Un carrusel, tiovivo o calesita es un medio de diversión bien conocido por todos.
Pero hay que saber que su origen es netamente militar. El primer carrusel del que se tiene información es el que aparece en un bajo relieve del Imperio Bizantino fechado hacia el año 500 de nuestra era, que muestra un grupo de personas dentro de cestas suspendidas de un poste central que daba vueltas. La palabra carrusel tiene sus orígenes en el italiano garosello y español carosella («pequeña batalla»), usada por los cruzados para describir un ejercicio de entrenamiento para combate y un juego común entre los jinetes turcos y árabes hacia el 1100. En cierto sentido este dispositivo puede ser considerado un mecanismo para el entrenamiento de la caballería; reforzaba la preparación de los jinetes para la batalla al atacar con espadas de madera a muñecos que representan al enemigo.
Los cruzados descubrieron este método y llevaron la idea a sus señores y reyes en Europa. Allí el carrusel se mantuvo en secreto dentro de los castillos, siendo usado para el entrenamiento de los jinetes; los carruseles no eran mostrados al público en general.
Para la caballería turca y árabe, se construyó un carrusel cerca del año 1680 como aparato de entrenamiento mediante el proveedor de anillos, consistía de caballos de madera suspendidos de vigas soportadas por una columna central. Los jinetes apuntaban con lanzas, tratando de ensartar anillos ubicados alrededor del carrusel. Por ello también se le conoce como juego de la sortija.
Con el pasar de los años se construyeron unos pequeños carruseles que fueron instalados en los jardines privados de la realeza ya, a modo de entretenimiento. Al poco tiempo, con toda la pompa que existía por esa época en Francia, se armó un gran aparato que fue colocado en París en Le Place du Carrousel. Donde además se hacía un torneo de caballería muy lleno de galantería, consistente en «combatientes» que se lanzaban unos a otras bolas de yeso rellenas de perfume. Con el desarrollo de las uniones de artesanos y la relativa liberación de los oficios en Europa, a principios del siglo XIX se estaban construyendo carruseles que operaban en distintas ferias y otras reuniones en la Europa Central y en Inglaterra.
Los carruseles primitivos no tenían plataforma, sino que se colgaban los animales de postes o cadenas, los cuales se inclinaban hacia afuera al girar, por efecto de la fuerza centrífuga, simulando volar. Se les llamaba carruseles de caballos voladores. Normalmente eran propulsados por animales de tiro caminando en círculo, o por personas tirando de una cuerda, moviendo un manubrio simplemente a mano dando impulso. Hacia la mitad del siglo XIX, se desarrolló el carrusel de plataforma, para reducir los riesgos a los niños. Eventualmente, con los avances de la revolución industrial se empezaron a desarrollar mecanismos, con engranajes y cigüeñales.
Por ejemplo, en 1837, el fabricante de carros, Michael Dentzel, convirtió su negocio de fabricación de vagones en lo que es ahora la Alemania del sur, en una empresa de fabricación de carruseles. Los caballitos, animales y mecanismos se podían fabricar en los meses de invierno y su familia y trabajadores podían recorrer rutas en su tren de vagones por la región, operando su gran carrusel (menagerie) en distintos sitios. Y así comenzó a dispersarse la fabricación y el entretenimiento por: toda Alemania, Francia, Inglaterra …
En nuestro país la primera calesita se instaló entre 1867 y 1870 en el antiguo barrio del Parque, que quedaba entre lo que hoy es el Teatro Colón y el Palacio de Tribunales, donde se encuentra actualmente la Plaza Lavalle. La misma había sido fabricada en Alemania, ya que hasta 1891 no se fabricaría una en el país. La denominamos, calesita que deriva de la expresión “vamos a jugar a las calesas”. Calesa era un coche de paseo tirado por caballos.
La primera calesita argentina fue construida por Cirilo Bourrel, Francisco Meric y un financista español de apellido De la Huerta. Disuelta la sociedad quedo en el negocio solo este último. Solía vendérselas a los inmigrantes españoles con facilidad de pago, para que tuvieran una fuente de trabajo apenas arribaran al país.
Suelen hacer la diferencia entre calesita (con animales estáticos) y carrousel (con animales que suben y bajan). El primer carrusel argentino fue fabricado por la empresa Sequalino Hnos, que había sido fundada en la ciudad de Rosario, Y exportaban a Uruguay, Perú, Chile, Paraguay y Brasil. Se caracterizaba por caballos (algunos, se dicen réplicas de pinturas de Florencio Molina Campos), y los biombos con motivos de cuentos fantásticos o escenas circenses. Perfectamente tallados a mano, sobre madera de cedro, aunque ahora los hay de fibra de vidrio. Siempre daban “función” con la música de los organitos que caracterizaron a esa marca desde el comienzo. La fábrica que supo proveer de este juego a buena parte de la región, cerró definitivamente en 1984.
Las calesitas de Buenos Aires están declaradas Patrimonio Cultural.
Gentileza:
Beatriz Genchi – beagenchi@hotmail.com
Museóloga-Gestora Cultural-Artista Plástica.
Puerto Madryn – Chubut.
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