El plasma es una parte de la sangre que queda cuando, al extraerla, decantan los glóbulos rojos y blancos. La parte líquida, sin células, que suele ser de tono amarillo, es el plasma. Cuando una persona se infecta con un virus, patógeno o microorganismo que lo enferma la primera respuesta parte del sistema inmune. Este produce anticuerpos con las células de los glóbulos blancos.
Hace más de cien años, Emil Behring recibió el primer premio Nobel de fisiología y medicina por su trabajo que demuestra que el plasma puede usarse para tratar la difteria. En Argentina, bien conocido debido a la epidemia de fiebre hemorrágica que azotó al país hace 70 años, el tratamiento de plasma inmune de convaleciente, que logró reducir significativamente la letalidad gracias al destacado trabajo del doctor Julio Maiztegui, hoy se transformó en una de las mejores armas contra la enfermedad COVID-19 que origina el nuevo coronavirus SARS-CoV-2, hasta tanto haya una vacuna eficaz para combatirlo.
El concepto de vacunación se basa en estimular la producción de anticuerpos contra las infecciones que aún no se cumplen. Por el contrario, el uso de plasma convaleciente implica la transferencia de anticuerpos de donantes que ya han montado una respuesta inmune, ofreciendo así una protección inmediata (pero transitoria) al receptor.
“Cuando una persona se infecta con un virus, patógeno o microorganismo que lo enferma, la primera respuesta parte del sistema inmune. Este produce anticuerpos con las células de los glóbulos blancos. Se trata de moléculas que van a defender al cuerpo de aquello que lo enferma. Esos anticuerpos específicos van a atacar directamente al virus. Si bien tenemos anticuerpos para defendernos de otros padecimientos producto de las vacunas, necesitamos que nuestro sistema inmune prepare y tenga listos para usar anticuerpos para el COVID-19. Como aún no tenemos vacunas para él –y, por ende, no tenemos anticuerpos–, cuando el virus llega la persona se enferma. Cuando un sujeto se cura, más allá de la medicación que haya recibido, desarrolló esos anticuerpos que lo ayudaron a curarse”, explicó en una entrevista con Infobae la doctora Laura Bover, graduada en química biológica de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires y doctorada en el Instituto Leloir.
El plasma convaleciente se ha probado como terapia en brotes previos de coronavirus. Se realizaron algunos estudios de observación durante la primera epidemia de Sars en 2003. Todos estos informaron una mejoría en los pacientes después de recibir plasma convaleciente, y no hubo evidencia de complicaciones graves. Sin embargo, estos estudios fueron en gran parte informes de casos, no el tipo de evidencia más confiable.
El tratamiento convaleciente en plasma también se probó durante el brote del virus del Ébola en 2013-2016. Varios informes de casos mostraron resultados prometedores, pero nuevamente, no se realizaron ensayos aleatorios a gran escala. Aún así, la Organización Mundial de la Salud publicó pautas sobre el uso apropiado de plasma de pacientes recuperados.
El puñado de informes iniciales en los que los pacientes con COVID-19 han sido tratados con plasma convaleciente han despertado mucho interés. Cada uno concluyó que la terapia con plasma es segura y mejora el resultado del paciente, pero existen limitaciones significativas para cada uno de estos estudios. Para empezar, cada estudio solo ha tratado a un máximo de diez pacientes. Además, no había pacientes de control (personas que no recibieron plasma convaleciente), por lo que es imposible saber cómo los pacientes pudieron haber respondido sin tratamiento.
Afortunadamente, ahora se están preparando estudios más extensos para proporcionar evidencia sólida a favor o en contra del uso de plasma convaleciente. En todo el mundo hay más de 60 ensayos clínicos que reclutan activamente pacientes con COVID-19 para estudiar el efecto del plasma convaleciente. Por lo general, los pacientes reciben alrededor de 500 ml de plasma por vía intravenosa, y su progreso se controla cuidadosamente. Muchos estudios están utilizando plasma de pacientes no infectados como el brazo placebo del ensayo, para asegurar que cualquier beneficio identificado sea específico para los anticuerpos contra el SARS-CoV-2.
