San Rafael, Mendoza jueves 18 de abril de 2024

Siempre más TRANSPARENCIA

Desde la década de los 90 se comenzó a consolidar en nuestro país un proceso desconcertante y contradictorio: aún trabajando cada día no se puede salir de la pobreza. Duele hasta pensarlo. Pero lo peor que podríamos hacer es mirar para otro lado.

Luego de la debacle del 2001, cuando Kirchner asumió la presidencia en el 2003 con la inflación a la baja y superávits gemelos, el descontrol en el gasto público hizo que pasáramos de una inflación del 3,7% al inicio de su gestión a más del 8% para cuando le tocó asumir a CFK. Desde entonces la pobreza estructural no paró de crecer, y con ella el deterioro de las clases medias que se caen sin cesar.

Por qué si quiero hacer foco en las instituciones, su transparecia y como optimizarlas comienzo hablando de economía? Tal vez por mi convencimiento de que ningún país ni ninguna economía se detonan por sí solos. Para que los populismos hagan lo que hacen, necesitan romper los entramados institucionales democráticos y republicanos.

Cuando hablamos de crisis económica, siempre estamos hablando también de crisis institucional: nunca van separadas. Las crisis económicas, salvo eventos imprevisibles o traumáticos como guerras o la pandemia, siempre tienen como condición la afectación de las instituciones democráticas y republicanas. Definitivamente cuando los países atraviesan crisis sin que existan eventos catastróficos de por medio, siempre están relacionadas con procesos de corrupción.

Veamos nuestro presente: el kirchnerismo ha roto (entre otras muchísimas cosas) una de las instituciones fundamentales de nuestro país: la Presidencia. A medida que la pelea entre los Fernández (Cristina y Alberto) se fue agravando, también lo hizo la crisis que padecemos. Cuando decimos que la institucionalidad tiene que ver con la calidad de vida de la gente en su vida diaria, no exageramos ni un poco. Es más: no se puede superar la pobreza en el país sin un diseño institucional sólido, democrático y republicano. La transparencia institucional forma parte también del entramado simbólico y material de las políticas populares.

O veamos un caso local, ¿recuerdan a Lobos? ¿Recuerdan lo que era Guaymallén cuando al concejal le tocó asumir como intendente y los desastres que hizo con la comuna? No sólo no supo gobernar, sino que cada paso que dio fue para enriquecerse él, su esposa y su familia. ¿Y la Municipalidad de Guaymallén? Tan deteriorada que la calidad institucional cayó a un último plano y el dinero de las arcas en vez de ir a políticas que favorecieran a los vecinos que más lo necesitaban o requerían de asistencia urgente fue a los bolsillos del intendente y de sus amigos testaferros.

Por eso necesitamos comprender y accionar en busca de una profunda reformulación de nuestras instituciones, ¿por qué es una demanda ética? Sí, sin dudas. Pero también porque la realidad y la pobreza nos lo demandan. Se equivocan todos aquellos que piensan que la institucionalidad es sólo un problema de clases medias o cultas: es un problema de todos, pero que fundamentalmente afecta a quienes están atravesando por una situación económica asfixiante o desesperada.

Estos son los motivos de nuestra insistencia en la transparencia institucional y es lo que nos llevó a presentar, defender y sancionar el proyecto de Ficha Limpia que hoy es una batalla que atraviesa a lo ancho y a lo largo el territorio nacional, y que está cumpliendo dos años del gran logro en Mendoza.

En la antesala de una de las elecciones más importantes desde la recuperación democrática, necesitamos establecer una pedagogía de cara a la ciudadanía donde comprendamos como nación que lo institucional es un cimiento irrenunciable y como tal, si nos falta, el edificio que representamos como país comienza a tambalear con riesgo de derrumbarse. Por eso, además de las propuestas económicas tenemos que realizar un amplio trabajo sobre nuestro programa institucional. Estos son los dos ejes fundamentales de nuestras posibilidades de futuro.

En Mendoza trabajamos en una batería de propuestas que bautizamos como los «proyectos de la saga de la transparencia». El de Indulto, que busca que los gobernadores no puedan indultar a personas que hayan cometido delitos relacionados a la corrupción y/o fraude al Estado. También solicitamos que los legisladores que sean abogados, y durante el tiempo que dure su mandato, suspendan su matrícula profesional si quieren actuar en la comisión de Jury o en el Consejo de la Magistratura (que destituyen o nombran jueces). También la iniciativa de las contrataciones a empresas cuyos dueños no hayan defraudado al Estado y el que estamos abocándonos actualmente de «Transición», para que los cambios de gestiones sean ordenados, transparentes y abiertos a la ciudadanía como sucede en las democracias más avanzadas del mundo.

Ficha Limpia fue sólo el comienzo de un proceso más amplio que si bien comenzó en Mendoza, se ha ido extendiendo en la comprensión de que una buena administración nunca es ajena a buenos diseños institucionales.

Sabemos que ningún diseño político es perfecto, como así también que las personas no sólo somos las virtudes que poseemos, pero justamente por eso es que necesitamos profundizar en la dirección de la transparencia: para que cada vez haya menos corruptos buscando a quienes corromper, para romper el eterno círculo de complicidad que los populistas han instalado como horizonte.

Diputada  María José Sanz

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