Francisco Tinahones, Jefe de Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario Virgen de la Victoria de Málaga y miembro de Obesity Policy Engagement Network (OPEN) considera que el abordaje de la obesidad es muy complejo, ya que hay muchas causas que intervienen en esta pandemia.
«No es tan simple como que comemos más y nos movemos menos, sino que existen otros factores. Nuestra genética está preparada a lo largo de nuestra evolución para la hambruna, pero no para el exceso alimentario. Una vez que el sujeto gana peso, la tendencia de nuestra biología es mantener esa reserva. También nos afectan los factores ambientales, como la propia confortabilidad térmica, la microbiota, el estrés, las horas de sueño o la escasa actividad física en nuestros trabajos».
La prevención es posible, pero no fácil. Es probable que si se tiene un estilo de vida saludable, se consiga mantener un peso adecuado. «Una persona con dieta baja o normocalórica y con actividad intensa tiene pocas posibilidades de ganar peso. Pero las estrategias de prevención están fracasando, y ningún país ha conseguido reducir la tendencia a que cada vez haya más obesos en el mundo. En España en los últimos veinte años se ha duplicado la tasa y hemos pasado de un 12 o 13% a un 24%», asegura el experto.
NIÑOS SEDENTARIOS
La obesidad infantil ha aumentado en las últimas décadas de una manera alarmante. Una de las causas es el cambio en los hábitos infantiles. «Ha cambiado la forma de jugar en los últimos veinte años y la actividad física no forma parte del día a día en las actividades infantiles. Son niños mucho más sedentarios», afirma Tinahones.
Para afrontar este problema, los padres y el entorno familiar tienen un papel determinante. «En la obesidad infantil hay un problema no resuelto, y es que la percepción que se tiene sobre un niño con sobrepeso no se asocia con un niño enfermo. Es más, la enfermedad se relaciona con un niño delgado. En el estudio Aladino, se observó que cuando se pesaba y tallaba a los niños y se advertía que tenían exceso de peso, solo uno de cada diez padres lo veía como un problema, cuando sí que lo era desde un punto de vista médico1. Esta percepción errónea se traduce en que los padres no acuden a la consulta del pediatra si el niño está gordo, y sí cuando el niño come poco o está muy delgado. La obesidad no se percibe como una enfermedad.
Las posibilidades de que los niños obesos se conviertan en adultos obesos es altísima, alrededor del 80%. Esa creencia de que el niño obeso deja de serlo cuando pega el estirón, no suele suceder en la mayoría de los casos.
Otra consecuencia del aumento de la obesidad en jóvenes es que están desarrollando enfermedades características de adultos. «Estamos viendo adolescentes con patologías propias de otras edades. No es poco habitual encontrar un adolescente con diabetes o HTA, cuando eso era impensable hace años», afirma el endocrinólogo.
NECESIDAD DE RECURSOS
El doctor Tinahones insiste en la necesidad de dotar de herramientas para el tratamiento de la obesidad. «Los especialistas necesitan medios y un equipo dedicado al abordaje de este problema como para el de cualquier otra enfermedad. Se tiende a culpabilizar a la persona de que sea obeso y su enfoque es reduccionista, sin tener en cuenta que estamos ante una enfermedad con factores causales. También los sanitarios simplifican el sobrepeso. Existe una tendencia a culpabilizar al sujeto de esa obesidad», asegura.
El primer punto de contacto tiene que ser la atención primaria. «Deberían existir estructuras para manejar a estos pacientes, de la misma manera que las tienen los pacientes con diabetes. Si esta estructura no funciona, entonces es preciso derivar a la figura del especialista. También es necesario abordar esta patología desde un punto de vista psicológico, ya que hay problemas de la esfera psíquica, como la ansiedad o el estrés que les afectan mucho. Otro factor común en estos enfermos es el estigma social brutal que sufren. «La asociación de pacientes obesos es bajísima, muchas veces provocada porque se sienten responsables de lo que les ocurre. Esto no sucede en otras patologías, y no hay que olvidar que la mayoría de las enfermedades contemporáneas tienen que ver con el estilo de vida. (el cáncer de piel es una exposición al sol no controlada, y a estos pacientes no se les culpabiliza).
Las administraciones públicas y los ministerios de sanidad de los países (incluidos los de vía de desarrollo) tienen un papel fundamental para tratar la obesidad y evitar que se convierta en un problema sanitario. «No solo se deben de ocupar de la prevención sino que tiene que ser multimodal. Hay que dar opciones y estrategias de tratamientos a los que ya tienen obesidad» concluye el doctor Tinahones.
Fuente;https://www.elmundo.es/uestudio/2022/07/14/62cfefd321efa070388b45c4.html
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