San Rafael, Mendoza viernes 19 de abril de 2024

Quien protege a San Martin – Por:. Beatriz Genchi

 Siempre vale la pena recordar el homenaje que dos argentinos hicieron al Gran Capitán en Boulogne Sur-Mer y el “milagro” de haberse salvado del bombardeo Alemán a Francia en el marco de la Segunda Guerra Mundial.

Los restos del Libertador, luego de su fallecimiento, reposaron en la cripta de la Catedral de Boulogne sur Mer, hasta su traslado a Brunoy en 1861 o sea 11 años después. Hasta que en 1880 se realizaría el traslado definitivo a la República Argentina al sitio donde descansa actualmente, en la Catedral Metropolitana de Buenos Aires.

Sin embargo, fue por iniciativa de dos argentinos residentes en Francia que en el año 1909 se inaugura una estatua del Gral. Don José de San Martín, iniciativa que desde el principio fue apoyada por las autoridades de Boulogne sur Mer. Esta estatua ecuestre del Libertador fue la primera erigida en su honor en Europa. Para el acto de inauguración, la República Argentina envió un escuadrón de Granaderos a Caballo constituido por 120 hombres, los que fueron seleccionados entre los distintos escuadrones que componen el histórico Regimiento. Los soldados y sus caballos viajaron en el barco de transporte “Pampa”, junto a una Compañía de fusileros de la Marina de Guerra Argentina. Esos caballos fueron luego obsequiados al Gobierno de Francia, cuya descendencia aún conservan. También formó parte de los actos la Fragata “Presidente Sarmiento” y las cañoneras “Paraná” y “Rosario”.

A las 11 de la mañana del 24 de octubre de 1909 arribó a Boulogne sur Mer la comitiva oficial, encabezada por el Ministro de Guerra de Francia, General Jean Brun. El desfile fue grandioso, con la asistencia de más de 10.000 personas, donde Coraceros franceses y Granaderos argentinos desfilaron juntos por las calles de la pequeña ciudad. Las bandas de música de la Fragata Sarmiento y del Regimiento de Granaderos a Caballo ejecutaron “La Marsellesa” y el “Himno Nacional Argentino”. Entre los invitados especiales se contaba la presencia de Doña Josefa Dominga Balcarce y San Martín, la nieta menor del General San Martín.

Al medio día se sirvió un banquete para agasajar a la delegación argentina. La cabecera fue ocupada por el Ministro de Guerra de Francia, General Brun y por el Ministro de Relaciones Exteriores argentino, Ernesto Bosch, el embajador de los Estados Unidos Henry White, el Secretario de Guerra de Francia, Albert Sarraut, por el Ministro argentino en Roma Dr. Roque Sáenz Peña, el Ministro argentino en Bélgica, coronel Enrique B. Moreno y entre los invitados especiales Francisco P. Lavalle y Marcelo T. de Alvear.

A las 3 de la tarde se realizó el muy esperado descubrimiento del velo que cubría la estatua y los participantes prorrumpieron en aplausos ante la magnífica obra. Sin embargo, el broche de oro de la ceremonia fue el discurso pronunciado por el legislador y poeta Dr. Belisario Roldán, a pesar de que, según sus propios amigos, aún le duraban los efectos de los festejos de la noche anterior y que le impidieron concurrir al almuerzo. Solo se le permitió tomar café en el hotel en cantidad, asistido por sus preocupados amigos más cercanos ya que consideraban que no estaba en condiciones como para decir el discurso principal del acto. La elección de Belisario Roldán no fue fortuita, porque “cultivaba la imagen esplendorosa, el párrafo elocuente, el milagro musical de la palabra, que aún sin expresar nada, arrebataba multitudes” en efecto, el gran poeta tenía una elocuencia poco común y sabía dibujar con la palabra sentimientos poderosos, paisajes deslumbrantes y sabía emocionar hasta las lágrimas a su auditorio.

El discurso en homenaje al Gral. San Martín figura entre las más bellas piezas oratorias y así, aferrado a la seguridad que le brindaba a su inestable equilibrio uno de los pilares sostenes de la cadena que rodea al monumento, comenzó improvisando:

“Padre nuestro que está en el bronce. Las progenies multiplicadas levantan su corazón para exclamar, hemos hecho la Patria que soñaste, es fecunda como tu vida, altiva como tus vanguardias, eminentes como las cumbres, en dignidad, en esfuerzo, en avance legítimo y también en virtudes, ha hecho honor en todo tiempo al relámpago soberbio que a manera de aurora trazó tu espada el día tormentoso del nacimiento y así, como siguiendo tu imagen viva entró en la libertad, entra a la gloria un siglo después, por el pórtico de Francia.

Quede aquí tu estatua por siempre jamás al amparo de la potente soberanía en cuyo suelo naciera como un brote espontáneo de la entraña generosa, séale propicio el murmullo de esa misma mar que arrulló las últimas nostalgias del proscripto, la ola llega rumoreando a quebrarse en estas altas playas, traerá el momento, como un eco de la tierra bien amada, el solemne latido de la Patria y que allá, en los más lejanos días del porvenir, cuando sobre el polvo de todos nosotros haya pasado rodando, la caravana implacable de los años y el beso de los soles y las lunas haya envejecido esa frente de bronce, aquellos hijos de nuestros hijos que recorran Europa, sientan descubierta la cabeza y arrodillada el alma, que tiembla en sus corazones, la plegaria sin palabras de todas las gratitudes”. Premonitorio…

Muy celebradas fueron sus palabras de poética evocación patriótica al prócer y han quedado dentro de las páginas literarias más bellas y acertadas pronunciadas en su homenaje.

Sin embargo, no estaría destinada a una tranquila permanencia esa estatua, pues un suceso extraordinario que se podría calificar de milagro ocurrió durante la Segunda Guerra Mundial. Estando Boulogne sur Mer ocupada por los nazis, habían construido una base de submarinos alemanes a unos 200 metros del monumento al Libertador. Por supuesto que el punto se transformó en un objetivo militar de la aviación aliada y recibió 487 ataques aéreos y también ataques navales, ya que Boulogne sur Mer se encuentra en el Canal de la Mancha. El 15 de junio de 1944, 300 aviones aliados bombardearon la ciudad arrojando 1.200 toneladas de bombas.

No se puede explicar el milagro. Toda la ciudad fue destruida. Barrios enteros desaparecieron. Los bombardeos fueron totales planeados para arrasar la ciudad. Las bombas estallaron a uno y otro lado del monumento sin dañarlo en ese huracán de fuego. También debo agregar que la base del monumento fue protegida con bolsas de arena que colocaron las tropas de ocupación en respeto a la figura homenajeada. Pero lo cierto es que las bombas, milagrosamente respetaron la figura del Gran Capitán de los Andes.

Gentileza:

 Beatriz Genchi

Museóloga – Gestora cultural.
bgenchi50@gmail.com

Puerto Madryn – Chubut.

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