El plasma se obtiene a través aféresis, un procedimiento que consiste en utilizar una máquina, que separa las células a través de un equipo descartable y de único uso y permite la separación de los diferentes componentes de la sangre: glóbulos rojos, plaquetas y plasma. Éste último se separa en un volumen a definir en cada donante. Se realiza a través de la punción de una vena del brazo por la cual se extrae la sangre y por otra vena en forma simultánea se devuelve el resto de los glóbulos rojos y plaquetas. El volumen de plasma extraído será reemplazado con solución fisiológica en volumen equivalente.
En una entrevista con Infobae, Luis Sarotto, presidente de la Asociación Médica del Hospital de Clínicas, explicó cómo funciona el plasma una vez que entra al organismo: “Cuando una persona se contagia una enfermedad viral como el coronavirus o la hepatitis, por ejemplo, rápidamente se generan dos tipos de anticuerpos: la inmunoglobulina M (IgM) y la inmunoglobulina G (IgG). La primera brinda inmunidad inmediata: rápidamente sube y, del mismo modo, desaparece. Podríamos decir que se trata de la primera fuerza de ataque. Por su parte, la inmunoglobulina G es la que genera una memoria inmunológica contra la enfermedad. Esta es la que uno mide cuando está vacunado. Por ejemplo, cuando una persona se vacuna contra la hepatitis o el sarampión y se mide la inmunoglobulina G, que para esa enfermedad la va a tener elevada, lo que significa que adquirió defensas y que no se va a enfermar”.
Y añadió: “Entonces, el paciente convaleciente aumenta la inmunoglobulina M, que es la que baja y no nos sirve, pero a partir de los 7 días y en forma persistente, mantiene elevada la inmunoglobulina G. Cuando esta última es extraída de la sangre a través de la plasmaféresis, la persona contagiada de COVID-19 recibe una transfusión que le brinda un número de anticuerpos muy importante, antes de que su organismo los haya podido fabricar”.
Por eso, para Sarotto, lo importante es darle el plasma al paciente que se interna con algunos criterios de gravedad de mal pronóstico -por comorbilidades o enfermedades asociadas- o que ya tiene disnea o fiebre, y cuyos resultados de laboratorio indican que se trata de un paciente de alto riesgo. “Ese es el paciente que más se beneficia con el plasma, porque se le están dando los anticuerpos que aún no fabricó y que lo ayudan a combatir la enfermedad, desde el primer momento en que se internó. Por eso, que el plasma no sirve en los casos de pacientes que ya se encuentran en un muy mal estado general”, indicó el experto.
Las respuestas a algunas de las preguntas más comunes sobre la terapia de plasma convaleciente para tratar el COVID-19:
¿Todo paciente recuperado posee plasma convalenciente para donar? “Efectivamente, quienes ya han pasado por este proceso tienen en su cuerpo un montón de anticuerpos específicos que pueden ayudar a otros pacientes que siguen enfermos”, afirmó Bover.
¿Cuándo una persona recuperada de COVID-19 ya puede donar plasma? “El momento a partir del cual puede donar va variando, porque en el momento más crítico han llegado a ser donantes todos los pacientes que estuvieron 21 días sin síntomas y sin ningún otro estudio. Entonces, lo consideramos donante potencial”, sostuvo Sarotto. Y continuó: “Para ser donante en nuestro país, hay que tener una PCR negativa y un dosaje alto de anticuerpos. O sea, mientras la PCR sea positiva no se puede ser donante. Por ello, el día 21 se hace una PCR para ver si la persona está curada. Teóricamente, la persona ya lo está porque, si estuvo 21 días sin fiebre y está asintomático, sabemos que ese paciente anda bien. Pero, la PCR negativa es equivalente a poner la firma y el sello a ese estado de salud”.
La Legislatura bonaerense sancionó la ley que declara de interés provincial la donación de plasma rico en anticuerpos de pacientes recuperados de coronavirus, con el objetivo de fomentar y promocionar esa práctica en la provincia de Buenos Aires. La ley, presentada por el senador del Frente de Todos Luis Vivona (exintendente del partido de Malvinas Argentinas), declara de “interés provincial la donación de plasma rico en anticuerpos a pacientes infectados de Covid-19, por parte de pacientes recuperados”.
