Desde el 24 de octubre de 1997 se celebra el Día Internacional de las Bibliotecas, con el objetivo de conmemorar la destrucción de la Biblioteca de Sarajevo, incendiada en 1992 durante el conflicto de los Balcanes.
En 1992, el músico bosnioherzegovino, Vedran Smailović tocó su violonchelo entre los escombros de la biblioteca de Sarajevo, como un acto de resistencia pacífica y un llamado de atención para el mundo, que ponía sus ojos en la tragedia que vivía esta ciudad.
El edificio que ocupaba la Biblioteca Nacional -antigua sede del gobierno local- se había terminado de construir en 1894, con una arquitectura que incorporaba elementos de tradición árabe y oriental.La ciudad se había integrado al Imperio Austro-Húngaro y el dominio del Imperio Otomano (turco) había quedado atrás.
En la primera mitad de los años noventa, durante la Guerra de Bosnia, edificios como este, que demostraban “estilos orientalizantes”, se convirtieron en el blanco de nacionalistas radicales, quienes los consideraban como “impurezas” inaceptables, dentro de su afán de regresar a la ‘Gran Serbia’ del pasado.
Así relata el ataque el periodista español Enric Juliana, quien cubrió tramos de la guerra para la prensa de su país y tuvo la triste experiencia de visitar la biblioteca en ruinas: «El incendio de 1992 destruyó centenares de miles de libros y numerosos incunables. Varios miles de volúmenes pudieron ser salvados en los primeros momentos del incendio, cuando los empleados de la biblioteca, arriesgando sus vidas, comenzaron a arrojar libros y documentos por las ventanas»
El hombre señalado de ordenar el ataque contra la biblioteca, había sido, irónicamente, un usuario habitual de este espacio: el profesor Nikola Koljevic, quien se destacaba entre sus colegas por la pasión que le imprimía a sus cursos de ‘Poesía y Crítica’ y a sus talleres de Ensayo en la Universidad de Sarajevo.
«El profesor Koljevic era una persona increíblemente culta, que citaba de memoria tramos enteros de Shakespeare (y en inglés, cosa que nos impresionaba vivamente)”, recuerda uno de sus discípulos, Aleksandar Hemon, quien escribió una dolorosa semblanza de quien fuera su profesor favorito.
Cuando se produjo la disolución de la antigua Yugoslavia en 1991, con la independencia de Croacia y Eslovenia, “el profesor Koljevic se convirtió en el número dos de la formación ultranacionalista serbia que dirigía Radovan Karadzic, un psiquiatra de Sarajevo que también amaba los versos y acabó ordenando masacres”.
Según el relato de Juliana, “desde las colinas controladas por las milicias serbias, la noche del 24 al 25 de agosto de 1992 se dio orden de disparar proyectiles de fósforo sobre la Biblioteca de Sarajevo”.
«¿Cuáles son los resortes que pueden conducir a un profesor de universidad, a un exquisito lector de Shakespeare, a ordenar el incendio de la biblioteca en la que ha pasado horas estudiando y consultando libros? He ahí uno de los misterios de la guerra y de la naturaleza humana. Si no puede ser mía, la destruyo», Enric Juliana.
Al terminar la guerra, que dejó cerca de 100 mil muertos, Koljevic se dedicó al alcohol. Se suicidó en 1997, en Belgrado, la capital de Serbia.
Por fortuna, la Biblioteca está de nuevo en pie: se reconstruyó y fue reinaugurada en 2014, gracias a los aportes de la Unión Europea y el gobierno de Qatar pero…con faltantes irremplazables claro!
Para evitar que esta dolorosa historia fuera olvidada, la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil y Juvenil propuso celebrar el Día Internacional de la Biblioteca.
https://www.youtube.com/watch?v=FquDphs3erM&t=47s
Gentileza:
Beatriz Genchi
Museóloga – Gestora cultural.
Puerto Madryn – Chubut.
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