San Rafael, Mendoza 22 de diciembre de 2024

Portezuelo y sus dólares, en otro laberinto creado por Fernández

Reunion y Firma Portezuelo del Viento
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Los dichos de este martes del presidente Alberto Fernández desde La Pampa, con el gobernador peronista Sergio Ziliotto a su lado, adelantando que pedirá nuevos estudios de impacto ambiental sobre la proyectada obra de Portezuelo del Viento, no sorprendieron a nadie, pero sí dispararon en Mendoza más de una conjetura sobre qué caminos debe seguir la Provincia frente a la segura dilación que sufrirá de ahora en más el emprendimiento, quizás por varios años más.

El gobernador Rodolfo Suarez, imaginando que el presidente asumiría una solución salomónica al litigio entre las provincias, en el mismo pedido de laudo abrió la posibilidad de que se autorice a cambiar el objetivo de los recursos que es el de, por ahora, financiar la obra en el sur, en Malargüe, sobre el Río Grande. Es salomónico porque los pampeanos han pedido que se impida la construcción del dique, un objetivo que el presidente no les concedería. Mientras que para Mendoza es un no a la obra, aunque no la prohíba; es un no porque aquí entienden que no se puede perder más tiempo con esos fondos inutilizados. Por varias razones: la primera, porque la inflación en dólares de los Estados Unidos ha sido del orden del 7 por ciento en el último año. De continuar así, por uno o dos años más, Mendoza entiende que el fondo en dólares se irá devaluando a ese ritmo, con lo que se irán perdiendo recursos y oportunidades.

Si el laudo una vez que se oficialice ratifica, en concreto, lo adelantado por Fernández, ¿qué puede hacer Mendoza? Cumplir con los estudios, se bien supone. Pero como no se aceptará, el Gobierno deberá solicitar a la Nación que se le acepte lo que se incluyó en el convenio en caso de no optarse por Portezuelo. En ese caso, sólo se podría financiar la construcción de otro dique. Y allí se anotan otras presas ya proyectadas y algo estudiadas, aunque no del todo ni mucho menos definitivamente, como El Baqueano sobre el río Diamante en San Rafael, entre Agua del Toro y Los Reyunos; o Los Blancos en el Tunuyán Superior o el Uspallata, sobre el Mendoza, aguas arriba de Potrerillos. Pero para que todo esto suceda, tras el laudo (que no se conoce todavía, menos sus argumentos, sus fundamentos y su resolución como lo advirtió el ministro de Gobierno, Víctor Ibáñez), Mendoza debiese informar, dentro del acuerdo con la Nación o por medio de una adenda, el cambio de objeto. Desde este martes los juristas de la provincia repasaban y revisaban en detalle el acuerdo firmado en junio del 2019 entre Mauricio Macri y Alfredo Cornejo para descartar que Mendoza tuviese que “convenir” con la nación el cambio del objeto del dinero. Todo indicaría que no, aunque se tendría que respetar lo escrito, obra hídrica de similares características que Portezuelo, un dique con generación. En concreto, allí se lee que el fideicomiso “será constituido por la Provincia a los fines de la ejecución de la obra y/u otras obras hídricas necesarias para el desarrollo de la generación hidroeléctrica provincial”.

Con lo que el famoso Plan B, el de los emprendimientos repartidos equilibradamente en todo el territorio provincial podría alcanzarse sólo con un cambio sustancial de aquel pacto y nadie hoy, al menos, puede garantizar que la Nación acceda a la modificación. Al menos que acceda rápidamente, porque en cuanto al uso del dinero en sí poco y nada podría objetar o interponer que no sean sólo cuestiones de naturaleza política. Porque hasta el momento y a lo largo de todo el litigio tampoco ha desplegado cuestiones técnicas o de conveniencias si se quiere, pasibles de ser analizadas. Y quién puede asegurar que Fernández le daría a Suarez o a la administración en manos de Cambia Mendoza, una bandera para que el oficialismo en Mendoza pueda desplegar y lucirse con un reparto de fondos para todos lados en medio de un proceso electoral vital para el 2023.

El que el presidente haya adelantado su opinión del laudo en La Pampa, tiene explicaciones y razones políticas y un oportuno aprovechamiento también político, por sobre todo, por la delicadísima coyuntura interna que vive su gobierno. Por un lado, lo hizo en territorio amigo y frente a un gobernador que necesita de aliado en ese sordo enfrentamiento con el cristinismo. Cuando lanzó que nadie es dueño del agua, en referencia a Mendoza probablemente, le había antecedido que tampoco nadie es dueño del gobierno. Esos dichos, particulares, se interpretaron como una respuesta directa a Andrés «Cuervo» Larroque, el camporista y ministro bonaerense que volvió a fustigarlo, ahora de manera directa: «Nosotros constituimos esta fuerza, lo convocamos a Alberto y ganamos las elecciones. Tampoco es que Alberto se va a llevar el gobierno a la mesita de luz, eso sería incorrecto. El gobierno es nuestro».

¿Y cuánto de todo esto afecta al peronismo mendocino que conduce Anabel Fernández Sagasti? También hay que analizarlo detenidamente. Una primera deducción invita a pensar que tal decisión de Fernández afectará más aún la imagen del perokirchnerismo y quizás así sea. Pero hay otra de la que se pudo haber tomado la senadora nacional, hija dilecta política de la vicepresidenta, cuando al conocer la declaración del presidente optó por la crítica franca: “No comparto la decisión si es que hace referencia a nuevos estudios y no a cuestiones pendientes que deba presentar el gobierno de Mendoza”, dice Fernández Sagasti. Luego carga contra la postura del gobierno pampeano, el de Ziliotto, a la que califica sin tapujos de “demagoga” y “caprichosa”.

Visto desde el enfrentamiento interno, no le cuesta a la senadora cuestionar al presidente que el camporismo –su lugar en la política, su línea interna y de origen– está castigando y golpeando con inusitada crudeza y violencia, hay que decir, mucho más indudablemente que la misma oposición. Y así como la reacción de Fernández Sagasti se encuadra en los términos de la guerra interna que se apoderó del gobierno, todo lo que dijo luego lo hizo desde el lugar de absoluta opositora al gobierno de Suarez y su enemigo predilecto, Alfredo Cornejo. De ambos dijo que “no movieron un dedo por más de dos años por avanzar en la concreción de esta obra”, a lo que le agregó que ambos “deben estar festejando en silencio”. Y a los tres (Fernández, Cornejo y Suarez) puede que les adjudique esa sentencia de que “seguimos perdiendo oportunidades”. Hacia el final del hilo de Twitter, la senadora acusa a los dirigentes fuertes de Cambia Mendoza de estar “desesperados por usar ese dinero sin visión estratégica porque no tienen proyectos hidroeléctricos concretos de similar envergadura. Atentos mendocinos con lo que van a querer hacer con estos fondos”, cierra Fernández Sagasti.

Pero el asunto Portezuelo no está resuelto ni mucho menos. Se sabe para dónde irá el laudo que aún falta. Y cuando eso suceda, la pulseada por cambiar el objeto de los fondos, porque Fernández no ha vetado la obra, sino que ha pedido más estudios. La peor de las tres salidas posibles que tenía: el de encarajinar todo el proceso aprovechándose del mismo para dar una respuesta política, como un arma útil, frente al asedio constante del kirchnerismo. Insólito e impresionante.

Por:Marcelo Torrez@MarceloTorrez
Fuente:https://www.elsol.com.ar/mendoza/portezuelo-y-sus-dolares-en-otro-laberinto-creado-por-fernandez

 

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