Mat Wooller posa junto a algunos colmillos de mamut del museo de la Universidad de Alaska
Un estudio basado en isótopos obtenidos del colmillo de un mamut permite reconstruir cómo fue su dieta y los desplazamientos que hizo por el territorio que hoy es Alaska
Con las tecnologías actuales un colmillo de hace 17.000 años puede resultar del todo indiscreto. Analizando los restos de un mamut lanudo encontrado en Alaska, un equipo de investigadores ha sido capaz de reconstruir muchos aspectos de la vida de este animal prehistórico: desde la dieta que siguió hasta el recorrido que hizo por el territorio en el que vivió durante 28 años.
Sus resultados, publicados esta semana en la revista Science, se basan en el análisis de los elementos químicos a través de los isótopos obtenidos a partir de ese colmillo de casi dos metros de longitud y de otros mapas de isótopos de ese país elaborados analizando los dientes de cientos de pequeños roedores que se encuentran en las colecciones del Museo Norte de la Universidad de Alaska al que pertenecen los investigadores.
Se trata de la primera prueba que se demuestra que estos animales recorrían grandes distancias. «No está claro si fue un migrador estacional, pero cubrió un vasto terreno. Visitó muchas partes de Alaska en algún momento de su vida, lo cual es bastante sorprendente si se piensa en lo extensa que es esa área», señala en un comunicado Matthew Wooller, investigador de la Universidad de Alaska Fairbanks y líder del estudio. Según sus cálculos, recorrió una distancia equivalente a casi dar dos vueltas a la Tierra.
UN DIARIO ESCRITO EN LOS COLMILLOS
Los investigadores cortaron el colmillo y mediante un láser y otros instrumentos, obtuvieron 400.000 puntos de datos microscópicos.
Gracias a la forma en la que crecen los colmillos, los científicos pudieron obtener información de distintas etapas de su vida. Los mamuts van añadiendo constantemente nuevas capas a sus colmillos. Cuando éste fue dividido longitudinalmente, podían observar las bandas de crecimiento, que son una especie de registro cronológico de la vida del animal. «Desde el momento en que nacen hasta el día en que mueren, tienen un diario y está escrito en sus colmillos», compara Pat Druckenmiller, paleontólogo y director del Museo del Norte de la UA. «La madre naturaleza no suele ofrecer registros tan convenientes y duraderos de la vida de un individuo», sostiene.
Los científicos reconstruyeron el viaje que siguió el mamut hasta el punto del Círculo Polar Ártico donde murió y por tanto fue encontrado, mediante el análisis de firmas isotópicas de los elementos estroncio y oxígeno, que se combinaron con mapas que predecían variaciones de isótopos en Alaska.
Teniendo en cuenta las barreras geográficas y estimando la distancia promedio que viajó cada semana, los investigadores utilizaron un enfoque de modelado espacial novedoso para trazar las rutas probables que el animal tomó durante su vida.
UN MACHO EXPULSADO DE SU GRUPO
El ADN antiguo conservado en los restos del mamut permitió al equipo identificarlo como un macho que estaba relacionado con el último grupo de su especie que vivía en Alaska continental.
Por ejemplo, un cambio abrupto en su firma isotópica cuando tenía unos 15 años probablemente coincidió con la expulsión del mamut de su manada, reflejando un patrón visto en algunos elefantes machos de hoy en día. «Saber que era un macho proporcionó un mejor contexto biológico en el que pudimos interpretar los datos isotópicos», señala Beth Shapiro, profesor de la Universidad de California en Santa Cruz e investigador del Instituto Médico Howard Hughes.
Los isótopos también les dieron una pista sobre lo que desencadenó la muerte del mamut. Los isótopos de nitrógeno aumentaron durante el último invierno de su vida, una señal que puede ser una señal que indica la inanición en los mamíferos.
Para Wooler, descubrir detalles sobre la vida de especies extintas va más allá de satisfacer la curiosidad por saber, pues pueden ser muy relevantes hoy en día, cuando numerosas especies están intentando adaptarse a las variaciones en el clima.
«En la actualidad, el Ártico está experimentando muchos cambios y podemos usar el pasado para ver cómo será el futuro para las especies de hoy en día», señala el científico. «Tratar de resolver esta historia de detectives es un ejemplo de cómo nuestro planeta y nuestros ecosistemas reaccionan ante el cambio ambiental».
Fuente:https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2021/08/12/6112abb6fdddffe6208b4595.html
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