Lucy Yáñez es la referente provincial del Programa Nacional de Abuelas y Abuelos Cuentacuentos y hoy nos regala dos maravillosos relatos, a través de www.mendozaencasa.com.
Hace ya 19 años que Lucy se incorporó a un grupo de Abuelas Narradoras de la Dirección de Ancianidad de la Provincia, donde se capacitó como mediadora de lectura.
Esa experiencia modificó su vida, al punto de afirmar que se convirtió en su principal motivación, ya que los niños “llenan nuestras vidas de felicidad, nos sanan de nuestros achaques y, con cada anécdota que vivimos, lloramos de emoción, de alegría”.
Con su don de contar, Lucy ha llegado al corazón de miles de niños, niñas y docentes que encontraron en ella una referencia para reconocer el valor de la lectura y el ejemplo de la perseverancia de los adultos mayores.
Actualmente, el programa nacional, con presencia en Mendoza, cuenta con la participación de más 40 mujeres y hombres que recorren escuelas de toda la provincia, albergues, instituciones carcelarias, bibliotecas y todo organismo que requiera su participación.
Abuelas y Abuelos Cuentacuentos
Se originó en la Fundación Mempo Giardinelli de Resistencia, Chaco. Desde 2001 realiza un trabajo de incorporación de voluntarios, selección de textos, prácticas en las escuelas y evaluación de resultados. Así, el programa se consolidó y fue solicitado desde varias provincias para ponerlo en marcha.
Este proyecto comenzó a gestarse en 1999, con la idea de crear un Programa de Abuelas Cuentacuentos. La premisa siempre fue llevar lecturas a quienes comienzan la vida, otorgándoles una oportunidad de acceder al libro y de ejercer su derecho a la lectura.
Sin embargo, el nombre de “abuelas o abuelos” es simbólico, porque cualquier persona a la que le guste leer y disponga de un tiempo para compartir lecturas puede integrar el grupo. Son “abuelas lectoras” y no narradoras orales, porque toda la actividad gira en torno al objeto libro como origen y soporte de la actitud lectora.
La firma del convenio con el PAMI favoreció a su crecimiento, ya que ofreció su infraestructura mediante sus centros de jubilados y apoyo económico.
Desde 2001, las abuelas acompañan semanalmente el crecimiento de numerosos grupos de niños con lectura literaria en comedores comunitarios, orfanatos y escuelas. También visitan hospitales, geriátricos y cárceles.
Las primeras experiencias aisladas se realizaron en 2000. En 2001, el programa fue iniciado oficialmente y en 2002 se logró su sistematización y se realizó la primera transferencia a otra ciudad.
Desde entonces, creció hasta convertirse en lo que es hoy uno de los esfuerzos prioritarios de la fundación y uno de sus programas más emblemáticos y reconocidos. Han recibido importantes reconocimientos nacionales e internacionales por su labor social y cultural.
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