Los grandes autores son conocidos, entre tantas cosas, por su capacidad de obtener inspiración del mundo que los rodea. El músico copiando la armonía del grillo, la pintora robándole el anaranjado al ocaso y el escritor buscando en la sopa de letras cómo plasmar aquel pensamiento que se le despertó mientras cortaba verduras. Pues aquí hay una de esas creaciones que se cocinaron a la par de los ingredientes y las especias. Un recuerdo de la adolescencia, de la segunda inocencia de Machado, que llega para rendir humilde homenaje a mis primeras incursiones literarias en el campo de la lírica. Una nueva fórmula alquímica en el laboratorio de la cocina.

 

Con la llegada del frío

llega él muy acompañado

y junto al pan acodado

pa’ no dudar de su brío.

 

Es el guiso de quien hablo,

lo confieso y no se asombre,

que es, a pesar de su nombre,

más complejo que un retablo.

 

Van cociéndose las papas,

la carne dorada al fuego

y que alguien le busque un mapa

 

A aquel pálido fideo

que se resbala en la tapa

entre tanto caldo y juego.

 

Gentileza:

 AUTOR: Lic. Lucio Ravagnani Navarrete

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