El tabaquismo es responsable de millones de muertes en el mundo. Un enorme presupuesto anualmente es gastado en paliar sus efectos nocivos en la población, tanto es así, que supera los ingresos por impuestos derivados de su venta y comercialización. Es uno de los factores de riesgo cardiovascular más importante, a tal punto que por sí solo multiplica la probabilidad de enfermedad y muerte de este origen. La mayoría de los cánceres que afectan con mayor frecuencia a la humanidad lo encuentra directamente involucrado en su generación y/o diseminación.
No solo afecta a los que fuman, sino indirectamente a todas las personas que se encuentran expuestos al humo generado, los afecta sumando riesgo de presentar distintas enfermedades como trastornos madurativos y de desarrollo en lactantes y niños. Es más, su consumo durante el embarazo se asocia a distintas enfermedades obstétricas y neonatales severas.
Quisiera poner sobre la mesa aspectos que considero importantes para el abordaje de este flagelo que azota sin piedad a la humanidad. No soy exagerado al definirlo así, solo hay que concurrir a algún centro médico por unas horas y podrán ver, no solo uno sino varios pacientes que acuden buscando ayuda para afrontar sus consecuencias.
Entonces, si esto es así: ¿por qué fumamos? ¿Por qué no dejamos de fumar?
La primera respuesta a estos interrogantes surge a partir del gran poder adictivo de la nicotina. Extraída naturalmente de una planta perenne (Nicotiana tabacum), tiene como característica que solo basta unos pocos contactos con ella, para que el cerebro comience con cambios adaptativos que hacen imperiosa la necesidad de la droga.
Por otro lado, la edad de comienzo cada vez se hace más precoz. Existen estudios epidemiológicos que la sitúan entre los 10 y 14 años. Al ser asociado a la adultez, a figuras de éxito, como resultado de intensa actividad publicitaria por parte de las tabacaleras, que necesitan renovar sus consumidores que por muerte o enfermedad disminuyen progresiva e irremediablemente, nuestros niños y adolescentes que aún no aprenden a decir “no” caen en la trampa seductora de su consumo. Esta situación se potencia cuando sus pares, estimulan, desafían, promueven el fumar para poder pertenecer a grupos de amigos, presión que para muchos de nuestros hijos puede convertirse en imposible de superar.
El movimiento de dinero que su comercialización genera es altísimo. Constituye un recurso muy valorado para el ingreso de impuestos. Es más, si analizamos su proceso de producción es fuente de trabajo para muchas personas en regiones de nuestro país. Aunque como fue planteado inicialmente, el gato que origina a la salud pública y privada por la gran carga de enfermedad que ocasiona supera al de los ingresos. La diferencia en su apreciación y valoración que el gasto es posterior, disimulado y repartido en varias causas que en un análisis superficial y rápido no lo dimensiona en su real impacto.
Paulatinamente, el consumo de cigarrillo cada vez tiene más limitaciones sociales. El fumador pasivo es una figura muy resistida por tabacaleras que hicieron todo lo posible para que distintos estudios que demostraron su efecto nocivo no salieran a la luz. Actualmente, no hay duda alguna del daño que las personas expuestas al humo sufren, tanto es así que las legislaciones actuales promueven activamente sitios libres de humo de tabaco. Estrategia que, por otro lado, ha significado en una medida eficaz en la disminución del consumo.
La prevención en el inicio del consumo es importante, es imprescindible. Que la ignorancia a sus efectos dañinos no sea una vulnerabilidad, debemos informar ya desde muy corta edad a nuestros niños de esta situación. Debemos ayudar y fortalecer su autoestima, su personalidad para que cuando le llegue el desafío, que le va a llegar sin dudas, sepa decir NO. Su cerebro en desarrollo es en especial vulnerable a los efectos de la nicotina.
El tratamiento para dejar de fumar no es sencillo. La adicción es muy intensa, tanto psicológica como física. Los distintos mecanismos cerebrales generados perpetúan la necesidad de consumir esta droga. Hay distintas estrategias para combatirlo, todas adaptables a cada consumidor, donde es imprescindible el firme compromiso a dejar de fumar. No hay cura milagrosa, la convicción y la decisión de su abandono, acompañado de acciones conductuales, farmacológicas, dietéticas, deportivas son parte del tratamiento integral. No debemos dejar sin atender las distintas patologías, cánceres, cardiovasculares, etc., que ya pudiesen estar en marcha en los pacientes que son proporcionales al tiempo y cantidad de cigarrillos consumidos.
Este 31 de mayo fue el dia mundial sin tabaco, es una ocasión para replantearnos que hacemos como sociedad para que este perfecto veneno sigan haciendo estragos en nosotros. Su daño está suficientemente demostrado, debemos reforzar todas las medidas posibles para disminuir su impacto. Para ello, insisto, debemos trabajar estos conceptos en nuestros niños y jóvenes quienes además de ser los más vulnerables, son el objetivo de toda propaganda que incentiva el consumo.
Dr Oscar Arrieta
Médico Cardiólogo.
Mat. Prov 7710
Contacto: drarrieta@piukesalud.com.ar
www.piukesalud.com.ar
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