Todos, todos tenemos una hora cobarde,
una hora de hastío cuando muere la tarde
Cuando se juntan todas las impresiones malas
y el alma es un tejido de finísimas alas.
Cuando puede decirse:
lo que fué no será;
lo que no hice hoy
no lo haré nunca ya.
Es entonces, cobarde,
que me acosa el deseo
de no ser y ni pienso,
ni trabajo,
ni creo.
Es una nulidad completa
de mí misma
que me asusta y me hiere, me subyuga y abisma.
Es entonces que yo quisiera ser así
como una cosa nimia, fútil, baladí.
Un chiche que se lleva guardado en el bolsillo.
una prenda cualquiera, un reloj, un anillo…
Ser una cosa muerta que la llevan cargada
y que no sabe nada y que no piensa nada.
Todos, todos tenemos una hora cobarde,
una hora de hastío cuando muere la tarde.
Alfonsina Storni
«La inquietud del rosal»
(1916)
Susana Vargas
Periodista Profesional-Matrícula nº 12.384 Act.-Ley 12.903
Profesora de Portugués
Egresada del Instituto Superior de
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