San Rafael, Mendoza jueves 28 de marzo de 2024

La salida de Guzmán es una crisis de gestión en un contexto internacional históricamente favorable

La salida de Guzmán es una crisis de gestión en un contexto internacional históricamente favorableEl autor consideró que la salida del ex ministro de Economía lo único que hace es empeorar este mal panorama y remarcó que el que venga va a tener que administrar la misma inconsistencia con la que tuvo que lidiar Guzmán.

La magnitud de la crisis política que empaña la economía se demuestra con lo paradójico que resulta la renuncia del ahora ex ministro de Martín Guzmán. En mayo, las importaciones en Argentina alcanzaron los 7.870 millones de dólares. Es el máximo nivel de los últimos 30 años que es desde cuando se remonta la serie del Ministerio de Economía.

No es arriesgado afirmar que debe ser el máximo nivel de importaciones de la historia argentina.

Para la Vicepresidente, no habría nada de paradójico que se vaya un ministro que promovió un «festival de importaciones», como ella misma denunció.

Pero la renuncia sigue siendo paradójica porque las exportaciones en mayo alcanzaron a los 8.226 millones de dólares, un monto similar al de mayo de 2013, que fue el máximo histórico en la serie de 30 años del Ministerio de Economía.

O sea, el «festival de importaciones» se justifica, o está respaldado, por un «festival de exportaciones».

Las razones de tanta efervescencia del comercio exterior argentino es la guerra de Ucrania que mandó a las nubes el precio de la soja y los cereales.

O sea, en el mejor momento del entorno externo para la Argentina, se va un Ministro de Economía frustrado por no poder hacer.

Es un no poder hacer, no porque el presidente no tenga la lapicera –la vicepresidenta no se cansa de pedirle que la utilice–, sino por falta de voluntad para hacerlo o no saber cómo utilizarla.

Cuando se miran los datos fiscales del históricamente muy buen mayo 2022, desde el punto de vista internacional, aparece la falta o el mal uso de la lapicera.

El déficit fiscal primario –que es el que mira el FMI– en los primeros cinco meses del año pasó desde $50 mil millones el año pasado a $450 mil millones este año.

Entre los ítems que tienen la culpa están los subsidios a la energía que crecieron en $300 mil millones (se duplicaron) y los planes asistenciales del Ministerio de Desarrollo Social que crecieron en $280 mil millones (también se duplicaron). En ambos casos, el ex ministro de Economía tenía poco control.

En los subsidios a la energía a la lapicera la tiene La Cámpora y en los subsidios asistenciales las organizaciones piqueteras.

Encima, entre La Cámpora y las organizaciones piqueteras se declararon la guerra. En este marco, no hay contexto internacional favorable que alcance.

No hace mal el ex ministro de Economía en dar un paso al costado porque en junio de 2022 la meta fiscal con el FMI ya está incumplida.

Si bien los números fiscales de junio se publican luego del 20 de julio, con los datos de mayo se puede proyectar que el déficit fiscal de junio no puede ser superior a los $100 mil millones a fin de ajustarse a la meta del FMI.

Junio, en general, es un mes más deficitario que mayo y en mayo el déficit fue de $162 mil millones. Esto significa que, en el segundo trimestre de 2022, en apenas la segunda revisión del FMI, el país ya incumplió la meta fiscal.  Si el ex ministro se quedaba seguro que le echaban la culpa a él.

La otra meta importante es la de emisión monetaria con destino al Tesoro nacional que, según el acuerdo, a junio de 2022 no debería ser superior a los $439 mil millones.

Hasta mayo, esta emisión venía controlada pero en junio también se desbordó y en la primera mitad del año está por encima de los $500 mil millones.

Esto es consecuencia de las dificultades que tiene el Tesoro, no sólo para controlar las lapiceras de La Cámpora y las agrupaciones piqueteras, sino también para financiar el exceso de gasto con títulos públicos.

En la última renovación, que era abultada, el Tesoro pudo renovar pero lo hizo a una tasa de interés de cerca del 80 por ciento anual al 31 de octubre.

Estas son las expectativas que el mercado tiene respecto a cuál será la inflación a fines de año, antes de la renuncia de Guzmán.

El otro dato relevante es el dólar futuro donde el propio Banco Central tiene participación y se está vendiendo a 175 pesos a diciembre de 2022.

Dado que, por lo menos hasta antes de la renuncia de Guzmán, el tipo de cambio oficial estaba en 125 pesos, las expectativas del mercado cambiario es que la devaluación oficial será del 5 por ciento mensual, que es también la expectativa de inflación mensual, con lo cual todos apuestan a que este año termine con una inflación por encima del 80 por ciento, antes de la renuncia de Guzmán. Habrá que ver cómo se ajustan las expectativas, pero seguro serán para peor.

La salida del ex ministro lo único que hace es empeorar este mal panorama.El que venga va a tener que administrar la misma inconsistencia con la que tuvo que lidiar Guzmán.

No es otra que una Cámpora y organizaciones piqueteras oficialistas muy preocupadas electoralmente por la aceleración inflacionaria pero no terminan de ver que el desorden de gasto público que ellos provocan está en la raíz de la aceleración inflacionaria.

Las últimas buenas expectativas están puestas en los equipos técnicos de Sergio Massa, no tanto porque la idoneidad técnica, que no es distinta a la de Guzmán y su equipo, sino al músculo político que este equipo pueda tener para tomar decisiones, necesarias, pero antipáticas para la Cámpora y las organizaciones piqueteras.

Resta ver si el líder político de este equipo técnico está dispuesto a apoyar estas decisiones en un clima de creciente descontento social y año eleccionario.

Comienza la segunda mitad del año con un Ministerio de Economía desierto, sin candidatos a la vista que inspiren confianza suficiente y con la temporada de sequía de dólares en el Banco Central producto de que la gran liquidación de divisas por la cosecha termina en agosto.

Si todo este mal escenario se produce con niveles récord de exportaciones e importaciones, significa que no hay precio de la soja que pueda financiar la capacidad de desmanejo que tienen los que manejan el Estado argentino.
(*) – Jorge Colina es economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA).

Escrito por Jorge Colina

NA – Buenos Aires, Argentina
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