San Rafael, Mendoza viernes 26 de abril de 2024

Pandemia Eterna – Por Susana Vargas

El “Dolce far Niente”   – («dulce hacer nada»).

Nada por aquí…nada por allá…Nada de nada tengo ganas de hacer en mi casa.

Pero, les juro que NADA con mayúsculas y un énfasis determinante.

Es que, hay siempre tantas cosas para hacer en mi casa, como en cualquier otra casa del barrio, del departamento, de la provincia, del país…o del mundo. Y el el atoramiento es supremo. Aquietante. Bloqueante. Paralizante. Entonces, la receta de salir, ahora da menos resultados…

Es que, al salir, ahora, en pandemia, las culpas se han duplicado. Porque no hiciste lo que creías que debías hacer y porque estás afuera y te sentís culpable de andar paveando cuando  deberías estar adentro…haciendo algo de tanto por hacer.

Adentro, sí.  Porque te mandaron a quedarte en casa y aunque sabés que en espacios abiertos difícilmente te contagies…a lo mejor Vos Estás Contagiando además de estar evadiendo tus deberes de mantenimiento casero o trabajo virtual.

¿Se entiende?

Bueno…a lo mejor o posiblemente no se entienda, es claro…Porque todo este bolonqui pasa adentro tuyo ¿Viste?

Hace tanto que no nos juntamos a hablar de bueyes (o perros perdidos) con amigos, amigas, conocidos y conocidas, que ya hablamos cada uno con cada una y cada una con cada uno…¿Es más o menos así…No nos apartemos del tema:

¡No puedo empezar a hacer lo que tengo que hacer!

¡Estoy harta de encontrar indefinidamente cosas para hacer!

Veo la rajadura y la rajadurita en la pared…las manchas de humedad…las arañas gordas, que ya tienen hasta bisnietas…la roña del canto ese donde se rasca el perro…los pelos de la gata…las pelusas paseándose por los cuartos como si fueran otros habitantes…los lugares oscuros en las alacenas…las partes altas de los muebles altos y los placares…

…y  los papeles viejos, las fotocopias viejas, los casettes viejos, los CD viejos, las radios nunca arregladas que están en un estante, como camufladas…esperando que “alguien” se haga cargo..

Las fotografías en papel que sólo yo sé de que se tratan y que muy probablemente, serán ignoradas…Los libros que ya fueron leidos y parecieran pedir que alguien vuelva a hacerlo…y que también es probable que sean ignorados cuando…Sí, cuando yo ya no esté.

Sillas y frazadas que están “de más” por las dudas…Las camas que esperan huéspedes que sabemos no van a venir a ésta casa…Tazas, platos, vasos y copas de champagne que fueron de mi mamá o de la mamá de él…no me acuerdo porque, además, ya no se usan para brindar en familia ni con nadie.

Hay deseos de pintar pero…las paredes están tan tapadas de recuerdos que salieron a la luz para poder ver las caras de los queridos que están lejos…o que ya han partido (en mi caso, los mejores amigos varones que tuve en la vida…) Y no veo necesario pintar. Pero observo que no es bueno “tapar” lo que me frena la vida.

Y así vamos llegando al hueso del “No tengo ganas de hacer nada”. Que duele. Y duele mucho porque una se siente “en falta”…

¡Pero aparece el milagro! Porque siempre, ustedes ya saben, siempre  hay un milagro a la vuelta de cada esquina.

Aparece una amiga del whatsapp, que me dice, desde muy lejos, porque vive a más de 8 mil kilómetros…que me dice..”¡A mí me  pasa lo mismo! Relajate…dejate ser y dejá de lado “el hacer”…entrá en la contemplación…sentate a mirar las plantas…el pasto…las montañas…Y después, cuando te vengan las ganas…te ponés a hacer”.

Mi primer pensamiento fue “estás en curda, amiga. Muy regalada…cheee”. Si embargo, al poco rato de sentirme acompañada por alguien a quien le sucede lo mismo…Sucedió el milagro!!!

Ese acompañamiento me sacó la culpa de un plumazo. Y me puse a escribir esto que a lo mejor vos estás leyendo.

El milagro que me puso a escribir después de 8 meses…o más.

Fue el milagro que se repite en la amistad, o cuando tu pareja te da un consejo con mucha tranquilidad y cariñosamente…o cuando aparece ese  acompañamiento de buenos vecinos que te acercan una herramienta…o te ayudan a empujar el auto una mañana fría de invierno.

Ese es el milagro que se repite indefinidamente…tal cual tantos desganos que, hoy por hoy, están a la orden del día.

Es que ya está estudiado y se los recuerdo: los efectos del encierro y la persecuta del 2020  los estamos viviendo aquí y AHORA. No el año pasado. Es ahora en que tetemos que darnos el permiso de cambiarle el nombre a los desganos y los raptos de quietismo y apelar urgentemente a lo que los italianos llaman el “ Dolce Far Niente”. El Dulce no hacer nada. O como lo llamamos los criollitos: Desensillar hasta que aclare.

Y después la seguimos…

Gentileza:

Susana Vargas

054-260154570343
Periodista Profesional-Matrícula nº 12.384 Act.-Ley 12.903
Profesora de Portugués
Egresada del Instituto Superior de
Fundación Brasília
de la Ciudad de Mendoza
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