Desde que se llenó por primera vez el dique Potrerillos, en el 2006, en los últimos días se ha producido el menor volumen en su caudal, con lo cual se encuentra históricamente en el mínimo de sus reservas. Sin dudas, es un llamado de atención para la población, aunque no sorprende al Departamento General de Irrigación, ya que la preocupante situación que tienen todos los ríos de la Provincia se esbozó en la presentación y difusión del Pronóstico 2022-2023.
“Cuando se realizó la presentación del Pronóstico, en octubre, el embalse se encontraba al 52% de su capacidad máxima. Un mes después, el volumen ha seguido descendiendo y se encuentra en un 46%”, aseguró el Director de Gestión Hídrica, el ingeniero Rubén Villodas.
“En la cuenca del río Mendoza este año ha nevado el doble que el año pasado, pero la mitad de un año normal. Y si bien esperábamos un poco más de nieve, es decir de agua, que el año pasado, la clasificación del año hidrológico ha sido de sequía moderada. Ahora, si tenemos en cuenta el volumen de agua que se entrega para el consumo poblacional, es decir para el agua potable, esto significa una sequía extrema”, afirmó.
El año pasado Irrigación debió entregar para el consumo poblacional el 38% del volumen total del río Mendoza. Un volumen grandísimo. Hay meses que se entrega más del 50% y 60%, como en los meses de invierno. Entonces, para el resto de los usuarios de Irrigación, como el usuario agrícola, esto se grafica con una categoría de sequía extrema.
Basta con recorrer las inmediaciones del dique Potrerillos para notar la baja del volumen que tiene el embalse. “Estaba planificado que el volumen iba a bajar, es más, en los próximos días continuará bajando aún un poco más. Por ejemplo, durante octubre estuvo ingresando al embalse un promedio de 15 metros cúbicos por segundo pero se le estuvo sacando, al mismo tiempo, casi 32 metros cúbicos por segundo, es decir, más del doble, justo en la época en la que el embalse cumple su función más importante: dar agua para el riego cuando los cultivos están creciendo, están formando sus hojas y sus frutos, y no hay agua en el río”, explicó Villodas.
“En lo que resta del mes continuará bajando el volumen del embalse por que seguiremos sacando agua, no ya más del doble como en octubre pero sí, entre un 10% y un 20% más de lo que ingresa a él”, agregó Villodas.
Recién en diciembre probablemente se compensen los caudales de entrada y de salida del embalse y así, el volumen del agua que se embalsa en Potrerillos dejará de bajar.
“No hay opción de generar más cantidad de agua, por eso es que tenemos que extremar los cuidados. La nieve que cayó es la que cayó. La temperatura que hay en alta montaña es la que hay en alta montaña. Eso no lo podemos cambiar en Irrigación. Lo único que nos queda es ajustar lo que tenemos y usarlo más eficientemente”, afirmó Villodas. Tal como pregona la última campaña de Irrigación, #usámenosagua, se apunta a todos los usos del agua en Mendoza, y en especial, al uso poblacional.
Plan de erogación
El pronóstico que todos los años presenta Irrigación anticipa posibles caudales que se pueden presentar en la próxima temporada, por tanto, se transforma en una herramienta fundamental en la planificación hídrica. Su importancia está directamente relacionada con el cronograma anual de erogaciones que se realiza para el sistema hídrico, para poder satisfacer las demandas en todas las cuencas.
“Después del Pronóstico que entregamos en octubre, todas las Subdelegaciones se han reunido con los Inspectores de Cauce, que son quienes manejan la distribución secundaria, es decir quienes están representando a los usuarios en la cuenca, y planificaron cómo será el riego a lo largo de todo el año. El Plan de Erogación completo. En forma macro, ya está definido cómo se va a manejar y la cantidad de riegos que habrá”, sostuvo Villodas.
En la cuenca del río Mendoza, el riego se efectúa por secciones, es decir puede tener dos, tres o cuatro secciones: mientras menos cantidad de agua hay, mayor es el cambio de secciones. En esta época, esas secciones están planificadas con la mínima cantidad de agua posible porque no hay derretimientos suficientes y se controla todos los días, permanentemente si hay que cambiar o ajustar esa planificación. Ha pasado en otros ríos que esa planificación se ha tenido que cambiar porque no había volumen suficiente en el embalse para dar un riego completo”, afirmó el ingeniero.
“El río Mendoza tiene una influencia de uso poblacional muy grande. El Gran Mendoza tiene más de 1, 3 millones de personas y el consumo de agua es muy grande. Se tiene que seguir trabajando para bajarlo y para que el consumo sea más eficiente”, finalizó el Director de Gestión Hídrica.
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