San Rafael, Mendoza martes 26 de noviembre de 2024

Las nubes de Venus no tienen suficiente agua para albergar vida… pero las de Júpiter sí

Las nubes de Venus captadas por la nave japonesa ' Akatsuki' en 2018Una investigación que ha medido la cantidad de agua en planetas del Sistema Solar afirma que los organismos más extremófilos de la Tierra no podrían sobrevivir con la que hay en Venus.

Las nubes de Júpiter sí tendrían suficiente agua y la temperatura adecuada, aunque para hacerla viable harían falta otros elementos

Con tres misiones en la agenda que serán enviadas en los próximos 10 años, Venus ha recobrado el protagonismo en la exploración espacial. Uno de los principales enigmas sobre este planeta que una vez se pareció al nuestro es esclarecer si hay vida en sus nubes pese a su alto contenido en ácido sulfúrico, como sugería el anuncio, el pasado septiembre, de que se había encontrado fosfina, un gas que en la Tierra producen seres vivos. Sus autores, liderados por la británica Jane Greaves, invitaban a la comunidad astrofísica a encontrar una explicación para la señal que habían detectado.

Varios estudios han cuestionado ese trabajo y este lunes, otra investigación que ha medido el agua que hay en sus nubes sostiene que la cantidad es tan baja que ni siquiera los organismos terrestres capaces de aguantar las condiciones más extremas podrían sobrevivir en la atmósfera venusiana. El nuevo estudio, publicado en la revista Nature Astronomy, supone un jarro de agua fría a la teoría de la fosfina, pues en la práctica concluye que sus nubes no serían habitables.

«No hemos descubierto que el nivel de agua esté ligeramente por debajo de lo que necesitan los organismos más extremos, sino que es cien veces más bajo de lo que haría falta», ha explicado en una rueda de prensa virtual John E. Hallsworth, líder de este estudio internacional con participación española que ha medido y comparado la cantidad de en agua en las atmósferas de Venus, Marte y Júpiter.

SORPRESA EN JÚPITER

Precisamente la atmósfera de Júpiter ha dado una sorpresa. Resulta que sus nubes tienen una concentración de agua lo suficientemente alta y una temperatura adecuada para que, en teoría, sobrevivieran organismos extremófilos. «No estoy sugiriendo que haya vida microbiana en Júpiter porque tendría que tener también otros requisitos, como la presencia de los nutrientes adecuados, y no es suficiente con que haya agua y la temperatura adecuada, pero se trata de un resultado inesperado y emocionante», aclara Hallsworth, investigador de la Queen’s University Belfast.

Coincide su colega María Paz Zorzano, coautora e investigadora del Centro de Astrobiología (CAB/CSIC-INTA), que recuerda que que «Júpiter es un ambiente hostil para la vida por otras razones». Como detalla a ELMUNDO a través de un correo electrónico, este planeta «tiene otros muchos parámetros que lo hacen no habitable y que no hemos analizado en este estudio, entre otros la radiación».

Todas las formas de vida conocida, enumera esta científica española, «necesitan, además de disponibilidad de carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo y azufre, agua en un nivel suficientemente alto. El otro factor crítico es la temperatura. Finalmente para que la vida prolifere es necesario estar protegido de la radiación», resume.

DATOS OBTENIDOS EN VENUS

En la misma rueda de prensa en la que participó Hallsworth, el también coautor Chris McKay, del Centro de Investigación AMES de la NASA, lamentaba sus resultados por lo que implican en la búsqueda de vida fuera de la Tierra ya que tumbarían la posibilidad de que haya organismos en las nubes de Venus, pero resaltaba la fiabilidad de las fuentes utilizadas para medir las moléculas de agua: «No hemos usado modelos, sino datos procedentes de observaciones directas de la presión, la temperatura y la concentración de agua realizadas en la atmósfera de Venus por misiones que lo han explorado, y que las naves que la NASA va a enviar en los próximos años volverán a repetir».

