Ilustración que representa un agujero negro supermasivo con millones a miles de millones de veces la masa de nuestro Sol.
Las distancias y escalas de tiempo que solemos manejar en astrofísica nos parecen irreales por tremendamente grandes, pero los agujeros negros viven en otra realidad
Es muy fácil sentirse abrumado por las escalas de tiempo que se manejan en geología; como ejemplo, esta noticia sobre el lago Paratetis, más grande que el Mar Mediterráneo, que se secó hace casi 8 millones de años. En biología, tampoco parecen muy manejables las escalas de tiempo en la que evolucionan las especies, y por eso, en parte, la evolución es un proceso que fácilmente se presta a la confusión, como la que ha circulado en las últimas semanas, aun cuando hay bacterias que mutan y evolucionan en escalas de tiempo cortísimas. ¡Qué vamos a decir entonces de las escalas de tiempo que se manejan en astrofísica! ¿Cómo poder comprender y apreciar que sepamos lo que pasó 370.000 años después del Big Bang cuando el universo tiene ahora casi 14.000 millones de años o que conozcamos que la edad del sistema solar son 4.500 millones de años?
El agujero negro que probablemente dejará Rigel para la posteridad (la evaporación de agujeros negros es otro tema, pero ya adelantamos que mejor esperar sentado hasta que desaparezca un agujero negro estelar) será unas pocas veces más masivo que el Sol. Rigel dará lugar a algo parecido al agujero negro más pequeño conocido, título que se disputan el conocido como Unicornio y el menos poético 2MASS J05215658+4359220, ambos de unas 3 masas solares metidas en una región con un diámetro poco más grande que Madrid.
La mayor parte de los agujeros negros conocidos tienen un origen estelar. Son las sobras que quedan cuando una estrella masiva muere
En el otro extremo, conocemos agujeros negros de procedencia estelar de hasta unas 15 masas solares. Su origen probablemente son estrellas del orden de 100 veces más masivas que el Sol, como es el caso de eta-Carinae. Una estrella tan masiva vive del orden de 3 millones de años… y eta-Carinae tiene unos 3 millones de años, así que en cualquier momento (lo que significa en cualquier milenio futuro), nos dejará un bonito agujero negro.
¿Es ese el récord para nuestra pregunta sobre cuánto tarda en formarse un agujero negro: 1-2 millones de años? Pues quizás no. No conocemos ninguno tampoco, pero pensamos que pueden existir lo que se conoce como agujeros negros primordiales. Estos agujeros negros podrían haberse formado unos pocos segundos después del Big Bang y hoy llenar el universo y permanecer prácticamente indetectables para nuestros telescopios. Podrían ser tan pequeños como una pelota de tenis, donde concentrarían la masa de unas pocas tierras. Eso significa que podrían ser mucho más pequeños que los agujeros negros “a los que estamos acostumbrados”. Pero tampoco muy pequeños, porque los agujeros negros primordiales de menos de un billón de kilogramos (100 veces más pequeño que el cometa Halley) sí podrían haberse evaporado en el tiempo que ha pasado desde el Big Bang.
Como ven, hay agujeros negros de todos los colores, aunque no deberíamos decir eso porque por el conocido como “teorema del no pelo” o de “ausencia de pelo”, los agujeros negros solo tienen 3 propiedades, y ninguna de ellas es el color del pelo, de ahí el nombre del teorema (a los físicos les gustan las gracietas, no es solo cosa de este blog). Pero lo que está claro es que hay bestias de muy distinto tipo ahí fuera, en lo que tardamos en parpadear el universo fue capaz de crear miles de agujeros negros en lo que hoy es la Vía Láctea, y en algún momento todo lo que quedará de las estrellas serán agujeros negros y enanas negras.
Pablo G. Pérez González es investigador del Centro de Astrobiología, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (CAB/CSIC-INTA)
Vacío Cósmico es una sección en la que se presenta nuestro conocimiento sobre el universo de una forma cualitativa y cuantitativa. Se pretende explicar la importancia de entender el cosmos no solo desde el punto de vista científico sino también filosófico, social y económico. El nombre “vacío cósmico” hace referencia al hecho de que el universo es y está, en su mayor parte, vacío, con menos de 1 átomo por metro cúbico, a pesar de que en nuestro entorno, paradójicamente, hay quintillones de átomos por metro cúbico, lo que invita a una reflexión sobre nuestra existencia y la presencia de vida en el universo. La sección la integran Pablo G. Pérez González, investigador del Centro de Astrobiología; Patricia Sánchez Blázquez, profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM); y Eva Villaver, investigadora del Centro de Astrobiología
Fuente:https://elpais.com/ciencia/2021-07-14/cuanto-tarda-en-formarse-un-agujero-negro.html






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