En las últimas semanas los noticieros nos han bombardeado a toda hora con los detalles escalofriantes del homicidio de Fernando Báez Sosa.
En una actitud que linda con el morbo, han repetido una y otra vez las imágenes del salvaje ataque al tiempo que, explícita o implícitamente, han sugerido el origen de este hecho atroz es una suerte de clasismo presente en el “machismo tóxico” de quienes practican rugby y en aquellos “grupos sociales” a los que estos representan.
Casi todos los políticos y periodistas están tan llenos de marxismo y tan vacíos de personalidad, que necesitan integrar algún colectivo social para sentirse plenos, y como sus mentes socialistas demandan que quienes pensamos distinto seamos hombres masa como ellos, entonces nos amontonan en diferentes colectivos: de especistas, de homofóbicos, de avaros egoístas, de anti vacunas o de negacionistas, etiquetándonos como si fuésemos un rebaño o como se marcaba a los judíos en la Alemania nazi. Enceguecidos en el dogma socialista de lucha de clases, carentes de toda identidad personal, son incapaces de pensar en términos de libertad y responsabilidad individualidad.
Sin dudas el crimen de Fernando resulta repugnante y repudiable, y los asesinos deben recibir la máxima condena posible. Pero, así como los medios siguen minuto a minuto el juicio por este asesinato, llama la atención que, salvo honrosas excepciones, apenas si dicen dos palabras sobre el juicio por el asesinato de Lucio Dupuy.
Resulta incomprensible cómo casi todo el periodismo ha “invisibilizado” el macabro asesinato de Lucio. O, a lo mejor, no sea tan incomprensible.
No existen palabras para calificar a una madre que abandona el cuidado de su hijo para irse a vagar, emborracharse y drogarse con su nueva pareja feminista, una perversa depravada que casi dos años después reclama la custodia de su hijito de apenas 5 años, tan solo para torturarlo, violarlo y asesinarlo.
Y el tema de que fuese feminista es central en este asunto. Es central en lo que respecta al hecho en sí, en lo que respecta a la pobre cobertura periodística y en lo que respecta al accionar de los organismos públicos. Veamos.
El inhumano crimen que sufrió Lucio se explica en los fundamentos del feminismo radical que hoy se nos impone en la educación, en los medios y en el estado. Las pericias judiciales han mostrado que las asesinas focalizaban en el niño el odio al hombre, el resentimiento contra la prevalencia del amor heterosexual en la sociedad y el desprecio a la familia heteronormativa.
La escasa cobertura periodística que “invisivilizó” este asesinato, es otro de los logros feminista. Pero para su desgracia, no contaron con la intensa movida que generaron en la opinión pública algunos periodistas y youtubers que condenaron este asesinato y tuvieron que volver a visibilizarlo.
Los progresistas se llenan la boca hablando de violencia de género y cuando aparece un caso paradigmático como este, se callan, ¿por qué se callan? Por lo mismo que callan los organismos estatales que “pelean” a favor de los derechos humanos y en contra la “violencia de género”. Se callan porque el muerto es un hombre y porque las asesinas son mujeres feministas.
Finalmente hablemos del “estado que te cuida”. Las reparticiones estatales creadas para estos casos, mostraron una falta absoluta de empatía y de interés en el pesar de los familiares de Lucio, incluso le entregaron un niño de apenas 5 años a unas perversas que lo torturaron, lo violaron y lo asesinaron y no se les movió ni un pelo. Y después soy yo con mis videos el malvado al que le falta de sensibilidad.
¿Acaso la jueza que estuvo a cargo de las actuaciones, la jueza Ana Clara Pérez Ballester, no pensó estudiar cuáles iban a ser las condiciones de vida de Lucio antes de entregárselo a su madre, la misma madre que prefirió salir de mochilera con su novia casi dos años en vez de cuidar a su hijo? ¿no le llamó la atención que esa misma madre a su regreso, generase enormes escándalos cada vez que iba a buscar a Lucio a lo de su cuñada?
Alegan que el acuerdo de partes extrajudicial era suficiente para su restitución, pregunto: ¿fue Lucio una de esas partes?, ¿acaso los jueces de minoridad no tienen que preocuparse por lo que piensa y siente el menor?
También dicen que no había antecedentes de violencia contra Lucio por parte de la madre. ¡Claro! ¿Cómo iba a haber antecedentes de violencia si la madre no lo veía desde hacía casi 2 años?
Esta misma jueza, Ana Clara Pérez Ballester, es la que arrancó de un día para otro a Samuel del seno de su familia de contención, un niño de menos de 3 años de edad. Samuel había sido entregado a una familia de contención a los 3 meses de edad y esta debía acogerlo por no más de 6 meses, pero pasaron dos años y medio, Samuel se volvió parte de la familia y esta comenzó las actuaciones para poder adoptarlo. Entonces la jueza Ana Clara Pérez Ballester se los arrebató ¿Acaso la jueza le preguntó a Samuel si quería ser arrancado de su familia? Porque le cuento señora jueza, a esta altura, para Samuel, esa es su familia y usted se la arrebató.
Esta misma jueza, Ana Clara Pérez Ballester, es la que le impuso 3 años de prisión condicional o en suspenso, o sea, en su casita, a Antonio «Tony» Olmedo, un joven que asesinó a un primo suyo de 3 puñaladas. Cabe recordar que la jurisprudencia pampeana establece un mínimo de 4 años de prisión para estos casos, pero la jueza fundamentó este fallo zafaroniano contrario a la jurisprudencia en el interés superior del niño (interés que no tuvo en cuenta con niños inocentes como Lucio de 5 años o como Samuel de 3 años, pero que sí tiene en cuenta con un asesino de 18 años), también consideró que enviarlo a la cárcel sería degradante y no serviría para su reinserción social.
Ojalá los pocos periodistas de verdad que aún quedan en Argentina investiguen y expongan toda esta basura posmodernista culpa de la cual vivimos sumergidos en el Imperio de la Decadencia Argentina. En nuestra amada patria, hoy, la vida, la libertad y la propiedad privada no valen nada, hoy nuestros hijos huyen de nuestra Argentina buscando un futuro que como ciudadanos y como padres no supimos construir. Cada Uno de Nosotros somos responsables, no culpables, somos responsables de este fracaso. Cada Uno de Nosotros debe despertar de esta matrix, debe asumirse como protagonista y desatar, de una vez por todas, La Rebelión de los Mansos.
Rogelio López Guillemain
rogeliolopezg@hotmail.com
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