
Un combo compuesto por movimientos sociales y sindicatos duros que en la actualidad han decidido adoptar una postura menos combativa, por cuestiones obvias. La fantasía de haber vivido con tarifas de servicios subsidiadas es sólo comparable con la ilusión que en la década del noventa generaba el uno a uno.
En un país con un entramado político absolutamente corrupto, no hay manera de que este tipo de medidas no termine en un desastre. No forman parte de un modelo de gobierno, de una política de Estado a largo plazo. Nada de eso. Son maniobras que tienen como único objetivo perpetuarse en el poder a costa del empobrecimiento del pueblo. Porque es justamente esa ficción la que genera una falsa sensación de bienestar.
Ocurrió con la convertibilidad y sucede ahora con el festival de subsidios; sobre todo, en materia energética. Se terminaron los festejos. Se terminó el dinero, y la inflación es la peor cara de esas noches borrachas de improvisación populista. Nadie puede mirar para otro lado. Porque, tal como pasa en las estafas, la víctima sabe que algo raro existe detrás de una oferta por demás tentadora. Y, aun así, decide creer. Acá se trata de política y sociedad. La creencia es para la religión. Si no, los efectos son devastadores.
Fuente;https://www.elsol.com.ar/editorial/subsidios-una-estafa-que-lleva-casi-20-anos






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