Analizan cómo disminuir los viajes internacionales y hacer un seguimiento más estricto de los recién llegados, que deben cumplir una cuarentena obligatoria de siete días
La variante delta de Covid que se disemina a toda velocidad por el mundo –y que acecha a la Argentina– tiene en estado de alarma al Gobierno y derivó en fuertes debates internos para definir medidas tendientes a bloquear su ingreso por Ezeiza y retrasar su propagación en el país.
Se espera que en las próximas horas se anuncien nuevas medidas vinculadas a la reducción de los vuelos, para limitar el ingreso diario de personas al país. Pero según pudo reconstruir LA NACION la preocupación es grande, y las conversaciones de los funcionarios apuntan no solo a endurecer los controles a los viajeros recién llegados sino también cómo desalentar fuertemente las salidas al exterior.
El tiempo corre veloz. Cerca de Alberto Fernández reconocen que es muy difícil que la Argentina quede exenta de sufrir la transmisión de esta variante –que generó nuevas olas de contagios en países como Israel y Gran Bretaña– pero aspiran a retrasar su diseminación lo máximo posible, de modo de tener más avanzada la vacunación. Los datos, por ahora, son desalentadores: según los rastreos preliminares del personal de Migraciones, cuatro de cada diez viajeros que regresan al país incumplen la cuarentena obligatoria de siete días. Por lo tanto, están en riesgo de portar y transmitir la variante Delta aún cuando sus dos hisopados (el que se hicieron antes de volver y el que se realiza en Ezeiza) hayan dado negativo, ya que puede pasar que una persona tenga una carga viral baja al momento del testeo.
Según confió un alto funcionario nacional, al interior del Gobierno se están evaluando distintas alternativas en dos direcciones: aumentar los controles de los recién llegados y desalentar el turismo internacional. Eso suscitó acaloradas discusiones: hay funcionarios que pujan fuertemente por cerrar las fronteras y habilitar solo viajes por motivos de máxima necesidad. Es decir, impedir que los argentinos salgan al exterior por turismo. Otro sector del gabinete, en cambio, advierte que una medida de ese tipo –como la que se tomó al inicio de la pandemia– puede derivar en planteos de inconstitucionalidad en el contexto social actual.
Una opción es reducir aún más los vuelos al exterior. Otra alternativa que se estudia es que los viajeros internacionales deban cumplir la cuarentena de siete días obligatoriamente en hoteles. Lo llaman el “modelo Canadá”. Esa opción, explican fuentes de la Casa Rosada, enfrenta dos inconvenientes. Por un lado, que los hoteles requerirán un acondicionamiento especial y personal de salud, que hoy está abocado a otras urgencias. Por el otro, que ya se registró una fortísima resistencia de los argentinos recién llegados a no volver a sus hogares.
Las distintas ideas que sobrevuelan a la mesa de decisión, donde están involucrados los Ministerios de Salud, Interior, Transporte y Seguridad, además de Jefatura de Gabinete.
Protocolos y controles
Hasta ahora, los argentinos que hacen viajes internacionales deben realizarse un PCR antes de tomar el vuelo de regreso y otro en Ezeiza. Si su test da positivo, deben aislarse en hoteles para que se realice el estudio genómico de su caso y así detectar de qué cepa se trata. Si da negativo, debe cumplir en su domicilio una cuarentena de siete días y realizarse otro PCR más al culminar.
El control del cumplimiento de las cuarentenas está en manos de las fuerzas de seguridad de cada jurisdicción. Desde la semana pasada, la Dirección Nacional de Migraciones comenzó a realizar inspecciones adicionales y aleatorias en domicilios. Fue por esos recorridos que desde el Ministerio del Interior aseguraron que el 40% de las personas recién llegadas no cumplían con el aislamiento. Otras visitas, en cambio, mostraron cumplimientos. Fue el caso, por ejemplo, de la exgobernadora María Eugenia Vidal, que recibió a los inspectores nacionales tras su viaje por los Estados Unidos.
Las visitas de Migraciones (747 la semana pasada) son solo un muestreo. No cubre, ni de cerca, a todos los viajeros, que son entre 1700 y 2000 por día.
Entre otras medidas de menor impacto, el Gobierno distribuirá volantes en el aeropuerto advirtiendo que no cumplir con la cuarentena de los siete días “es un delito penal”. También planean enviar mensajes de texto para concientizar vía teléfono celular.
Según el último informe de vigilancia genómica, en Argentina predomina la circulación de la variante de Manaos. Después siguen la variante Andina y la Británica. Por ahora solo se detectaron tres viajeros con la variante Delta, que fueron aislados y no se halló circulación comunitaria.
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