Ilustración- matanza de focas y lobos marinos entre 1819 y 1824. Solo en 1822 se extrajeron 1.200.000 pieles
Varias expediciones de distintos países son las que se otorgan el descubrimiento del denominado “el sexto continente”, la Antártida, A partir de 1820 todos vieron rápidamente las oportunidades económicas que se podían explotar.
Filósofos, cartógrafos, geógrafos e historiadores crearon desde la Antigüedad el mito del gran continente austral, al que los griegos denominaron Antarktikos.
Algunos historiadores cuentan que en 1603 el español Gabriel de Castilla fue la primera persona que atisbó el mundo helado antártico al desviarse su barco por las tormentas. El crédito por su descubrimiento entre los años 1820/1821 se disputa entre un mercader británico, un explorador y científico ruso y un cazador de focas estadounidense.
En los dos siglos transcurridos desde entonces, la Antártida ha sido testigo de una variedad de desarrollos comerciales, científicos y diplomáticos. Si bien algunos países intentaron reclamar territorio en el continente en la primera mitad del siglo XX, hoy la región se rige a través del Sistema del Tratado Antártico internacional.
El descubrimiento se escribió con sangre
Palmer fue seguido por una avalancha de otros barcos de focas, principalmente de Estados Unidos y Gran Bretaña, que mataron metódicamente lobos marinos a lo largo de las playas de la Antártida, llevando rápidamente a las poblaciones al borde de la extinción. La piel de foca se utilizó para confeccionar ropa en los siglos XVIII y XIX en muchas partes del mundo y fue una parte importante del comercio europeo y estadounidense con China en el siglo XIX.
El naturalista británico James Eights en 1829, lamentó la pérdida de estos lobos marinos en la península antártica, como también de otras especies y escribió, “No era difícil para los cazadores llevarlos a las playas, pincharlos en el corazón (o, más tarde, dispararles en el cráneo), sacarles la sangre y quitarles la grasa”.
Las zonas de caza de ballenas frente a la Antártida eran tan ricas que atrajeron flotas de muchas naciones. Primero llegaron empresas noruegas y británicas, a las que luego se sumaron otras de Alemania, Rusia, Holanda y Japón. La caza de ballenas se había producido en el Océano Austral en el siglo XIX, pero no fue hasta la primera mitad del siglo XX que las ballenas fueron cazadas hasta casi extinguirse.
En el siglo XIX, el aceite de ballena se utilizó principalmente como combustible para lámparas. Pero después de 1910, se encontraron nuevos usos para el aceite, incluso se encontraron nuevos usos para el aceite, como lubricantes industriales y grasas comestibles y por eso la caza de ballenas se volvió extremadamente lucrativa para un pequeño grupo de empresas.
En 1946, se hicieron algunos esfuerzos internacionales para proteger a las ballenas. Pero, en la década de 1960, las actitudes del público hacia las ballenas, como las focas, comenzaron a cambiar cuando los ambientalistas revelaron que eran criaturas muy inteligentes y sociables que cantaban en las profundidades del océano. La mayoría de las naciones dejaron de cazar ballenas en la Antártida a fines de la década de 1960, debido a esta conciencia y también porque había alternativas económicas a los productos de las ballenas.
En cuanto a la protección del medio ambiente existe el Protocolo de Protección del Medio Ambiente Antártico (PPMAA), vigente hasta 2048, que designa al continente como reserva natural destinada a la paz y la ciencia.
Conclusión
El cambio climático está socavando rápidamente la estabilidad ecológica de la Antártida y se debe conseguir su sostenibilidad.
Si bien las principales campañas ambientales intentan crear conciencia sobre la fragilidad de la Antártida, las poblaciones de ballenas y focas deben continuar recuperándose de la sobreexplotación pasada, pero los impactos futuros de las prácticas de pesca actuales y el cambio climático son inciertos.
Prof. Norberto Ovando* y Gpque. Adalberto D. Álvarez**
Presidente * y Vicepresidente**
Asociación Amigos de los Parques Nacionales (AAPN)
Expertos Comisiones Mundial de Áreas Protegidas (WCPA) y,
Educación y Comunicación (CEC)
Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN)
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