de las familias. Realmente querer tener hijos parece triunfar sobre todo, eso es lo que realmente importa», concluye Golombok.
VÍNCULO GENÉTICO
Para Rita Vassena, cofundadora y CEO de Fecundis, empresa de desarrollo de tratamientos de reproducción asistida, y antes directora científica del Grupo Eugin, «el estudio es de buena calidad y representa la séptima y última etapa de un estudio longitudinal de 20 años en decenas de familias que han tenido hijos mediante reproducción asistida con gametos no propios, ya sea semen donado, óvulos donados o subrogación», ha declarado a Science Media Centre (SMC) España. En su opinión, los resultados que arroja el trabajo «son muy esperanzadores, ya que estos niños y niñas, ahora ya jóvenes adultos, tienen una situación muy positiva en relación a ellos mismos, a sus madres y a sus familias». Vassena reconoce que «se temía, y a veces se sigue temiendo, que los niños nacidos por técnicas de reproducción asistida que no tengan un vínculo genético con sus padres puedan tener desajustes psicológicos parecidos a los que se conocen en niños adoptados. Este estudio, y los otros de la misma serie, nos dicen que ese temor no tiene fundamento en los datos reales y que, a pesar de compartir con los niños adoptados la falta de conexión genética con los padres, su ajuste es positivo y parecido a los de los niños de familia que se conciben sin recurrir a tratamientos de reproducción asistida».
Rocío Núñez Calonge, embrióloga, directora científica del Grupo Internacional UR y profesora en el Máster de Reproducción de la Universidad Complutense y la Sociedad Española de Fertilidad, coincide en que el estudio liderado por Golombok «está realizado de forma exhaustiva, con herramientas psicológicas potentes y una metodología adecuada, aunque su principal debilidad, como los mismos autores reconocen, es el número bajo de casos, sobre todo el número de familias que han empleado donación de óvulos», señala a SMC.
Núñez Calonge recuerda que el estudio pone de manifiesto que «dentro de las familias de donación de gametos, las madres de donación de óvulos presentaron relaciones familiares menos positivas que las madres de donación de semen en términos de funcionamiento familiar y aceptación de sus hijos adolescentes», lo que sugiere por parte de los autores, dice, «que la ausencia de una conexión genética entre madres e hijos representaba un desafío para la madre. No obstante, en el estudio no se ha tenido en cuenta un sesgo que ya en principio han comentado los autores, y es que en este grupo, la edad de la madre es mayor que en el resto de los grupos, lo que puede haber influido en esta dificultad de relación, más que el vínculo genético».
Para esta embrióloga «es importante señalar que, antes de recurrir a la donación de gametos, es necesaria una evaluación psicológica previa de los padres para evitar posteriores rechazos tras el nacimiento del niño e incluso durante el embarazo, que se produce más frecuentemente en las mujeres que utilizan donación de óvulos. En el trabajo no se ha comentado que estas pacientes hayan realizado esta valoración».
Fuente:https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/salud/2023/04/13/64358f34fdddff438a8b458d.html
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