Las cajas de seguridad que se usaron para tratar de evitar que los ladrones de cadáveres los robaran en los siglos XVIII y XIX, que luego vendían a las escuelas de anatomía de Inglaterra y Escocia.

Las jaulas que se encuentran sobre las tumbas, más conocidas como mortsafes, comenzaron a aparecer alrededor de 1816. Por regla general, se pueden encontrar normalmente en dos estilos diferentes. Uno, un marco de hierro en forma de jaula que se ajusta alrededor del ataúd y el otro es una estructura más pesada, nuevamente hecha de hierro, que se desliza sobre el ataúd como un sobre-ataúd o funda. Siempre fueron diseñados para mantener a los muertos en sus tumbas, en lugar de proteger al mundo de los zombis.

Mortsafes a menudo eran demasiado caros para que los individuos los compraran por su cuenta, por lo que una parroquia a menudo formaba una Mortsafe Society, uniéndose para comprar una cantidad, para que todos pudieran beneficiarse.

A medida que los métodos de enseñanza de la anatomía comenzaron a cambiar desde mediados hasta fines del siglo XVIII, a los estudiantes de medicina finalmente se les dio la oportunidad de diseccionar un cadáver por sí mismos en lugar de tener que depender de una extremidad o un torso que había sido cortado «hasta la muerte» por compañeros de estudios en conferencias de disección anteriores. Este nuevo método de enseñanza conocido como ‘Paris Manner’ fue introducido por primera vez por William Hunter en su escuela de anatomía privada en Great Windmill Street, Londres en 1746. Pero la escuela de Hunter en Great Windmill Street no fue la única escuela de anatomía privada que abrió en Londres que exigía cuerpos para disección.

En el libro fabulosamente investigado de la Dra. Ruth Richardson ‘Death, Dissection and the Destitute’ ella señala que en 1826, eso fue tres años antes de que Burke y Hare fueran atrapados asesinando a sus víctimas en su casa de huéspedes en Edimburgo, había ocho escuelas de anatomía independientes solo en Londres

Dado que el suministro legal de cadáveres era de solo seis cadáveres obtenidos de la horca el mismo día, y con una población estudiantil que se cree que se acerca a los 1000 solo en Edimburgo y Londres… En un principio, esta necesidad, aunque todavía relativamente baja, fue satisfecha por los propios estudiantes y anatomistas. Se dice que los estudiantes de Glasgow, por ejemplo, pudieron pagar su matrícula en cadáveres.

Muchas parroquias, aunque no todas, tenían un esquema de pago, una Sociedad Mortsafe, a la que pagabas unos centavos cada semana. Para esto, se le daría permiso para usar el Mortsafe durante un número requerido de semanas, generalmente seis, después de su muerte. Porque después de este período el cuerpo habría entrado en descomposición y no le servía a los cirujanos.

Tomemos, por ejemplo, a los hombres novatos de la resurrección William Whayley y William Patrick, quienes desenterraron un espécimen no demasiado nuevo en su primera redada de robo de cadáveres en Peterborough en 1830. No se desanimaron por este evento desastroso, sin embargo, quince días después estaban en ello de nuevo, esta vez con mucho más éxito

Como los mortsafes eran predominantemente un elemento de disuasión escocés, no sorprende entonces que la mayoría, si no todas, las Sociedades Mortsafe se puedan encontrar en Escocia. La mayoría de las sociedades operaban con un sistema similar, haciendo que los feligreses pagaran una tarifa de entrada, seguida de una tarifa de suscripción anual.

En 1832, se aprobó la Ley de Anatomía, que prometía poner fin a los robos de cadáveres de una vez por todas, haciendo así redundante todo este trabajo de hierro en los cementerios de Escocia.

Hay algunos mortsafes todavía donde es bastante obvio que fue su lugar de descanso final, por así decirlo. Otros, como sabemos, han sobrevivido y se han convertido en un atractivo para los turistas que desean buscar lo macabro.

Gentileza:

Beatriz Genchi

Museóloga – Gestora cultural.
Puerto Madryn – Chubut.
bgenchi50@gmail.com