Siempre sereno: Sebastián Battaglia y un festejo sin desmesurasFotobaires
Nadie más que el entrenador sale reivindicado con el título de Boca; en la goleada a Tigre plantó un equipo con juego y personalidad, de mano pesada
Los goles del campeón empezaron a llegar desde el fondo, porque Boca siempre está sacando la cabeza, con la frente en alto, orgulloso. Marcos Rojo y Frank Fabra, dos defensores, hicieron la diferencia de un equipo que desde su conformación despedía un perfume ofensivo, intimidante. Así lo sintió Tigre, que a su dignidad competitiva nunca le agregó el convencimiento de que estaba para dar el gran golpe.
Se vio inferior, a veces en el juego, en otras en categoría individual, y la derrota se le hizo tan previsible como inevitable. Había bajado los brazos cuando Luis Vázquez, ese suplente que casi siempre aprovecha los minutos cuando no está Benedetto, puso un 3-0 que hizo temblar al estadio Kempes con los saltos frenéticos de sus 35.000 hinchas. La fiesta xeneize se disparó por todos los rincones de Córdoba.


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