Ilustración de las nubes de Júpiter basada en datos tomados por la sonda 'Juno'
Ilustración de las nubes de Júpiter basada en datos tomados por la sonda ‘Juno’NASA/JPL-Caltech/SwRI/MSSS/Gerald Eichstädt/Heidi N. Becker/Koji Kuramura

Como recuerda Hallsworth, durante décadas, las misiones de exploración han buscado huellas de vida fuera de la Tierra en lugares en los que hay o hubo grandes masas de agua, como ríos y lagos. Así lo está haciendo desde febrero el rover Perseverance de la NASA, que explora una zona -ecráter Jezero de Marte- que se cree que albergó un lago. Sin embargo, para los autores de este nuevo trabajo lo más importante para que la vida sea viable no es la cantidad de agua, sino la concentración efectiva de moléculas de agua, que denominan con el término actividad de agua o actividad acuosa.

La actividad acuosa se mide en una escala del 0 al 1, y equivale a la humedad relativa en la atmósfera de un planeta. Los estudios en laboratorio han determinado que para que un organismo pueda sobrevivir y reproducirse necesita al menos una actividad de 0,585. En Venus, el valor obtenido fue 0,004, más de cien veces menos de lo que haría falta. En las nubes de Marte se obtuvo un resultado de 0,537, ligeramente por debajo del rango necesario, mientras que en la atmósfera de Júpiter se obtuvo 0,585, con una temperatura de entre +10 °C y -40 °C.

«Nuestra investigación demuestra que el agua que hay en las nubes de ácido sulfúrico de Venus es insuficiente para albergar vida activa», afirma Hallsworth.

¿Se podría descartar entonces que pueda haber vida en las nubes de Venus o aún existe alguna posibilidad? «Las únicas formas de vida que podemos investigar son las que existen en la Tierra, y en función de ellas es como hemos definido la vida. Con el conocimiento actual, hablar de si existe o no algo que es capaz de reproducirse, mantener información genética, metabolizar etc. en condiciones radicalmente diferentes sería un ejercicio meramente especulativo», advierte Zorzano.

Por su parte, el jefe del Grupo de Investigación del CSIC de Meteoritos y Geociencias Planetarias, Jesús Martínez-Frías, sin vinculación con este estudio, considera que el trabajo de Nature Astronomy es«muy interesante desde el punto de vista del análisis detallado de la importancia de la actividad del agua en diversas atmósferas planetarias, en relación con la habitabilidad». Sin embargo, desde su punto de vista, «el artículo está tan enfocado a destacar la relevancia de un único parámetro como es la actividad del agua, que prescinde de muchas otras variables que interactúan de manera conjugada en la definición del concepto de habitabilidad planetaria».

Asimismo, añada que, «como geólogo planetario y astrobiólogo, me sorprende que se prescinda o se excluya al hablar de Júpiter de mencionar la importancia que para el origen y emergencia de la vida -al menos como la conocemos en la Tierra; hasta el momento la única conocida- tienen los sustratos minerales y rocosos y los procesos geológicos que contribuyeron a las interacciones físico-químicas que generaron el paso de lo abiótico a lo biótico».

MISIONES A VENUS

María Paz Zorzano considera «una noticia excelente» que en los próximos años una nave de la ESA y dos de la NASA vayan a explorar Venus, pues «nos ayudarán a comprender mejor su atmósfera y a validar los modelos químicos y los métodos de detección remota. Esto finalmente servirá para entender otros exoplanetas similares a Venus, que orbiten otras estrellas». Precisamente el enfoque utilizado para esta investigación, dicen sus autores, podría aplicarse para estudiar la habitabilidad de los planetas extrasolares.

Para saber si estamos solos en el universo, añade Zorzano, «debemos explorar los ambientes habitables y los más extremos. Debemos comprender el Sol, y su interacción con los planetas, estudiar los cometas que transportan agua, los meteoritos que transportan carbono y analizar las atmósferas que se forman. Solo así podremos extrapolar a otras estrellas y exoplanetas».

Según esta investigadora, «los próximos objetivos para buscar vida fuera de la Tierra son Marte y los satélites helados como Europa».

Fuente:https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2021/06/28/60d9a0c9fc6c83d1148b45aa.html

 

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