En un nuevo aniversario de su nacimiento, homenajeamos al Maestro del tango y te contamos cómo nació el mito de invocarlo para atraer la buena suerte
“Suerte”, “merd”, “éxitos” o “Pugliese, Pugliese, Pugliese”. Dueño de un gran talento y una brillante carrera musical, Osvaldo Pugliese se convirtió en uno de los artistas más reconocidos del tango. Su particular estilo continúa inspirando a músicos y tangueros del mundo, pero a más de 20 años de su muerte, también se lo invoca en un gesto de antimufa o antiyeta.
Se dice que, durante un recital de Charly García, se desencadenó una serie de situaciones y problemas técnicos que retrasaron el comienzo del espectáculo. El sonido no funcionaba bien, hasta que alguien del equipo intentó hacer una prueba con un disco del Maestro Pugliese. Todo empezó a mejorar y Charly dio su show. A partir de ahí, nació el mito de la buena suerte que traía invocar al músico.
Ante cortes de luz, amplificadores averiados, instrumentos perdidos y otras tantas cosas que pueden suceder durante los conciertos o presentaciones, la cábala Pugliese parece estar siempre presente. Por eso, no son pocos los artistas que pegan una de sus fotos en un rincón del camarín. Hasta tiene su propia estampita y oración:
“Protégenos de todo aquel que no escucha. Ampáranos de la mufa de los que insisten con la patita de pollo nacional. Ayúdanos a entrar en la armonía e ilumínanos para que no sea la desgracia la única acción cooperativa. Llévanos con tu misterio hacia una pasión que no parta los huesos y no nos dejes en silencio mirando un bandoneón sobre una silla”.
El Maestro
Nació el 2 de diciembre de 1905. Hijo de una familia de músicos, su padre le regaló un violín y lo inscribió en el Conservatorio Odeón, del barrio porteño de Villa Crespo. Sin embargo, allí descubrió el instrumento que lo apasionó durante toda su vida: el piano. Estudió con grandes maestros, como Vicente Scaramuzza y Pedro Rubione.
A los quince años formó parte de un trío musical junto con el bandoneonista Domingo Faillac y el violinista Alfredo Ferrito. En un bar llamado el “Café de la Chancha” -se dice que por su poca higiene- debutó a puro tango, con aquellos dos maestros. Luego, lo hizo participando con otro conjunto, en la que se encontraba Francisca Bernardo, la primera bandoneonista de la Argentina, más conocida como “Paquita” o “la flor de Villa Crespo”.
Fue integrando distintos agrupamientos musicales hasta que en la década del 30 formó su propia orquesta junto con el violinista Elvino Vardaro. En el Café Nacional realizaron su primera presentación y con la que ganaron una amplia repercusión. Con aquella fama incipiente, lograron llevar adelante la primera gira por el país. Pero no todo resultó como esperaban: la gira demandó más gastos que ganancias y hasta tuvieron que empeñar algunos de sus instrumentos para volver a casa.
En 1936 creó un sexteto junto con los bandoneonistas Alfredo Calabró, Juan Abelardo Fernández y Marcos Madrigal, los violinistas Rolando Curzel y Juan Pedro Potenza, y el contrabajista Aniceto Rossi. Esta fue la orquesta con la que cosechó su gran reconocimiento durante 55 años, siempre con algunos cambios, pero fiel al espíritu original de los integrantes. Así, Osvaldo Pugliese creó más de 150 canciones. Algunas muy conocidas como “La Yumba”, “Recuerdos”, “La Beba”, “Negracha” o “Malandraca”. También grabó más de 600 piezas de otros músicos y autores.
Pugliese, el ciudadano
A Osvaldo Pugliese no solo se lo reconoce como uno de los grandes músicos argentinos que revolucionó la interpretación del tango en el piano, sino también como un ciudadano comprometido con el trabajo de músicos, intérpretes, compositores, y sus derechos y obligaciones como artistas. Fue entonces, en 1935, cuando impulsó el Sindicato Argentino de Músicos del que fue el afiliado número 5, para promover las labores de la música como «una dignidad personal y no un castigo», decían desde la organización.
Un año después, también se afilió al joven Partido Comunista Argentino. Sus ideas y convicciones le valieron la persecución, censura y hasta la cárcel, durante el gobierno de Juan Domingo Perón y la posterior dictadura de la “Revolución Libertadora”. No obstante, Pugliese nunca dejó de tocar.
Su influencia
Para 1985, al cumplir sus 80 años, tocó con su orquesta en el prestigioso Teatro Colón, ante un público que lo adoró y ovacionó desde la primera hasta la última canción. Por su orquesta, pasaron destacados cantante e intérpretes como Roberto Chanel, Alberto Morán, Jorge Vidal, Jorge Maciel, Miguel Montero, Alfredo Belusi, Adrián Guida y Abel Córdoba. Córdoba fue quien cantó junto a la orquesta, durante 30 años, dirigido por el Maestro Pugliese.
Recibió innumerables distinciones tanto nacionales como del exterior, entre ellas, la otorgada por el gobierno de Cuba, la medalla “Alejo Carpentier”, la más importante distinción cultural de la Isla; el gobierno francés lo nombró Commandeur de L’Ordre des Arts et Letters y Buenos Aires lo declaró Ciudadano Ilustre. La Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música (SADAIC) y la Asociación de Coleccionistas de Tango colocaron una placa en la Av. Corrientes 960, en conmemoración y por sus 50 años de carrera y aporte a la cultura argentina y al tango. En 1990, recibió el título de Académico Honorario de la Academia Nacional del Tango.
El 25 de julio de 1995, a los 89 años, falleció en la Ciudad de Buenos Aires. Su hija Beba y su nieta Carla, también pianistas, continúan el legado de aquel grande de la música que, aún hoy, sigue más vigente que nunca.
«Pugliese, Pugliese, Pugliese».
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.
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