San Rafael, Mendoza jueves 25 de abril de 2024

Sin suerte: el Cisne Negro que devolvió los buitres al país

Fondos buitre.Desde el lunes hay ofertas a fondos de inversión para que vendan sus bonos. La cotización a menos de 35% de los títulos públicos argentinos activó las pantallas. Carrera del Gobierno para alcanzar los u$s52.000 M de aceptación de la oferta. Aparece un discípulo de Singer.

El Gobierno anunció el martes que la deuda a renegociar con los acreedores privados sumará aproximadamente u$s68.800 millones. Para que la propuesta sea válida deberá alcanzar una aceptación de unos u$s52.000 millones, correspondientes a algo más del 75% del total de los títulos públicos emitidos bajo legislación internacional.

Asegura el oficialismo, que están garantizados unos u$s15.000 millones de adhesión entre tenencias de organismos públicos (incluyendo bancos) y entidades privadas locales ya apalabradas para apoyar la epopeya. Restarían entonces unos u$s37.000 millones en propiedad de inversores de todos los tamaños, procedencias y características, para llegar al porcentaje necesario para que la propuesta sea habilitada, el país evite un nuevo default (el segundo en menos de 20 años) y (sería la idea) comience a crecer luego de casi tres años de recesión y 10 de estancamiento. Por el contrario; si los que no aceptaran la oferta superaran los 17.000 millones, la propuesta sería rechazada y Argentina entraría en default. Si bien la propuesta argentina está blindada e inaccesible, la especulación de los mercados apunta a una quita de capital e intereses que, más allá de su dureza, podría ser avalada por los tenedores de deuda siempre que la cotización de los papeles navegue cerca del 50%.

La estrategia local era bastante sólida hasta el lunes pasado, cuando los mercados fueron bombardeados por una de aquellas circunstancias que ocurren una vez cada muchos años. Quizá una por década. Se trata de sucesos inesperados y sorpresivos, no adelantados por los principales predictores de las finanzas mundiales, de gran impacto para la economía mundial, que sólo una vez conocido puede ser explicado hacia atrás y, lo más importante, comprendido y en apariencia predecible. Son los denominados Cisnes Negros. La crisis del petróleo de 1973 fue uno de ellos. La caída de los mercados del 2008 fruto de las subprime la más cercana fue otro. El nuevo opus es el actual, desatado el lunes pasado a partir de la pelea entre Rusia y Arabia Saudita bajo el escenario de coronavirus, con el consecuente derrumbe generalizado por los mercados mundiales (especialmente los commodities y acciones).

Lo preocupante para el país, es que la aparición del Cisne Negro negros en cuestión, provocó el hundimiento de los bonos locales a una cotización inferior al 40% del valor de los títulos públicos a renegociar; navegando en las últimas jornadas más cerca del 35% y sin mucha fuerza para reaccionar. Perforado ese nivel del 40%, saben los operadores locales (y también el Ministerio de Economía), hace su aparición la principal amenaza que cualquier reestructuración de deuda puede tener; especialmente una nacida en estas tierras. Los fondos buitre, en su versión moderna, ya vienen diseñando su cálculo econométrico a tres bandas desde diciembre del año pasado, con la llegada de Alberto Fernández al poder y la seguridad que el país iría a una nueva reestructuración de su deuda; para conocer el momento exacto en que comenzar a comprar deuda argentina sería un buen negocio a futuro.

Obviamente apostando a un nuevo juicio en los tribunales del Segundo Distrito Sur de Nueva York, donde Thomas Griesa abrió el Juicio del Siglo, falló a favor de los demandantes y les generó una ganancia de casi 1000% en dólares a 10 años, una rentabilidad superior a lo que rinde en el mundo moderno el narcotráfico y el contrabando de armas. El cálculo exacto que hicieron los fondos buitre, es el mencionado anteriormente: por arriba de 40% no hay posibilidades de éxito; entre 35 y 40% puede ser rentable, por debajo de 35% es un éxito asegurado.

Estos fondos venían monitoreando la proyección de los valores de los precios locales de los bonos desde fines de enero. En algunas jornadas (Bono Dual y deuda de la provincia de Buenos Aires entre el 5 y el 12 de febrero) se convencían que el desembarco era posible. Otros días (la designación del HSBC y el Bank of America como agentes financieros entre el primero de marzo) se desilusionaban y consideraban que la quimera de volver a enjuiciar al país era imposible. Muchos estuvieron incluso la semana pasada a punto de abandonar la eventual batalla, ante cotizaciones de la deuda argentina cerca del 50% y cálculos de posible presencia de bancos internacionales fuertes demandantes de esos títulos. Sin embargo, curiosamente, un “golpe de suerte” los despabiló.

