Una de las consultas más comunes y repetidas en los consultorios ontológicos, es “¿por qué tengo tanto sarro?”, lo cierto es, que esa pregunta es muy completa y abarca varias aristas de la persona, su comportamiento, su estado de salud y su historia clínica.
El “sarro” o mejor llamado tártaro dental o cálculo dental es nada menos que la placa bacterial, residuos bacteriales y otras sales que se depositaron por no ser eliminadas y endurecieron a lo largo de los días sobre la superficie de los dientes, sobre las encías o debajo de ellas provocando dolor, sangrado, halitosis (mal aliento) y sobre todo la ruptura de los tejidos que mantienen al diente en estable y correcta posición pudiendo ocasionar movilidad o la pérdida del mismo.
Su formación depende de varios factores, entre ellos está la mala higiene bucal, el tabaquismo, la edad (mayor edad), enfermedades de base (como diabetes, hipertensión, etc.), mala alimentación, predisposición genérica, entre otras.
Pero…¿lo puedo eliminar con el cepillado? No, el sarro ya es una organización bacteriana muy dura y con varios días de formación, se debe concurrir al odontólogo para su correcta eliminación con instrumentales adecuados para cada paciente.
Entonces…¿cómo lo prevengo? Con una adecuada técnica de cepillado 4 veces al día, correcta pasta dental, uso de hilo dental, buena alimentación, control de su salud en general y consulta con el odontólogo por lo menos dos veces al año.
Es muy importante saber que tener “sarro” no sólo se limita a dificultades a nivel bucal sino que está demostrado científicamente que tener esas bacterias afecta a otros órganos del cuerpo como el corazón y pueden complicar nuestra salud general.
Gentileza:
Agostina Russo Fernández
Odontóloga
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