El dólar mayorista ya subió en lo que va de diciembre más que en los 7 meses anteriores, pero el rezago es tal que no alcanza siquiera para detenerlo
Aunque el Banco Central (BCRA) viene acelerando desde hace poco más de un mes el ritmo de devaluación del peso, la moneda local no deja de perder competitividad: alcanzó ayer el más elevado nivel de intercambio real en tres años y casi ocho meses, es decir, desde que se desencadenara entre abril y mayo de 2018 la crisis cambiaria que haría naufragar a la administración Macri.
Los datos oficiales son reveladores al respecto. El Índice de Tipo de Cambio Real Multilateral (ITCRM), la medida más amplia de competitividad cambiaria que elabora el propio BCRA, respetando una ponderación que tiene en cuenta las monedas con que más comercia la Argentina, alcanzó los 101,8 puntos, el nivel que mostraba a comienzos de mayo de 2018, es decir, 10 días después de iniciado el proceso de devaluación del peso, provocado por una abrupta fuga de capitales que se dinamizó desde 25 de abril, cuando esa entidad acompañó el desarme una una millonaria posición que fondos de inversión externos habían en asumido en sus Lebac.
La novedad surge en una jornada en la que el BCRA debilitó fuerte su tenencia propia de reservas al cursarse el pago casi US$1900 millones al FMI, hecho que no le impidió manejar el valor del tipo de cambio oficial mayorista, al que dejó subir apenas dos centavos respecto del cierre de anteayer, pese a su frágil posición y a las señales de alerta sobre lo cambiario que emiten los índices que produce.
Vale recordar que, según un promedio de las estimaciones de mercado, la posición de reservas netas queda en torno a los US$3500 millones, nivel que apenas garantiza unas 23 jornadas de importaciones al nivel de las que se venían realizando hasta agosto (último dato oficial, mañana se conoce el de noviembre). De ese total, algo menos de US$200 millones serían reservas líquidas, aún considerando las recompras por US$13 millones que acumula en lo que va de la presente semana
“El dólar mayorista cerró a $102,06/102,26 por unidad, para compra y venta respectivamente, apenas dos centavos arriba del nivel de clausura de ayer, en una rueda en la que se operaron US$233,5 millones y el BCRA logró recomprar cerca de US$5 millones para sumar ochos ruedas consecutiva con saldos neutros o levemente positivos”, reseñó el analista y operador Gustavo Quintana. “Hasta hoy, el tipo de cambio mayorista acumula una suba en la semana de 28 centavos y parece que no superará la corrección semanal previa”, acotó.
El economista Nery Persichini, de GMA Capital, había apuntado ya días atrás que el presente año “se encamina a ser el año de mayor atraso cambiario desde 1997″, cuando inicia la serie renovada de ITCRM del BCRA. “El peso contra el dólar, en términos reales y considerando inflaciones y monedas de socios comerciales, se apreció 18,6% hasta el 20 de diciembre”, hizo notar.
El economista Santiago Bulat, de Invecq Consulting, recuerda que un tipo de cambio pisado “alienta la presión sobre las importaciones y limita las exportaciones y genera un mecanismo sobre las expectativas de una próxima devaluación, generando aún más incentivos a la demanda”.
No hizo más que recordar un círculo vicioso sobre el que -años atrás- advertía el hoy ministro Martín Guzmán, aludiendo al atraso cambiario que estaba generando la administración Macri en 2017 y 2018, un nivel al que está ayudando a volver a pasos acelerados ahora que decidió olvidarse de lo que pregonaba en sus exposiciones sobre la Argentina.
La frágil posición en que la vuelve a estar el BCRA y los problemas que le genera a la economía un cambio ficticiamente atrasado hace que se incrementen los pronósticos sobre un ajuste o salto devaluatorio. Fue lo que advirtió mediante un informe enviado a sus inversores el banco de inversión Goldman Sachs, por caso, tras advertir sobre los “vientos de frente” que enfrentará Argentina en los años 2022 y 2023 tras repasar “la acumulación de desequilibrios macro y financieros” de la economía local.
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