Este martes las pizarras de las panaderías lucirán con sus precios modificados. El incremento, el primero del año, será alrededor del 15% y se aplicará tanto para el pan como para sus derivados. De esta manera, el panificado costará $140. 

“Ya no podemos seguir haciendo frente a los costos, realmente la situación es compleja para la sociedad entera, y ya no nos quedan alternativas”, comentó Cristian Di Betta, presidente de la Cámara de Empresarios Panaderos de Mendoza (CEPA-MZA)

Conflicto con los molinos

El dirigente comentó, además, que la decisión será como consecuencia del incremento del precio de la harina, las grasas y la margarina, entre otros.

En relación al precio de la harina, sostuvo que “hace 15 días tenía un costo entre $1.400 o $1.500 y en la actualidad es de $1.800”.

“Lo que pedimos es más control y regulación sobre los primeros eslabones porque los precios, sobre todo de la harina y otros insumos, están descontrolados. Todo se comercializa a precio dólar», manifestó Di Betta, asegurando que se le envió una carta a la Secretaría de Comercio y al Ministerio de la Producción de la Nación para solicitar la intervención.

Además, comentó el desfasaje en los precios respecto a otras provincias del país. Por ejemplo, un kilo de pan en Buenos Aires hoy se expende a $140 promedio, mientras que la docena de facturas oscila entre los $240 y $300 según el lugar.

«En tanto, en Mendoza el precio que sugerimos para el kilo de pan es de $140, la docena de tortitas a $170 y las facturas comunes a $240«, expresó el empresario.

El consumo, en caída

Varios meses han pasado desde la última vez que el precio del pan se modificó, sin embargo, en la provincia, el consumo ha caído notoriamente. El mismo ronda el 30% y 40% y eso ha hecho que sean varios los panaderos que vieran perjudicadas sus fuentes laborales.

Se estima que son al menos 20 los comercios del Gran Mendoza que cerraron sus locales en pandemia. «Pero eso no es todo, la crisis financiera hizo que creciera el mercado negro en la provincia», aseveró Di Betta.

“Hoy cualquiera hace pan y sale a venderlo y eso es uno de los grandes perjuicios a los que debemos enfrentarnos. Durante la cuarentena la gente, al tener más tiempo libre, optó por cocinar su propio pan y las ventas disminuyeron. Hoy la realidad es el crecimiento del mercado ilegal”, sentenció.