San Rafael, Mendoza 20 de abril de 2024

Mecenas, mecenazgo se busca…Por:.Beatriz Genchi

Cayo Mecenas, conocido también erróneamente como Cayo Cilnio Mecenas, fue uno de los mejores amigos, asesores y confidentes del emperador César Augusto. Aunque no desempeñó nunca un cargo público oficial, su influencia en el gobierno del Imperio Romano fue indudable.

Además, su patrocinio de las artes y las letras fue tan importante para la historia de Roma que hizo que su apellido quedara asociado para siempre a esta actividad. Por todo ello, aquí hoy va un breve resumen de la biografía de Cayo Mecenas tomado de Anthony Everitt en su “Augusto, el primer emperador”, para comprender cómo sus patrocinios derivaron en los actuales significados de las palabras “mecenas” y “mecenazgo”.

Cayo Mecenas nació en el 70 o 69 a.C. en el seno de una rica familia que descendía de una antigua dinastía real etrusca que había gobernado la ciudad de Arretium (a unos 75 kilómetros de Florencia) varios siglos antes. Sin embargo, con el dominio absoluto de Italia por parte de Roma y las diversas crisis del siglo I a.C. habían decaído hasta ser solo equites, miembros de la clase ecuestre.

Probablemente fue en el colegio donde Mecenas conoció a Cayo Octavio y a Marco Vipsanio Agripa. Cabe destacar que desde niño las diferencias de personalidad con este último habrían sido notables. Mientras que Agripa debió ser un chico fuerte interesado en el ejercicio físico y el entrenamiento militar, Mecenas era pacífico y estaba mucho más interesado en las artes y la literatura que en la política o la guerra.

Con algo más de seguridad se podría afirmar que Cayo Mecenas fue uno de los compañeros que vivió con Cayo Octavio en Apolonia (Macedonia) en los meses previos al asesinato de Julio César, y que fue uno de los que ayudó al heredero a poner en pie el ejército con el que hizo valer sus intereses a partir de marzo del 44 a.C. Asimismo, estuvo a su lado (aunque seguramente no como soldado) en la batalla de Mutina y en la batalla de Filipos. A él se le atribuyen también las negociaciones diplomáticas que permitieron que Octaviano y Marco Antonio se aliaran para acabar con Sexto Pompeyo, o el matrimonio entre este último y Octavia.

Augusto creó un entorno de mecenazgo en el que se fomentaron el arte y la literatura, de manera que poetas, escritores y artistas luchaban por ganarse el favor del emperador o sus amigos. Con la excepción de Agripa, ninguna amistad e influencia fue más importante que la de Cayo Mecenas. Este rico noble invirtió buena parte de su fortuna familiar para ayudar y proteger a escritores como Virgilio, Quinto Horacio Flaco o Propercio.

A cambio de su patronazgo, los poetas acompañaban a Mecenas en sus viajes para hacer que se divirtiera y gozara de buenas conversaciones, y de paso para ganar inspiración para escribir. Este fue el caso de Horacio, que escribió un poema sobre el viaje a Tarento que hizo con Mecenas en el 37 a.C. para preparar un encuentro entre Octaviano y Marco Antonio

El objetivo de Mecenas al financiar y respaldar a estos hombres era favorecer el desarrollo de la cultura romana no solo para glorificar a Roma como civilización, sino también para ensalzar la figura del emperador Augusto y justificar su autoridad.

Cayo Mecenas vivió una vida repleta de lujos, placeres y excentricidades. Era un sibarita que gozaba con las joyas y la seda, que puso de moda en los banquetes la carne de monos jóvenes y que construyó la primera piscina climatizada de la ciudad. Estuvo casado con una mujer llamada Terencia pero no tuvo ningún hijo, no al menos legítimo y reconocido. De hecho, la relación con su esposa nunca fue buena, entre otras cosas porque Mecenas disfrutaba de numerosas aventuras amorosas. La más famosa de ellas fue con Batilo, un famoso actor y bailarín de la ciudad y esclavo liberado de Octaviano.

Precisamente, con el triunviro y posterior emperador siempre demostró tener una magnífica relación. De hecho, el historiador Dion Casio cuenta que Cayo Mecenas era la única persona en el mundo capaz de tranquilizar y apaciguar a Augusto cuando este estaba muy enfadado.

Además de ser protector de literatos, Cayo Mecenas también fue escritor. Gracias a las fuentes conocemos los títulos de varias obras, aunque todas ellas se perdieron y no nos han llegado. Aparte, era hipocondríaco y temía enfermar, tal y como transmite Horacio en una de sus Odas. Otras fuentes señalan que se paseaba por Roma con ropajes excesivamente holgados de los mejores tejidos y que cedió uno de sus libertos para que organizara las bibliotecas levantadas por Octavia.

Murió en septiembre del 8 a.C. después de haber sufrido una enfermedad en sus tres últimos años de vida. Parece ser que tenía fiebre constantemente y le costaba dormir, por lo que pedía que tocaran música a bajo volumen en una habitación contigua a la suya.

Temeroso de la muerte, su eterno amigo Horacio le escribió unas bonitas palabras en una de sus obras postreras para calmarlo y honrarlo: “el mismo día tirarán tierra sobre los dos. Yo presto el juramento del soldado: Tú diriges, e iremos los dos juntos, preparados para pisar el camino que pone fin a todos los caminos, como amigos inseparables”.

Al igual que su vida entre bambalinas, su muerte tuvo lugar sin grandes eventos ni ceremonias públicas. Como era previsible, Augusto fue el mayor beneficiario de su testamento, de manera que recibió, entre otras cosas, una fantástica villa en las afueras de Roma. De este modo, cuando Augusto celebró el 20º aniversario de su ascenso definitivo al poder unipersonal se dio cuenta de que sus dos amigos más íntimos se habían ido para siempre.

Gentileza:

Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga – Gestora Cultural – Artista Plástica

Puerto Madryn – Chubut.

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