Además, faculta al Poder Ejecutivo para que pueda instar a los pacientes recuperados de COVID-19 a acercarse a los centros de hemoterapia y/o bancos de sangre intrahospitalarios habilitados, a los efectos de constituirse en donantes e insta a promover campañas de difusión y concientización sobre la importancia de la donación de plasma rico en anticuerpos por parte de pacientes recuperados de coronavirus como método de tratamiento para pacientes infectados.
¿Qué preocupaciones teóricas existen? Aunque el plasma convaleciente tiene el potencial de ser un tratamiento útil, existen algunas preocupaciones teóricas que mantendrán a todos los equipos de ensayos clínicos alerta. Primero, que el suministro artificial de anticuerpos puede empeorar una infección. Esto se debe a un fenómeno raro llamado mejora dependiente de anticuerpos (ADE por sus siglas en inglés). Los anticuerpos que se unen a un virus pueden ser captados por células que expresan receptores de anticuerpos. Esto podría permitir que el virus ingrese a las células que normalmente no son susceptibles a la infección, lo que puede aumentar el número de nuevas partículas virales producidas. Esto ocurre clásicamente en la infección por dengue, pero también ha sido una preocupación para el coronavirus MERS.
Un segundo riesgo teórico es que los anticuerpos preformados pueden bloquear la respuesta inmune propia del cuerpo para que no responda adecuadamente. Sabemos que esto ocurre con los anticuerpos maternos; los anticuerpos transmitidos naturalmente de la madre a la descendencia pueden evitar que los bebés respondan correctamente a la vacuna. Es por eso que la mayoría de las vacunas infantiles se inician después de las ocho semanas de edad.
¿Qué tan seguro es el plasma convaleciente? Es importante tener en cuenta que existen varios riesgos potenciales al recibir plasma de otra persona. Los efectos secundarios leves incluyen el desarrollo de fiebre o reacciones alérgicas, como erupción cutánea y sensación de picazón. El plasma también debe ser compatible con el grupo sanguíneo del receptor para evitar reacciones a la transfusión.
Mucho más grave es el riesgo de transmitir infecciones transmitidas por la sangre. Afortunadamente, el riesgo se puede minimizar al detectar infecciones en el donante. Por ejemplo, en el Reino Unido, el NHS centraliza la donación de sangre, y todos los donantes se someten a pruebas rigurosas de sífilis, VIH, hepatitis B, C, E y HTLV-1 (virus de la leucemia de células T humanas 1) para garantizar que el riesgo de la transmisión de estas infecciones es mínimo.
Otra limitación a considerar es que la población de edad avanzada con corazón o pulmones debilitados (aquellos con alto riesgo de COVID-19), puede no tolerar recibir un volumen de plasma tan grande. Esto puede conducir a una complicación conocida como “sobrecarga circulatoria asociada a transfusión”.
¿Cuáles son los criterios para determinar quienes reciben el plasma convaleciente? Tienen prioridad los enfermos graves, o moderados que tienen más de 60 años, comorbilidades, que están graves y presentan signos de empeoramiento.
A pesar de sus más de 100 años de historia, nunca antes se había probado el uso del plasma convaleciente para un uso tan terapéutico viable. Cualquiera sea el resultado de los muchos ensayos clínicos que se llevan a cabo, sin duda aprenderemos mucho sobre las formas más eficientes de recolectar, procesar y usar plasma convaleciente de manera segura.
Desde la prestigiosa Clínica Mayo en Rochester, Minnesota, sugieren que “si bien todavía no se sabe si la terapia con plasma de personas convalecientes será un tratamiento efectivo para la COVID-19 y tal vez no brinde ningún beneficio, quizás mejore la capacidad de las personas para recuperarse de la enfermedad”.
“Al estudiar los resultados de esta terapia para la COVID-19, los médicos están más cerca de encontrar un tratamiento. Además, aprender más sobre el uso de la terapia con plasma de personas convalecientes ahora ayudará a los trabajadores de la salud a estar mejor preparados para proporcionar los mejores cuidados a los pacientes”, advirtieron desde la entidad.
Fuente:https://www.infobae.com/salud/2020/07/05/plasma-convaleciente-como-actua-que-podemos-esperar-y-otras-preguntas-sobre-la-prometedora-terapia-para-tratar-el-covid-19/
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