El “lunes negro” del pasado 9 de marzo, que combinó el coronavirus con la inoportunísima guerra petrolera entre Arabia Saudita, generó una debacle generalizada en los mercados mundiales que inevitablemente contagió a los activos argentinos; llevando la cotización de los bonos a reestructurar por debajo del 40%, estacionándose, por ahora, en el 35%. Inmediatamente las computadoras se encendieron, los cañones enfocaron a Buenos Aires, y comenzaron a llover las ofertas a los pequeños fondos de inversión tenedores de deuda argentina. Muchos de estos, concentrados en las consecuencias de sus papeles en el resto del mundo serio, ya aceptaron el valor que los fondos buitres ofrecían. Otros, los más grandes, pidieron unas jornadas más para evaluar la situación. Entre los oferentes se contabilizan varios con actividad plena. El más sonoro es Jay Newman, el exsocio de Paul Singer en Elliot, quien fue el cerebro en la estrategia para avanzar contra el país en el Juicio del Siglo y que en febrero de 2017 se separó de su mentor para crear su propia casa financiera. Uno de sus primeros desembarcos fue, el año pasado, la compra de deuda venezolana a la espera de la caída de Nicolás Maduro y la eventual llegada de Juan Guaidó al poder.

Otro movimiento que generó dudas y sospechas en el mercado local en los últimos días, fueron las llamativas compras de un fondo llamado Ashmore, que en las primeras tres jornadas de la semana (incluyendo, obviamente, el “lunes negro”) ofrecieron buen dinero para la compra cash de deuda argentina a renegociar. Particularmente curioso fue el interés por los Par y los Discount emitidos en la renegociación de deuda del 2006 y que fueron incluidos por Economía en este nuevo llamado para reestructurar pasivos. Hasta aquí Ashmore era considerado un inversión normal en América Latina, con presencia importante en Colombia. Si se confirma su estrategia de comprar títulos para hacer trastabillar la oferta argentina; habrá cambiado de rubro. Al menos en el continente.

Se sospecha que la intención de este grupo de intrigantes operadores internacionales, es llegar a un porcentaje lo suficientemente importante de bonos argentinos en su poder; para luego, una vez conocida la oferta que presentará en sociedad el gobierno de Alberto Fernández, hacer una oferta más agresiva a las grandes manos internacionales tenedoras de los principales títulos públicos emitidos durante la era Mauricio Macri: el PIMCO, Templeton, Gramercy y BlackRock.

Se sabe que entre estos superan largamente los 10.000 millones de dólares en posesiones de deuda argentina a renegociar. Saben también los fondos especulativos, que todos estos fondos de inversión tienen desde el “lunes negro” su mirada en otras playas más preocupantes para su menú de inversiones que la Argentina. Son fondos que apostaron en los últimos años a las acciones tecnológicas, bancos, petroleras y nuevos proyectos en energías alternativas. Todas estas inversiones, altamente rentables hasta el viernes pasado, fueron decapitadas el lunes pasado; haciendo perder fortunas incalculables a los hombres más experimentados del globo. Ahora el 100% de su tiempo y atención debe concentrarse en calcular los daños, rearmar estrategias, estudiar informes múltiples de procedencias multívocas (incluyendo trabajos sobre la marcha de las investigaciones de los laboratorios más importantes que investigan la vacuna salvadora contra el coronavirus) y, mientras tanto, redefinir las metas de ganancias y pérdidas del cortísimo plazo. Uno de los acreedores, el Pimco, incluso recomendó a sus inversores el martes pasado pasar todo a liquidez, vendiendo títulos públicos y acciones del mundo en desarrollo, donde aún militan los papeles argentinos. Esta recomendación fue leída detalladamente por los fondos buitres que sí están interesados en los vaivenes argentinos; y, seguramente, preparan en los próximos días una muy interesante oferta Pimco de compra de toda su cartera de papeles argentinos a renegociar.

Desde el Gobierno se reconoce ya, por ahora no oficialmente, que la fecha de cierre del proceso del 31 de marzo (impuesta por el propio Guzmán) es una utopía. Incluso se comienza a especular con que tampoco habrá un cierre del proceso en la primera quincena de abril, y que seguramente se deberán extender los pazos hasta fin del próximo mes. Sin embargo se reconoce que hay un deadline: el 7 de mayo Argentina debe cumplir con el pago de unos u$s1.374 millones del Bonar 24; uno de los bonos estrella que deben ser negociados.

Por Carlos Burgueñocburgueno@ambito.com.ar

Fuente:https://www.ambito.com/economia/deuda/sin-suerte-el-cisne-negro-que-devolvio-los-buitres-al-pais-n5088210

 

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